Se lo voy a decir con toda franqueza a todos ustedes : a mí no me choca la muerte; lo que me choca bastante es el nacimiento.
En su hermoso cuadro intitulado "El Velorio", el gran pintor puertorriqueño Francisco Oller plasmó una ceremonia habitual en la comunidad de esclavos negros de Puerto Rico bajo la soberanía española. Dicho rito se llamaba "el Baquiné".
Aquí lo tienen :
Era el velorio que se organizaba cuando un niño o una niña, hijo,a de esclavos
moría. Para los españoles y criollos, la muerte de un niño era, como sabemos,
una gran tragedia. Pero para los padres esclavos negros, no.
Antes, todo lo contrario, ellos festejaban la muerte de los parvulitos por considerar que esos niños inocentes difuntos no sufrírían, llegados a la vida adulta, la dura esclavitud, la cual era el triste destino de los negros antes de la abolición de la esclavitud.
Yo me identifico plenamente, tantas décadas después de haber contemplado el original de ese lienzo en mi adolescencia, con el sabio mensaje del mismo.
Yo soy mortal y me alegro de serlo.
La vida eterna que nos propone el cristopaulinismo, me deja indiferente. No quiero vivir eternamente, sobre todo si es para vivir con YHVH , ese Dios tan malvado y sádico de la Biblia.
No, gracias.
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