Cuando se separaron nadie les creyó...Los veían como la pareja ideal. Los conflictos si es que los tenían no surgían de repente a la luz....Eran como situaciones larvadas de enojos o de sentimientos encontrados de ira y de pasiones escondidas.
Por eso mismo, nadie en la familia se dio cuenta, que ellos se llevaban mal en los últimos tiempos...
Cuando en la noche la intimidad propiciaba, que ambos se entregaran a la pasión de sus cuerpos, no sucedía nada extraordinario, que pudiera hacerles encender la chispa, que los unió años atrás.
Ambos venían de familias muy diferentes.
Cada uno con la tradición a cuestas.
Ella, Mariana, con padre y madre juntos, felices """y comieron perdices "" era la frase que decía su padre cuando alguien le preguntaba por su matrimonio.
Su padre era así. De un humor sarcático y de esos que a veces son tan filoso que parecen bisturí. De hecho, ella cuando tenía 13 años se atrevió a retrucarle un comentario.
¡¡Papá no digas así, que ofenderás a mamá!!
A lo que él ni respondió se limitó a sonreír y decir:
¡¡Ya aprenderás las cosas de un matrimonio, y sus vericuetos!!
No entendió muy bien la frase en ese momento.
Quizás años después cuando se casó con Enrique la comprendió, pero no llegó a entenderla en su totalidad.
Enrique, era el ideal de novio.
Buenmozo de una estampa varonil envidiable para cualquiera y con estudios casi terminados de Arquitectura.
Como ella estudiaba Arte en la Facultad, un día se conocieron en una charla sobre la arquitectura Art Decó en la ciudad.
Desde el principio, cuando recién lo vio se sintió enamorada de ese joven hermoso y además inteligente, que acotaba frases ingeniosas en el transcurso de la exposición del conferencista.
Su mejor amiga, le comenta cuando se da cuenta de su embobamiento.
¿No te das cuenta que esta fuera de tu alcance?
A ella no le importó el comentario.
Era el hombre con quien se casaría, lo había decidido en ese preciso momento.
Su amiga la miró moviendo la cabeza de un lado al otro como diciendo:
¡¡Esta tontita, cree que podrá conquistar a ese!!
Se fue dando todo ese día, de una manera casual. Ambos quedaron sentados en el receso en la misma banca del patio -jardín, que tenía la Sociedad de Arquitectura.
Allí ella sintió, que era la ocasión precisa para poder conversarle de lo que se había hablado en la charla.
Empezó a hacerle comentarios sobre la obra de Francisco Salomone el arquitecto que deslumbró al país con sus instalaciones en la Provincia de Buenos Aires.
El la miró sorprendido y le contestó:
No tenía idea que alguien como tu ( ella no supo escuchar el dejo de ironía en la frase ) podía saber algo de Salomone ....Alguien a quien admiro por sus formas de construir en lugares desolados.
Así empezó la relación.
Cuando ella se levantó de la banca, él pudo admirar sus curvas voluptuosas y se dijo a si mismo.
¡¡Que minita más linda!! que cuerpito...y le miró los labios entreabiertos como si fueran a darle un beso a alguien...labios gruesos y bien formados.
Como para morderlos ...pensó él.
Ambos entonces empezaron a verse no como novios ni mucho menos, sino como amigos, pero con picardías...
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