Hace unos días recibí una declaración de amor, que aún no he contestado. “Yo también te quiero” decía. No puse en duda la sinceridad, pues yo la buena fe siempre la supongo, pero me llamó la atención ese “TAMBIÉN”, que presupone el conocimiento de mi sentir.
No obstante, y ya que la entrañable frase iba acompañada con el obsequio de dos simpáticos emoticonos y dado que “AMOR CON AMOR SE PAGA”, antes de despedirme de este hilo , pues otras labores me reclaman, corresponderé yo también con un obsequio.
En este caso son dos textos literarios, cuyos autores, lejanos en el tiempo (uno es del siglo XVII y otro de hoy mismo) tienen más coincidencias de lo que a algunos pudiera parecer lógico.
El primero tiene historia, que cuento como me contaron. Luego supe del autor y citaré las palabras originales: Se trata de EL LABRADOR QUE NO SABIA EL CREDO de Lope de Vega.
El segundo pertenece al artículo del diario EL PAÍS del domingo 22/3/2014. Se titula “FIEBRE DE SABER" y lo firma Antonio Muñoz Molina.
Les dejo con prólogo y fragmentos y les envío un saludo
Ebúrnea
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Hace muchos, muchos años, tantos que no existía Wikipedia, había una señor que vivía allende los mares y que tenía un grave problema. Este problema le hacía sufrir y sufrir, pues como suele decir el vulgo, el problema era el denominado :“QUIERO Y NO PUEDO”.
El hombre iba saliendo del paso como podía, e incluso miraba por encima del hombro, creyendo así que engañaba y acallaba a las personas de su entorno. Pero, ¡Oh, mala suerte!, sucedió que viose en un brete que tenía relación con la salvación de su alma. Lo que hizo para resolverlo, nos lo cuenta un hombre de su época, que algunos llaman SIGLO DE ORO, ( nombre merecido en parte gracias a él). Este hombre, llamado LOPE DE VEGA, a fin de no dejar en evidencia a nuestro protagonista, cuando contó la historia dijo que aquél era LABRADOR.
Pasaran los años y viéndose que recordar los tiempos pretéritos, y a los sabios que en ellos dejaron sus enseñanzas, es cosa buena, fuime al lugar donde habitan los libros y puesto que, por suerte, me hallo ante amantes de la buena literatura decidí obsequiar con una página que es oro al ponente y a la audiencia de este post.
EL LABRADOR QUE NO SABÍA EL CREDO
“ Confieso a vuestra merced ingenuamente que hallo nueva la lengua de tiempos a ésta parte, que no me atrevo a decir aumentada ni enriquecida; y tan embarazado con no saberla que, por no caer en la vergüenza de decir que no la sé para aprenderla, creo que me ha de suceder lo que a un labrador de muchos años, a quien dijo el cura de su lugar que no le absolvería una cuaresma porque se le había olvidado el Credo, si no se le traía de memoria.
El viejo, que entre los rústicos hábitos tenía por huésped desde el principio de su vida una generosa vergüenza, valiose de la industria por no decir a nadie que se le enseñase, que a la cuenta tampoco sabía leerle.
Vivía un maestro de niños dos casas más arriba de la suya; sentábase a la puerta mañana y tarde, y al salir de la escuela decía con una moneda en las manos: «Niños, ésta tiene quien mejor dijere el Credo». Recitábanle cada uno de por sí, y él lo oía tantas veces que, ganando opinión de buen cristiano, salió con aprender lo que no sabía”.
Lope de Vega
P.D Las negritas son mías
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FRAGMENTO FINAL DE “FIEBRE DE SABER” DE ANTONIO MUÑOZ MOLINA
“………………….. por muy brillante que sea la hipótesis enunciada por un físico, no valdrá nada si no recibe la comprobación experimental. Habrá de pasar tiempo para que eso suceda o, quizá, no suceda nunca. Algunas lumbreras, expertos poseedores de un raro saber, que nadie comparte, nunca conocen la humildad de la incertidumbre. Levantan con sus palabras edificios, que sus acólitos reciben con reverencia y no corren así peligro de refutación, tan sólo de pasarse de moda. De nuevo vienen bien aquí unas palabras de Nietzche: “ENTURBIAN EL AGUA PARA QUE PAREZCA PROFUNDA”.
(Antonio Muñoz Molina)
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