Ése fue el final de Arrio:
Según sugirió en su descripción Atanasio (296-373 d.C) el obispo de Alejandría, tras el debate en su sede, Arrio (256-336 d.C) murió envenenado por Dios.
Arrio afirmaba que Jesucristo no era Dios, sino hijo de Dios.
Panteísmo: todos somos hijos de la naturaleza o sea de Dios.
Gabriel Carretié González
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