Iniciado por Alberto:
No sé si se refiere a que tiene esa impresión cuando lee algo que haya escrito yo, o si le pasa con cosas que haya escrito usted. En todo caso, las proposiciones de ese tipo “bordean límites” propios del lenguaje; el pensamiento se aproxima a la cosa sin llegar a tocarla.
Jajajajaja, bien Alberto; me refería desde luego a algunas cosas que he escrito yo mismo. Cuando antes escribía alguna nota sobre algo nuevo que de pronto me parecía extremadamente claro, no sentía ninguna necesidad de extenderme con explicaciones o contextos (de tan claro que me parecía); y luego, cuando en otro momento repasaba mis notas me sorprendía no poder encontrar la razón por la cual había escrito algunas de ellas. Solamente me quedaba la chocante impresión de que era algo importante y..., ¡evidente! Por eso adquirí después el hábito de enriquecer mis notas sobre ideas "bastante claras" describiendo el contexto en el que surgían y proponiendo al menos un ejemplo. A veces la evidencia se esfuma durante este ejercicio.
Iniciado por Alberto:
Estoy hablando del asiento intuitivo. No hay cosas como la razón, el entendimiento, la intuición, …; son abstracciones que se hicieron con fines sin finalidad, esencialmente especulativas, sustituciones de procesos que se desconocen y de los que no se puede dar cuenta. La fenomenología, no obstante, ha desarrollado ideas al respecto muy sofisticadas que, en muchas ocasiones, no son más que construcciones sobre una interioridad sin relación con la exterioridad en la que se apoya.
¿Has leído "La historia de mi vida", escrita por Hellen Keller? La parte en que narra cómo fue que adquirió la palabra y la liberación que eso significó para ella me parece la descripción de una experiencia muy rica e intensa. Estaba sumergida en el mundo, pero el mundo era muy pobre para ella; la palabra se lo abrió, y yo interpreto esto en el sentido de que súbitamente experimentó que su capacidad de interacción se ampliaba sin mesura.
La palabra "cosa" tiene un significado de aplicación tan general como el de la palabra "ser". Casi cualquier cosa es una "cosa", jajajajaja. Me gustaría expresar de esta otra manera lo que dices: "Ni la razón, ni el entendimiento, son de esas cosas que interactúan". Pero yo no diría que son "abstracciones", pues como tal vez recuerdes, niego que exista el proceso de abstracción (por lo menos tal como lo entiende la escolástica); tampoco diría que son nociones que resulten de la especulación. Tiene que haber palabras que se refieran primariamente a experiencias más o menos simples, como la palabra "agua" que Hellen Keller aprendió en primer lugar. Inicialmente simple -por la experiencia que significó-, esa palabra se fue haciendo cada vez más compleja para Hellen Keller, como puede serlo para una persona que haya nadado, visto la lluvia, observado el mar, experimentado la satisfacción de su sed, la caída de la nieve, patinado sobre el hielo, etcétera. Un químico que estudie esta substancia añadirá al "contenido" de la palabra "agua" la referencia a interacciones cada vez más sofisticadas, pero también le asociará el establecimiento de relaciones de relaciones, como cuando dice que "el pH del agua pura es 7". Las palabras "razón" y "entendimiento" son comparables en esto a la palabra "agua", excepto en que ésta se refiere primariamente a una cosa que interactúa, mientras que aquellas se refieren primariamente a una pluralidad (cada vez más amplia) de interacciones que organizamos más o menos como sistema. Pienso que para quien inventa alguna palabra, ésta siempre guarda una referencia al menos indirecta con el ámbito de las interacciones (la exterioridad); pero para quien llega a enterarse de ella mediante la escucha o la lectura puede parecerle desvinculada de aquel ámbito, al menos por algún tiempo (o para siempre si renuncia a entenderla, es decir, si interrumpe el establecimiento de las relaciones que lo llevarían a conectarla con "la exterioridad").
Saludos Alberto
Juan Florencio
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