Forma de ensayo 2

Asumo la mentira (el artificio de la misma) como principio de mi realidad: o de lo que se suele llamar como el origen de la extraordinaria y muy concreta experiencia, de lo denominado, en este caso, como la falsedad del engaño de mí ser.

Algo que se sostiene (repite y palpa) sobre una supuesta verdad, sumergida, intangible, y en tanto esto, al margen de idealizada concepción de la verdad.

Sobre los autos engaños y mentiras (en virtud de este principio) de nuestra experiencia: y en tanto esto, de todo nuestro mundo, (supuesta y objetiva realidad, como muy concreta objetiva falsedad) construida a partir de la experiencia, es decir la mentira y el engaño.

(En función de los productos mentales, derivados de la misma)

Soy un hombre, un constructo, en tanto tal, producto de la mentira y el engaño, porque estoy siendo representado y sostenido, determinado y limitado, por los atributos y fines, que el orden en su necesidad de realización manda, en tanto esto, existo como tal, por la actividad discursiva y los atributos representativos de la palabra, es decir, por la mera fabulación y cristalización de unos productos, y la acción de unos desconocidos mecanismos, de algo denominado como mente.

Y que como tal, como un extraño y oscuro personaje, obedezco a todo un mundo, (una realidad, un contexto) fundado en la mentira y el engaño.

De aquí que no crea, ni tome en serio, lo que yo pueda ser y representar para ti, y menos para este mundo.

Estoy convencido de que esta falsa y concreta experiencia del engaño, que asumo desde la practica de la mentira, esta muy lejos de llegar a ser una experiencia de lo que se autodenomina como lo real.

La mirada se prenda de la imagen, la mentira, se enamora de las múltiples formas de la segmentación y materialización representativa de esta. La división y segmentación es imposible, en tanto esto, la experiencia de la fragmentación y división, solo son posible por los atributos y artificios de la mentira y el engaño.

Toda imagen, en si es, cuando se queda quieta, inmóvil, cuando se puede retomar una y otra vez, una mera construcción mental, espacialmente determinada (disfrazada se viste de farsa en su ilusión) a partir de la negación, como lo contrario, al movimiento, a el cambio, a la transformación constante.

La palabra es signo, instrumento representativo, de toda forma de registro, como patrimonio representativo, de esta supuesta acumulación de imágenes, construcciones mentales manejadas y utilizadas, empleadas por el intelecto y el lenguaje asociativo, para decir, señalar, especificar a través de ellas, la construcción del engaño la mentira, en que se sustenta y cimienta nuestra prodigiosa civilización.

La determinación de algo indeterminable, en tal sentido es imposible, ni la foto, ni la palabra, ni ninguna imagen, alcanza el sentido de lo real, para diferenciar, distinguir, significar lo que no se puede por medio de su uso. Ni por el medio, el producto creado, desarrollado por un artificio, artilugio, de la productividad de nuestro auto engaño colectivo.

El discurso falaz, como el mecanismo del movimiento fílmico de la asociación dinámica de unos sucesos ficticios, ponen en juego, en funcionamiento, la simulación dinámica, móvil, hacia el adentro de nuestras cavernas, cabezas donde tienen función y difusión la naturaleza artificial de tales fisiones, fragmentos y mentiras.

Los fantasmas cobran vida y un protagonismo cierto, por el movimiento, como por el arte y el artificio de la película de nuestra autoría, fisiones he ilusiones.

La palabra entonces, como la única posibilidad de hacernos real, en la construcción ficticia, para auto representarnos y auto reconocernos en la ficción, el engaño, la mentira, es decir como el material de la única realidad posible, lo concreto del material con que se operan, crean, reproducen y representan, constatan y reconocen, como auto se certifican, las construcciones de los filmes mentales, es la única posibilidad.

Con que se adviene a auto determinar, los contenidos y significados de nuestra dinámica experiencia, ficción, visión comprensión, etc., de tales objetivas realidades, sucesos, materializadas y rodadas, como protagonizadas y representadas, un ay otra vez, atreves de la construcción, reconstrucción constate, por el relato de nuestro, ego-retóricos, auto sumidos protagonismos, sementados, como los melodramas mentales de nuestras aflicciones internas, viene a significar la imposibilidad de toda verdad.




Las palabras que se aprenden, se elaboran, registran, copian, cifran y almacenan, proyectan y reproducen, se crean y reparten como el pan, se toman y manipulan mentalmente, tanto como se reproducen artificialmente, para la retención capitalización y acumulación, para la experiencia propia, en la auto retórica y discursiva representación, de la mentira, de la falsificación constante, en la que nos auto reconocemos y auto experimentamos en al ficción, una y otra vez, nos terminan auto engañado y auto convenciendo de su impostada veracidad.

Tan así, de importante, poderosa y esencial, que nos es la palabra, la imagen, la representación, su posibilidad de producción, reproducción, representación, como proyección discursiva, para uno, como para los otros, (dadora de la única forma de realidad posible ostentadle y constatable como algo) como derivada del poder de su magia, construida a partir de una realidad imposible de aprender, inmovilizar, segmentar, retener, copiar, congelar reproducir.

Sin embargo, este instrumento, constructor, objeto y material mental, nos permite lo imposible, transferir, clonar, propagar, crear y recrear, sostener, reconocer y confirmar, el triunfo histórico del relato, de la posesión y cuantificación de la mentira, de su uso y abuso productivos, en el éxito de la falsificación y el engaño.

Nos ha permitido esto, el poder establecer un mundo mental, fundado en el poder y el desprecio (amen de la omisión de la ignorancia no reconocida) paralelo al real, falsificado por nuestra barbarie, como algo posible, como la mentira posible, el robo y el engaño posible, de lo que sea la energía, el movimiento, el poder, del llamado mundo real, a manos y por el poder de la llamada narrativa civilizatoria.

Transferir, clonar, propagar a otros sitios, como la reproducción en serie, de la fábula comulgante, de la mentira redentora dada y repartida con la ostia, cosa que si es posible, a sido posible hacer y establecer por el producto, la herramienta, la técnica que comprende e implica tanto milenios, de practica de la falsedad, a través de la llamada construcción desarrollo de la lingüística.

Es así, que sea lo que sea la vida –muerte, o meros nombres términos, como dados y falsos objetos, dables a nuestra experiencia, para nuestra auto construcción, dados a lo incomprensible, he inaprensible, como indefinible, de lo que sea la energía, el movimiento, el poder, de eso, definido y segmentado en nombres.

(La vida, lo que pueda ser eso, no se encuentra en los seres vivos, si no que constantemente se manifiesta, corre, se expresa, a través de los llamados y determinados como fijados y determinados por la mentira como seres vivos, es un flujo “constante” que en tanto movimiento en una constate transformación representaría a lo indeterminable, he inaprensible, e innombrable, por más que nuestras calificaciones definiciones y nombre se esfuercen, estos no la pueden definir, tener, ni retener, por mas que la hagan suya, atreves del engaño , la falsificación y la mentira, como objeto de si mismos, por medio de los nombres)

Sea lo que sea, absolutamente la desconocemos, la ignoramos como experiencia, ya que vivimos la mentira, y de la mentira. Es decir, a través y en función de los supuestos nombres dados a las cosas.

Dada la competencia entre tantos virtuosos y maestros como profetas de la mentira, la falsificación y el engaño, podemos establecer la organización del gran jugo, calificable como el fraude de nuestra civilización, en tanto esto, es licito y posible, apelar al arte de la palabra, al artificio del desarrollo de la mentira, el enmascaramiento, para ocupar, negar, capturar, aprender, en tanto cuanto crear y disponer a voluntad de la necesidad del juego, de los amigos y enemigos, de los unos y otros, dividiendo en cuanta clase sea posible, lo imposible de dividir y fragmentar, creando moldeando el ser y la participación del otro, como su atención y participación en el juego, a través de un nombre dado, una historia, una memoria, por la cual regirse y erguirse como alguien capaz de jugar y participar en la producción, el desarrollo de la mentira.

El gran juego del auto engaño colectivo, en función del poder crear, moldear, como definir la participación del otro, los otros , a imagen y semejanza de la necesidad del juego, en tanto esto, así poder disponer de la participación del otro, atrapada, definida y reglamentar su participación, por el tenor de la necesaria asunción de un nombre impuestos por los intereses de la organización y realización, materialización dinámica del curso y protagonismo histórico de la gran mentira.

Del gran juego, que define por la naturaleza del mismo, los niveles de participación, a través de la acción y el don del poder nombrar y por aquí poder establecer y otorgar la definición y participación de cada quien. Otorgada por el orden y la distribución del juego, en lo que se dice y establece y se decide anticipadamente, la participación acondicionada de cada jugador, actor, como el papel y el rol, de su segmentada fragmentada vida, energía, participada de la gran farsa.

Suministrándonos el gran poder del juego, una realidad objetiva, falsa, artificial, creada por la imperiosa necesidad de su acontecimiento y desarrollo, como fin histórico, o en nombre de las imperiosas necedades económicas productivas del gran juego y mentira.

Categorías y definiciones otorgada e impuestas, como repartidas por la falsedad del absoluto poder de nombrar, dada en suplanto del robo, la expropiación, de lo realmente desconocido, es decir de lo que sea, la supuesta indeterminación de lo denominadle como la vida-muerte, en su imposibilidad e indefinición.


Osando auto representarme como el gran poder, que defino el juego, y las reglas del mismo, puedo hacer y establecer la necesaria división de la energía, para que la energía, auto confinada, auto esclavizada de alguna forma, reducida a un nombre, a una forma fijada y prescrita por mi, trabaje para mí, me sirva y rinda su esfuerzo, confinada a mi intereses, en la auto sustentación, y autogeneración de mi juego, de mi mentira, y para el auto convencimiento del poder de mi acción, y la supuesta desgracia de la energía, la muerte-vida, explotada segmentada por la aflicción de mi juego.

Puedo hacer que me entregue lo mejor de su vida –muerte, de su realidad, de su mundo, a cambio de mi construcción, y que el pase a ser con su indefinición y energía, vida-muerte, lo que yo quiera que sea, y crea necesario, imprescindible, que el otro creado y establecido por mi poder sea, para mi y mis intereses, como intenciones, de posesión de lo que sea el sacrificio de su poder.

Me sirvo personalmente, verbalmente, lingüísticamente de la realidad construida por mi relato, imponiéndola como la realidad, la verdad absoluta, revelada por mi palabra, la visión, mi visión.

De la que no podrá escapar ya que yo se la confirmo, ya que arteramente, mentalmente, con mi autoridad consagrada y consolidada por todos los santos, (por algún relato sagrado) lo castro, lo privo, lo anulo, lo ciego, lo imposibilito, como creador, de palabra y mundo, de falsedad y mentira, es decir de alguna genuina forma de realidad o mentira, o mediocre forma de mentira. A todos aquellos que puedan intentar osar y establecerse como competidores, ostentando liberarse del mi invento, de las reglas originarias y sagradas del producto de mi juego, es decir obstando liberarse del verbo, de la división y distribución de la realidad, la mentira, es decir, intentando liberarse del la mentira con otra mentira.

Es decir que le impido ver, crear, liberarse de la mentira, haciéndole ver, creer, lo que a mí me interesa que vea, crea y cree, capturando su tensión, atención, en virtud de el nombre, la realidad fragmentada y acotada, a la definición y la forma que le atribuyo.

Le impido, le prohíbo, mentir-crear, es decir, que sea hacedor de otras formas de auto engaño, auto mentira, privándolo de verdad, libertad, es decir aseso y contacto con la inexistencia, haciéndole esclavo de la existencia, de mi voluntad, atreves de una mentira, la materialización relatada del engaño, en virtud de una gran construcción, visión colectivizada, en la organización de la farsa.