TITULO: LA GOTA
Es un relato real como la vida misma. Sacado de unas horas dedicadas a la observación, aunque dejándome llevar en gran parte por la fantasía. Sin ella ningún escrito sería válido.
Ella comprendió que la vida se había convertido en algo demasiado pesado para llevarlo con una sonrisa como lo venía haciende desde años atrás. Se trataba de una persona en dificultades invisibles para casi todos, menos para mí que me había dedicado a observar los más pequeños detalles. Ahora había llegado el momento que se encontraba en una encrucijada, y aunque doliera supe que tomaría una decisión.
Imaginé que de pronto se dio cuenta que ya no quería seguir siendo la persona sumisa. La que intentaba que no se traslucieran sus decepciones. Porque eso sí, la vida a lo largo de los años, le había dejado muchos sinsabores, que nuestra protagonista trataba de no demostrar.
Pero siempre llega este momento en el que el vaso, está a punto de rebosar y que con solo una gota, una gota minúscula tira al traste todas las buenas intenciones de seguir siendo sumisa y dócil.
¿Cuándo llegó esa gota? Ni lo sabía ni me importaba, simplemente llegó y el agua del vaso empezó a desbordarse, porque después de esa gota impertinente, llegaron más. Todas las que fueron viniendo, en lugar de esconderlas simplemente las dejó escapar, y el resultado fue francamente desastroso.
No eran gotas, ya era un caudal, un torrente que arrastraba todo lo imperfecto de su vida.
Con el desbordamiento, vinieron también los recuerdos tristes, las imágenes dolorosas, que parecía las tenía olvidadas, pero no. No lo estaban, porque en cuanto tuvieron vía libre salieron atropelladamente, dejando al descubierto, esa persona que casi nadie conocía. – Excepto yo, que la había estado observando desde tiempo atrás -Ni ella misma se reconocía en aquel ser, -que-por fin- parecía saber muy bien lo que deseaba. Nunca antes de ahora se había atrevido a mostrar esta parte de su personalidad.
Tardó años en descubrirse a sí misma, y lo peor de todo fue que no se gustó. Le afloró la amargura. Se encontraba sola, y por supuesto se sentía fracasada en su vida tanto laboral, como familiar.
La familia que se suponía tenía que ser un soporte, también la falló.
Y para ser feliz, tuvo que buscar en todos sus recuerdos, aquellos que de alguna manera, dejaron una huella grata, plácida. Para revivir todas estas sensaciones, no le quedaba más remedio que remontarse a su más tierna infancia. Mucho antes que la vida le pusiera ante el dilema de tener que esconder su verdadero carácter, para mostrar a todos, lo que en realidad no era.
Una persona sumisa y feliz.
Yo, quiero imaginar que ella nunca se dará cuenta de mis observaciones, y desde luego de mis ansias de escritora, que usa parte de las vidas de quienes están más o menos cercanos a mí, para describir cosas que muy bien podrían ser ciertas.
Agosto 2013
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