LA OTRA CARA DE LA MONEDA: (2ª PARTE DE “E L S O B R E )
Durante mucho tiempo, Rhut se consideró una mujer afortunada, muy afortunada. Tenía la vida que siempre había soñado. Su casa en una exclusiva urbanización era de diseño. Sus relaciones sociales excelentes y una posición económica más que acomodada. Pero todo ello, que le encantaba, no era lo importante de su vida: tenía dos niñas preciosas. Estudiaban en un colegio bilingüe y viajaban al extranjero. Las miraba y casi no podía creer la suerte que había tenido. Pero tampoco eran las que le daban la FELICIDAD con mayúsculas, el sentido de su vida, ese TODO indefinible, pero absoluto que llenaba su existencia. Esa plenitud, ese respirar de cada día se lo proporcionaba su marido, Ricardo.
Lo había conocido muy jovencita, recién terminados los estudios de Bachillerato en el Liceo Francés y cuando estaba a punto de matricularse en Filología con su amiga de siempre, Marta.
Rhut tenía una vida interior rica. Se educó en una familia de clase media refinada intelectualmente. Su padre era concertino y ella tenía estudios de música. Gustaba de tocar el piano. Hablaba tres idiomas, deseaba viajar, leía y hacía sus pinitos con la escritura. Con Marta formaba un tándem perfecto. Sus trabajos a dos firmas habían recibido innumerables veces la felicitación de los profesores.
Conoció a Ricardo de la forma más tonta y menos romántica imaginable: Coincidieron en un tren cuando ella se desplazaba a Madrid unos días a realizar un pequeño master. Marta estaba enferma y tuvo que ir sola.
Durante una hora, se saludaron y poco más. Luego se dieron cuenta que ambos iban leyendo y se interesaron mutuamente por los libros. Conversaron y conversaron y el tiempo voló: Fue como un fogonazo para los dos. Ambos, al bajar del tren y despedirse se sentían mareados. Se habían dado los teléfonos. Él la llamó. Nunca más se separaron. El amor del uno por el otro no tenía fisuras. Rhut habría vivido en la pobreza si él hubiera sido pobre. No hubiera tenido hijos si él le hubiera dicho que no podía tenerlos y hubiera viajado al fin del Mundo por él.
Ricardo la amaba de igual forma. No quería truncar su porvenir, así que la conminó a seguir estudios, terminar la carrera. Él esperaría lo que hiciera falta. Pero ella no quiso. Sólo deseaba vivir con él. Estar a su lado todo el tiempo que pudiera, sin importarle nada más. Tuvieron dos niñas y como él entró en los negocios inmobiliarios de su padre ( muy complicados para ella) fueron subiendo su estatus hasta llegar a la alta sociedad.
Mantuvo su amistad con Marta. Primero por correspondencia, cuando ella trabajaba en Francia y durante las vacaciones. Después, cuando ella pidió excedencia para casarse con Arturo, cerca ya de la treintena, marcaron una tarde para ir de compras y tomar café todas las semanas. Además, Arturo cuando entró en política, fue progresando de forma fulminante. Las dos parejas salían juntas a cenar de vez en cuando e incluso habían hecho un crucero llevándose a los niños.
En una tumbona ellos hablaban sin cesar de negocios. Ellas con los niños en la piscina o en el salón charlaban de sus cosas. Rhut era más habladora que Marta, pero, la conocía de siempre: Ella era así, aunque quizá algo más agudizado con los años..
Últimamente Marta hablaba aún menos, había adelgazado y su mirada parecía extraviada. Le dijo que le habían diagnosticado un principio de depresión, pero que se estaba tratando
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- Tú lo que debes hacer es distraerte y no pensar tanto
- Ya lo procuro, pero necesito mi tiempo.
Fue de golpe, de repente. Un día Ricardo le dijo que estaban prácticamente arruinados. Sintió que le faltaba el aire, pero reaccionó.
Y así fue. Ricardo de momento fue encarcelado hasta que saliera el juicio, para evitar su fuga. Podía salir, retirándosele el pasaporte, pero la fianza era tan alta que Rhut no conseguía dinero para hacerla efectiva. El tiempo para que se cumpliera el plazo pasaba inexorable. En el segundo vis a vis, Ricardo estaba pálido, con un semblante que asustó a Rhut.
- No te preocupes. Venderemos esta casa y el chalet. Nos compramos o alquilamos un piso pequeño. Yo hablo con las niñas. No te preocupes, de verdad, cariño; esta crisis pasará y te reharás.
- Es peor que eso, Rhut. He tenido negocios no muy legales. Esto ha sido un pelotazo. Todo el mundo lo hacía y yo también me subí al carro. Ahora tengo una demanda; estoy imputado de dos delitos: Defraudar a Hacienda y fuga de capitales. Debo mucho más de lo que imaginas. Además van a juzgarme y si salgo culpable estamos perdidos.
Le contó todo a su amiga Marta. Lloraron juntas. Marta tenía una buena posición y le regaló sus joyas. Rhut le pidió que hablara con su marido, pero Marta buscaba excusas. Un día habló con claridad.
- ¿Qué pasa, mi vida?. Estoy luchando por ti. Ten paciencia; lo solucionaremos.
- Creo que no tengo salida. Aquí dentro me corroen las ideas. Doy vueltas y vueltas. Sé que no he obrado bien, pero creo que ha sido por daros una vida mejor. También por mí, por destacar; no sé estoy confuso y necesito ayuda. No pienso con claridad. Pero lo que sé con total seguridad es que no podré soportar es la vergüenza y la ruina. Menos… menos… mal que tengo un seguro de vida especial que cubre todas las contingencias, hasta las excepcionales.
- ¡Por Dios, Ricardo!. Aparta ese pensamiento de tu cabeza. Tú eres mi vida. Nada mi importa si tú no estás.
- Si al menos estuviera en la calle… Tengo contactos que me ayudarían. Le he echado una mano a algún que otro pez gordo… ya me entiendes. Pero aquí dentro no tengo posibilidades.
- Yo haré lo que pueda; te lo prometo. Tú procura descansar, aquí no puedes hacer nada. Confía en mí; algo se me ocurrirá, algún camino habrá.
Contó a Rhut su calvario. El maltrato físico y psicológico de que era objeto. De todo lo que carecía: Libertad, dinero, incluso autoestima. Por eso estaba deprimida. Por eso no se atrevía a hablar con Arturo y pedir el dinero que ella necesitaba.
Un día, próxima la fecha de hacer efectiva la fianza, Marta le explicó su plan de evasión. Había abierto un apartado de Correos. Allí le enviaban la documentación desde Francia a donde había pedido el reingreso. Estaba en expectativa de plaza. Pensaba marcharse en coche, de noche, sin dejar pistas y una vez situada y con la nacionalidad francesa actuaría. Solicitaría el divorcio y la custodia del niño. Solicitaría protección, después de hablar con sus abogados. Llegaría donde tuviera que llegar, pero levantaría cabeza. Iba a luchar por su vida y la de su hijo y cuando decía VIDA, se refería a Calidad a Proyectos, no sólo a la subsistencia que su sumisión le aseguraba . Necesitaba alguien en quien confiar, para darle la llave del apartado de correos y para que le diera noticias de España y del niño. No había dudado. Ella, su amiga era en quien había pensado.
- ¡Santo cielo, Marta! Y yo que envidiaba tu situación, cuando la mía es tan desesperada.
- Tú tienes amor, pero ¿ y yo?
- Tienes a tu hijo.
- Sí y mucho miedo. Cada vez es más tímido. Temo que esté enfermando psicológicamente. No sale de su cuarto, no habla. Además, Arturo ha dicho que si intento separarme y llevarme al niño acaba conmigo. Te juro que le creo; él es capaz de pagar a un sicario.
- Tenemos mala suerte. Cada una tiene de lo que carece la otra. Yo tengo amor, pero no tengo dinero y tú… bueno tú no tienes dinero tampoco, tan sólo lo aparentas. Algo sí tenemos en común ¡MIEDO!, Yo temo por la vida de mi marido, y tú por la tuya. …!mala suerte, mala suerte. Te confieso Marta que estoy DESESPERADA.
Y ambas se fundieron en un abrazo, antes de decirse adiós, Rhut había sido totalmente sincera. Estaba dispuesta ayudar a su amiga como fuera. En el bolsillo llevaba la pequeña llave del apartado de Correos. Periódicamente iría y remitiría los documentos. Se comunicarían por medio de Internet, con el nuevo correo que Marta había abierto. Sentía piedad por ella, por su soledad. Sin duda haría lo que pudiera por ella
- Sé que lo estás pasando mal, pero no tengo a nadie más.
- No te preocupes de nada. Se va a solucionar todo, ya verás.
- Y a ti también. No sé cómo, pero saldremos adelante
Se acostó temprano. Estaba cansada. Hacía ya tiempo que su mente estaba embotada. Esa noche las niñas dormían con sus abuelos, que tenían un apartamento en la playa. Era fin de semana y se habían marchado con ellos. Estaba sola.
En la cama se acordó de Ricardo y se echó a llorar. Las sábanas le parecían frías y el silencio caía sobre ella como un peso que casi la aplastaba. Finalmente se durmió. Soñó mucho. Ella corría, llamaba a los timbres de todas las casas y nadie abría. A su paso las ventanas se cerraban, la gente se metía en los portales…. A lo lejos, las campanas de la catedral tañían a funeral, cada vez más fuerte.... Pero una puerta se abrió y una persona sonriente le dijo “HOLA”. Era Arturo, el marido de su amiga. Al abrirse esa puerta, las campanas dejaron de oírse. Se despertó súbitamente y se sentó en la cama en un baño de sudor.
De repente una especie de claridad se abrió en su cerebro:Arturo tenía el dinero para que Ricardo saliera de la prisión preventiva y se pusiera en funcionamiento, o lo que es lo mismo, tenía lo que podía salvar la vida de su marido, por la que temía seriamente. Lo había visto en sueños y lo sabía. Ricardo no aceptaría la vergüenza de la cárcel ni la ruina de su familia JAMÁS.
Pero ella, Rhut, podía salvarlo porque tenía algo valioso. Algo que ofrecer a Arturo y por lo que pagaría. Sentada y sudorosa en la cama, se dijo a sí misma que tenía la llave de la vida de su marido: Tenía el plan de Marta.
Pero Marta era su mejor amiga y quería salvarse. Marta huía y confiaba en ella. Si la traicionaba la dejaría sin futuro. NO, no podía hacerle eso a su amiga. Quiso apartar la idea, pero no pudo.
Durante horas Rhut fue una rumiante mental. Veía a su marido libre, con ella y las niñas…. Pero sobre todo lo veía CON VIDA. Supo que de ninguna forma era soportable para ella no jugar cualquier baza para defender, SALVAR la vida de su gran amor, Ricardo.
¿Y Marta? ¡qué gran dilema!. Pero ella no estaba en riesgo de muerte. Vivía mal, es cierto, pero se amoldaba. Además, siempre cabía la posibilidad de acudir a la "Asociación de Mujeres maltratadas", de buscar refugio. Tenía algunos familiares…..
Finalmente concluyó que Marta tenía todavía alguna posibilidad y Ricardo no.Con las manos temblorosas se dirigió al teléfono. Se sentó en la butaca y marcó el nº del despacho de Arturo.
Arturo oyó alguna frase dicha con voz débil al otro lado del hilo. Su semblante se volvió muy serio repentinamente.
- Hola Marta: ¿qué es de tu vida? ¿ Pasa algo?. No esperaba que me llamaras aquí a estas horas.
Y, dirigiéndose a su secretaría dijo:
- Disculpa un momento, por favor, sólo un instante.
Valencia31/Marzo / Ebúrnea
- Ya continuaremos luego. Siga vd. con el trabajo de hoy. Ah!, por favor, que nadie me moleste en la próxima media hora.
- Muy bien señor.
- Rhut, ¿sigues ahí?.
- Estupendo, no te preocupes de nada. ¿Qué sitio has elegido para vernos?
- Perfecto, mañana desayunamos y hablamos. A partir de ahora no te preocupes por Ricardo. No te preocupes por nada; estás en buenas manos
P.D. Este artículo, complementario de “EL SOBRE”, es la visión desde otro ángulo del mismo asunto. He procurado ( no sé si conseguido) ser simple transcriptora de los hechos, sin tomar partido. Las protagonistas han pasado por una terrible circunstancia y yo simplemente la he contado. Ese es uno de los DOS propósitos de estos dos artículos. Los resumiría así:
- 1.- Comprobar que un mismo hecho puede tener distintas lecturas , según el ángulo en que se mire. En este caso, nuestro juicio sobre Rhut, puede ser el mismo o puede matizarse. No lo sé. Yo no soy la lectora.
- 2.- Comprobar si es posible ante hechos conflictivos y que plantean decisiones que pueden ser juzgadas muy negativamente, si el escritor/a puede ser imparcial o lo que es lo mismo: “simplemente el que cuenta los hechos”. No sé si lo he conseguido.
Por supuesto, cuando me enfrente a los hechos, vistas las dos caras de la moneda, como lectora, daré mi opinión. Pero una cosa ya sé. No será en blanco y negro,” buena, mala…..” Quizá haya tonalidades. Aún no lo sé.
Saludos
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