Jesús no inventó el acto de lavar los pies de otros, tampoco fue un mandamiento, la práctica ya existía.
Se practicaba diariamente como acto de cortesía y de hospitalidad en países orientales.
Jesús no introdujo este acto en la iglesia como rito o ceremonia, como acto de culto (p. ej., como la cena del Señor) como algunos suponen.
El pronombre vosotros no se refiere a nosotros sino a los apóstoles, o sea palabras dirigidas no a nosotros sino a los apóstoles.
Jesús estuvo curando una enfermedad espiritual en sus apóstoles, porque fueron llevados por su orgullo y egoísmo para buscar señorío el uno sobre el otro. Por eso, ese ejemplo era muy necesario para ellos.
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