El Bautismo forma parte de lo que la Iglesia llama Sacramentos de Iniciación. Siguiendo la analogía de la vida natural, que tiene un origen, un crecimiento y necesita un sustento, el cristiano nace a la vida de la Gracia por el Bautismo, crece por la Confirmación y se nutre y fortalece por la Eucaristía. Todavía faltan los demás Sacramentos llamados de Curación y de Servicio a la Comunidad, que conforman en plenitud la vida Cristiana.

La predicación del apóstol Pedro (primer papa de la iglesia católica) en Jerusalén llega al corazón de sus oyentes. Estos preguntan a San Pedro y a sus demás apóstoles “¿Qué hemos de hacer?” siguiendo el mandato del señor (Mt28,19) San pedro responde convertíos y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo para remisión de vuestros pecados; y recibiréis el don del espíritu Santo.

Juan el bautista había predicado un bautismo de agua y de arrepentimiento...





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El bautizmo fundamenta a la pertenencia de la iglesia de Jesucristo, en el comienzo de la vida cristiana. Los bautizados son fortalecidos y santificados por el don del espíritu. La eucaristia permite a los creyentes participar en la vida de su señor y hace de ellos una comunidad.

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El bautizmo es valido una vez y para siempre...

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La iglesia llama al bautizmo a tanto a niños, como a adultos, los que reciben el bautizmo en la edad adulta pasan primero por una face de aprendizaje de la fe: es el catecumenado, que los conduce con etapas al bautizmo. Cuando los padres y padrinos llevan a un niño a bautizar, prometen educarlos critianamente y catequizarlos. (hoy en día son pocos los que cumplen lo que prometen)