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Tema: Relato:El camino del preso

  1. #1
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    Predeterminado Relato:El camino del preso

    Entiendo que este es lugar para presentar relatos, cuentos y otros artículos de producción propia. En dicha creencia, entrego a la consideración del foro el presente relato:

    EL CAMINO DEL PRESO
    El vehículo dejó la suave y extensa cinta asfaltada, bajó a la huella de tierra consolidada y siguió marchando al costado de la antigua carretera empedrada por los reclusos de la pequeña cárcel de “Sierra oscura”, trabajo que iniciado al final de la década del 20’, prolongado por casi cuarenta años más, aún se puede admirar en toda su robustez y lozanía. La extensión de esta carretera no es mucha, no más de unos doce kilómetros, lo suficiente para rodear gran parte del perímetro del pueblo y la zona de chacras. La imponente solidez con que se manifiesta, la tersura y el brillo de las piedras rectangulares cortadas a martillo y cincel de las rocas madres provenientes de una cantera cercana, la hacen inigualable.Se alarga por la zona rural, retoma el costado oriental urbano, vuelve a serpentear a través de viñedos, perales y manzanos, atraviesa en forma de puentes un par de anchos canales de riego, para terminar engullida abrupta y enigmáticamente por el río Azul, tal como una enorme anaconda entrando a las aguas, buscando el lecho profundo para entregar al reposo final su oscuro cuerpo de basalto.
    Esta singular carretera no es adecuada para movilizarse con cierta rapidez ya que no resulta muy cómodo circular por el escarolado de su base, perfecto en su ensamblaje pero irregular por la propia esencia del material utilizado; el “camino del preso”, tal como lo conocen los lugareños, prácticamente no es usado por los habitantes de la comarca, y a raíz de ello se mantiene impecable, casi sin desgaste, se diría que preservada para el recuerdo de la cárcel que ya no existe, pero el recuerdo vuelve de tanto en tanto en forma de viejos fantasmas que ocupan los cuerpos de los antiguos lugareños, ancianos que en noches de mateadas, cuentan como aquellos presos también fueron gente como uno, cada cual con su silencio, cada cual con su motivo, hombres que al mismo tiempo de purgar entre rejas la carga que la ley les había echado sobre sus espaldas, también debieron pagar con un trabajo, que paradójicamente los inmortalizó en forma de bellas piedras encastradas.
    El vehículo subió al empedrado. El traquetear, el rebote sobre el desnivel, se trasladó al conductor y especialmente a los pasajeros de atrás, los esposos Francisco Olalla y Carolina Subirrieta de Olalla.
    Fue entonces que la mujer, con tono de disgusto, prácticamente le gritó al chofer porqué los llevaba por esa carretera tan despareja. El silencio fue toda la respuesta. Y la mujer de nuevo con el sermoneo, esta vez con doble dirección; al chofer y a su esposo. El ya casi anciano Olalla, armado de una paciencia digna de un monje, le preguntó, primero a su mujer, “como se encontraba”, luego habló de manera muy suave al conductor señalándole que el adoquinado por el cual transitaban ahora, además del traquetear agobiante, no parecía el camino indicado para llegar a destino del viaje que estaban realizando.Puesto que el conductor no consentía en responder pregunta alguna relacionada con esta desobediencia en seguir las directivas de sus pasajeros, el señor Olalla decidió esperar y ver como se desarrollaban los hechos a partir del tan extraño cariz que el asunto estaba tomando. Por lo bajo, obviamente, trató de convencer a su mujer que eso era lo mejor, que posiblemente el conductor estuviese sufriendo algún tipo de amnesia, o quizás hubiese bebido más de la cuenta, por lo que recriminarle tal vez no era lo mejor y que además otra cosa no se podía hacer en el estado que ellos se encontraban. Carolina Olalla, por el contrario lejos de aplacarse y seguir los consejos de su marido, comenzó a gritar desaforadamente e increpando de mala manera al chofer para que detenga el mismo y abra las cerraduras del habitáculo de atrás donde ellos viajaban, y todo era un verdadero jaleo, el que curiosamente se circunscribía a ella misma, ya que su cónyuge en una postura muy cercana al estoicismo, tan solo se limitaba a oír los temibles chillidos de su mujer.
    El conductor apacible y ajeno al hacha de guerra que la enfurecida mujer hubiera querido partir en su cráneo, seguía su marcha tranquila y mantenía imperturbable su trayecto rodando por el viejo “camino del preso”, a cuyo uno y otro lado estallaban multicolores las níveas flores de los perales, el carmesí de los guindos y los rosáceos penachos que colgaban de los durazneros brotados violentamente apenas la primavera pregonaba su arribo de septiembre.
    El auto aminoró la marcha casi al paso de hombre. En ese momento pasaba frente a una pulcra construcción destinada a bodega, y el que conducía sonrió con un rictus de amargura, leve, casi imperceptible. Transcurrieron varios minutos más hasta que el chofer rompió su irreductible silencio y detuvo el vehículo. Se dio vuelta mirando hacia donde estaban sus pasajeros y ajeno a los reclamos, improperios y gritos lanzados por la mujer de Francisco Olalla, mirando fijamente pero como si a nadie contemplara, con el rostro transformado en pétrea esfinge, comenzó este soliloquio con toda serenidad.
    “Ustedes parecen no recordar de mí, y tal vez es lógico ya que me marché de este pueblo muchísimos años atrás, largos años por cierto..... y claro, el tiempo pasa, si yo era apenas un jovencito de no más de diecinueve años cuando mi padre me envió con su hermano a Santiago del Estero. Mi padre, él era un hombre bueno, vaya si ustedes lo saben. No, no digan nada, solo escuchen. Recuerde don Francisco, recuerde el vapor que trajo desde Vigo, desde España, a mi padre y a usted. Ambos tenían, creo, la misma edad, y ambos llegaron huyendo del horror y la miseria que había dejado la recién terminada guerra civil y de la inminencia de otra guerra que merodeaba sus fronteras. Aquí conoció usted a su mujer, que gracias al cielo por fin ha cerrado esa bocaza. No... ni se le ocurra decir una palabra doña Carolina... ahora soy yo quien habla.. y ustedes van a escuchar..... Aquí mi padre conoció a mi madre y aquí nací yo, tal como nacieron sus hijos Honorio y Purita. Mi padre, Manuel Texeira. ¿Lo recuerda don Francisco? Si, ese mismo, Manuel, el “gaita”, así como le conocían todos, Manuel, su amigo y su socio en la chacra y en la bodega que acabamos de pasar. ¿Recuerda que llegaron a estas tierras sin más bienes que sus fuerzas y sus sueños?. Eran tiempos en los que con el trabajo esforzado, duro, se podía progresar y poseer, casi un sueño imposible allá en la patria lejana. ¿Recuerda ahora a Cesáreo Texeira, el hijo del “gaita”, su amigo de entonces, su socio de entonces?. Bueno, aquí está ante ustedes...y vea...las cosas de la vida...... el hijo de su socio hoy es su chofer, un chofer que sólo hace su trabajo y ha de llevarlos a su destino, aunque antes quiere recordarle de que manera infame el dinero tira a los cerdos el honor de las personas y deshace todo lo bueno que el hombre trae consigo al nacer. Recuerde don Francisco, recuerde doña Carolina, qué felices llegamos a ser las dos familias en este lugar, con nuestras viñas y frutales, con esa soberbia bodega.... todo eso hablaba tan bien de los Olalla y los Texeira. Nuestras casas eran cómodas, nada lujosas, pero nada faltaba. El trabajo y tesón lo hicieron todo, y aquella sociedad era el ejemplo de que hombro con hombro toda labor da sus frutos y con ella llega la prosperidad. Pero usted, don Francisco, siempre quiso más, mucho más, no le alcanzaba con lo suficiente, lo suficiente le era poco. No estaba aún completa su alcancía sin fondo. Ya había enviado a sus hijos a la mejor universidad allá en su país de origen. Yo seguía aquí, casi un chico aún, peleando a brazo partido junto a mi padre y junto a la tisis de mi madre. Mi padre, claro, él no era muy instruido y confiaba en usted, en su socio, en su amigo de toda una vida, y usted don Francisco, usted junto con el abogado, lo planeó de manera tal que mientras año tras año mi padre iba perdiendo todo, usted sacaba las ganancias y las giraba a un banco de su patria, y ahí seguía mi padre firmando papeles, envuelto en sus tramoyas, escuchando sus embustes acerca de que las cosas habían ido tan mal, que todos estábamos prácticamente en la ruina y que las propiedades podían perderse y salir a remate, tal como tiempo después ocurrió. Pero no era así, la ruina era solamente para mi padre y por extensión para todos nosotros, y mi madre, mi madre, con sus pulmones que se deshacían, no tuvo cuando agravó su mal, dinero para tratarse dignamente, y se fue, se marchó de este mundo casi sin un quejido, sin fuerzas ni para decir adiós, y sabe usted don Francisco, “ Paco”, como le llamaba mi padre.. mi padre Manuel Texeira, un gallego con los cojones que un hombre de verdad debe tener, un gallego que comía menos de lo que usted tiraba, y era su socio y amigo, y él creyó siempre que además eran casi hermanos, él , mi padre, cuando usted le arrojó la miseria a sus pies , solo, sin dinero para alimentarme, sin más fuerzas que sus lágrimas, sin más lágrimas que su rabia, me envió lejos, a Santiago del Estero donde vivía su hermano menor Rafael, y una noche, al tiempo lo supe, pasado de copas en el boliche, le atravesó el corazón a un maldito cretino que le llamó “ gallego muerto de hambre”, y lo llevaron a la cárcel, creo que ni abogado tuvo el pobre, y él también debió tomar el escoplo y el martillo, y dale que dale, día tras día , junto a otros pobres alejados de la misericordia de Dios , fue uno más, fue uno más hasta morir, uno más de los que hicieron esta carretera de piedra, este adoquinado que se hunde en la aguas del río, quizás como vergüenza de un tiempo de infamia.”
    Nadie más habló hasta el fin del viaje.
    Con el suave ronroneo del motor, el auto recorrió un par de kilómetros más por el “camino del preso” y en el cruce siguiente bajó del empedrado y se dirigió por la ruta accesoria hacia el cementerio, lugar en que debía dejar a sus pasajeros Francisco y Carolina Olalla, matrimonio fallecido en un accidente de tránsito el día anterior y cuyos cuerpos engalanados como para una fiesta, se mecían – ahora en silencio total- dentro de los féretros de roble lustrado y rodeados de refinados manillares de hierro.
    El conductor llegó a los grandes pórticos de la necrópolis y detuvo el vehículo.
    Abrió la portezuela trasera y entregó los ataúdes a ocho forzudos muchachos ataviados de negro frac y blancos guantes.
    El pequeño cortejo de no más de una treintena de personas, se alineó tras los féretros y sólo algunos de ellos que por casualidad elevó los ojos hacia lo alto del panteón familiar, pudo advertir que sobre el frontispicio, donde resaltaban grabados en la pared, nítidos y bellos querubines entrelazando entre sus dedos regordetes pequeños ramilletes de flores, representación idílica que se oponía desmesuradamente a las espadas flamígeras sostenidas por dos destemplados arcángeles que se erigían como celosos guardianes en la cúpula de aquel ostentoso monumento funerario , alguien, quizás la noche anterior, había infamado con negra pintura la última morada de los Olalla.
    Es una leyenda que aún perdura y que nadie jamás se atrevió a borrar : “Sólo la tumba promete justicia”.

    FIN
    Última edición por buholobo; 18/02/2013 a las 03:49

  2. #2
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    Predeterminado Re: Relato:El camino del preso

    Bienvenido buholobo. Y bien por tu primer relato. Y mejor si nos sigues acompañando con otras obras tuyas.
    También nos gustaría al menos a mí, saber algo más de tu Nick.

    Saludos de Avicarlos.

  3. #3
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    Predeterminado Re: Relato:El camino del preso

    Hola Avicarlos: Respecto de mis relatos lo haré, tal como lo pides. El problema es que ayer quise poner otro más extenso y la máquina no me dejó, así que tuve que cambiarlo por otro algo más corto que es el que has leído. Respecto del nick y avatar es sencillo. Amo las lechuzas y buhos, como también al "lupus" ( lobo) pues es una gran animal aunque no lo creas. Su nombre produce terror irracional, especialmente por los relatos y películas. Desde Caperucita Roja hasta donde quieras, todos creen que es una fiera sangrienta y no es así. Ya hablaremos de eso.
    Un saludo cordial.
    Buholobo

  4. #4
    Forero Experto Avatar de Avicarlos
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    Predeterminado Re: Relato:El camino del preso

    ¿Porqué no los fragmentas?. ¿Viste como yo mismo llevo ya más de 50 fragmentos?. Además mantiene al lector espectante.

    Adelante pues.

    Saludos de Avicarlos.

  5. #5
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    Predeterminado Re: Relato:El camino del preso

    ullullulll,esto se llama Venganza!!,quién no la ha deseado verdad!,pero hasta llegar al asesinato,no sé.
    Y el abogado qué???
    Me ha gustado,me ha recordado historias de mi casa.un saludo.11

  6. #6
    Forero Experto Avatar de Avicarlos
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    Predeterminado Re: Relato:El camino del preso

    Cita Iniciado por once Ver mensaje
    ullullulll,esto se llama Venganza!!,quién no la ha deseado verdad!,pero hasta llegar al asesinato,no sé.
    Y el abogado qué???
    Me ha gustado,me ha recordado historias de mi casa.un saludo.11
    ¿Qué quieres decir mi querida 11, con historias de tu casa?. ¿Cuántos asesinatos tienes en tu haber?. jajajaja

    Saludos de Avicarlos.

  7. #7
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    Predeterminado Re: Relato:El camino del preso

    Te puedo asegurar querido Avicarlos,que unos cuantos,y que además perduran en"la memoria familiar",cuento con un abogado con un tiro abocajaro,jejeje,la cuñada DE MI MADRE que llevosé con argucias la herencia de Asturias y muchas hectáreas de nogales,esa "quemada",pues heredó vuida y sin descendencia por la ley del primogénito.De parte de mi padre tb por las Valencias tenemos en mi casa unos tíos que con la riada se llevaron la mobila a Madrid y los derechos de mi padre ha heredar por su orfandad la serrería,y yo como buena hija ,sueño que me vengo dándoles castigo eterno ,cada vez que se me ocurre,jejeje ,esos son mis muertos querido Avicarlos.Tampoco creas que me empecino,pero no olvido.11

  8. #8
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    Predeterminado Re: Relato:El camino del preso

    Hum!!!! ???????

  9. #9
    Registrado Avatar de Caracolamarina
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    Predeterminado Re: Relato:El camino del preso


    ¡¡¡¡FELICITACIONES!!!!
    Un relato que no tiene ""desperdicio"" Una pluma que nos promete más relatos que leeremos con la expectación del misterio que nos deja pendientes de ¿ que pasará?

    Un sugerencia...nada más...Trata de separar algo más los párrafos...Así se hace mejor la lectura, a los que tenemos que usar ""ayuda"" en los ojos....

    Si tienes un relato largo, lo puedes poner en varios párrafos ..y te seguiremos leyendo...
    Has entrado en el Café... con un muy buen relato ...que nos dejó pensando en lo que son las injusticias y a veces sus consecuencias.
    Saludos y saludines...


  10. #10
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    Predeterminado Re: Relato:El camino del preso

    Pues muchas gracias. Estas muestras de conformidad alientan a seguir poniendo relatos, y es lo que haré. Un chistido y un aullido de alegría

    Buholobo

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