Aquí escribiré una serie de relatos cortos, muy sencillos. Este es el primero...
Sensibilidad frente Odio
Odio andaba en todas partes, llenando de ira todo lo que rozaba. Lo empañaba todo de su manto negro de ira y rabía. Odio no entendía de halagos, solo de insultos y maltratos. No dejaba derecho a réplica, ni amistad por donde pisaba. Odio amanecia disgustado, enemistado y deseando destruir todo lo que repudiaba. Odio solo encontraba consuelo en los odios que le secundaban. Odio un día conoció a Sensibilidad...
Sensibilidad derrochaba ternuna. Con su ligereza traspasaba las fronteras de lo humano. Sensibilidad brotaba de empatía hacía todo lo que la rodeaba. Su compasión y sentimientos bloqueaban a Odio cuando la intentaba ahogar con su tela de araña...
Odio y Sensibilidad se encontraron, se miraron y observaron con curiosidad.
- Así que tu eres Sensibilidad, buffff, que repelús- dijo Odio.
- Y tú eres quién sufre con la felicidad ajena, pobre alma en pena.- le respondió Sensibilidad.
- ¿Tú en que mundo vives? Pareces ajena a todo lo que te digo con tus sandeces y dulces tonterias.- Preguntó Odio.
- Tus insultos no me llegan, pues entiendo que una venda ciega tu corazón carcomido. No es culpa tuya no ver lo divino, ver sólo lo oscuro y desear que todo sea del mismo color ennegrecido. Yo solo veo la luz, el brillo, lo bello que hay dentro y fuera, y lo sentido.
- Cuánto más te conozco, más te repudio, puaaajjjjjj- y Odio se fué por donde vino, con su mueca trastocada en su rostro perdido.
Sensibilidad le vió partir, sintiendo una lastima tremenda, pues sabía de sobras que la vida de Odio no era vida. Era un perenigraje de sinsabores, malashoras, maldecimientos y soledades...
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