Mi opinión es que está fuera de toda duda que fue el mismo Samuel quien apareció, y que Dios permitió que subiese del lugar invisible para pronunciar contra Saúl una sentencia irrevocable. El gran grito que dió la mujer, fue un grito de sorpresa y de terror; apenas comenzó sus prácticas habituales de evocación, ve a Samuel, y comprende que Dios intervino, barriendo de la escena los demonios, de los que ella es el agente, y sus mentiras.
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