Una llamada telefónica a horas intempestivas. Sé que no presagia nada bueno.
-Prisas para vestirme y salir a la calle, aunque sea noche cerrada. Cuando llego allí…
-Palabras y más palabas que me dan la sensación de ser sonidos sin sentido. Y todo va pasando como si se tratara de una película a cámara lenta ante mis ojos.
-Sólo sé que no puede ser. Es imposible, yo estuve hablando con ella dos días antes, y nada hacía presagiar ese desenlace fatal
.-Los médicos también pesarosos, dicen que es algo imprevisible. Algo que viene de golpe y nos arrebata a aquel ser que queríamos. Murmullos de algunos que dicen que ha sido una suerte, porque no ha tenido tiempo de darse cuenta de nada. Se ha ido sin dolor, eso es lo que dicen todos los allí presentes.
-Escuchar el ruido de la lápida tapando el nicho, me parece que es la cosa más dolorosa. Después nada. Soledad y silencio. Es el momento más dramático para la familia y los amigos. Los amigos de verdad, esos que sus lágrimas han sido sinceras, pues sus ojos están enrojecidos.
-Y al llegar a casa, en la soledad del comedor, me acerco al balcón, y busco la estrella más brillante. Con ella habíamos hablado muchas veces de este momento. Nos pondríamos en contacto a través de ella.
-Espero una manifestación.
-Seguro que son alucinaciones mías, porque ese lucero vespertino, ha parpadeado, y me pregunto si ella se acordará, de acudir a la cita que teníamos pensada en nuestras charlas.
Sí, me digo para mí misma, seguro que lo ha recordado y con esta sensación parece que el dolor disminuye.
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