Sobre la mar de cristal
depositó ayer sus penas,
no había sangre en las venas
se la llevó el vendaval.
La vida se le escapaba,
ya deseos no tenía,
el alma estaba vacía,
ni una mirada esperaba.
Acurrucada en la arena,
sobre ella cayó la noche:
!Cuántos años!, !qué derroche!,
mas la mar clara y serena.
El frío en la madrugada
la adormeció poco a poco,
y fue de la nieve un copo
sólo de Luz abrigada.
Ebúrnea
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