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Tema: Gila.

  1. #1
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    30 jun, 12
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    Predeterminado Gila.

    ¿Está Gila? Que se ponga... - ¿Dígame?
    - Perdone que le molestemos, Maestro, ya sabemos que está Ud. descansando, pero suponemos que estará al corriente de lo que pasa por aquí abajo. Queríamos, si es tan amable, Ud. que ha vivido cosas similares, si nos pudiera contar como lo vivía desde dentro, a ver si alguien aprende algo...
    -Claro, que sí...

    Antes de contarles nada, voy a hacer una llamada muy importante, porque tenemos un follón con la guerra que no nos aclaramos. Y todo lo tengo que hacer yo, el general se pasa el día con los prismáticos oteando los balcones y diciendo: "¡Huy, cómo está ésa!". Nunca mira para las trincheras, siempre a los balcones, pero llega la hora de repartir las medallas y todas para él. Empieza: "Dame ésa, ésa y ésa y la redonda, ésa no, que la tengo repe".

    Yo tengo ésta porque me la dio un cura, le dije. "Padre, deme una medallita", y me la dio, es de San Antonio, y está dedicada por detrás, dice: "A Gila, con un abrazo de su amigo San Antonio".

    Y ésta sí que no la tiene nadie, ni Franco, que tenía el brazo de Santa Teresa, pero sin dedicar. Y no será porque no me las merezco, porque mato yo..., no es por chulearme, pero cómo mato yo. Un día, en un combate, le pegué un tiro a uno, y dijo: "¡Que me has dao!". Y dije: "Pues no seas enemigo. ¿Qué quieres que te dé, un beso en la boca?". Dijo: "Es que me has hecho un agujero". Dije: "Pues ponte un corcho". Y dijo: "¿Y con qué tapo la cantimplora?". Dije: "¡Muérete ya! ¿No ves que estoy avanzando?" Total, que quería conversación, que viene el coronel y me ve hablando con el enemigo y... Tengo un coronel que tiene una mala leche...


    Ahora, también tiene buenos sentimientos. A veces estamos en pleno combate y cruza un ciego o una ancianita y dice: "¡Alto el fuego!", y hasta que no termina de pasar no seguimos. Yo ya no trabajo para la patria porque es muy abuerrido, trabajo como mercenario para los Estados Unidos.

    Da gloria trabajar para Estados Unidos. ¡Cómo hace la guerra esa gente! Primero mandan los porta-aviones, luego la aviación lanza los misiles, después la artillería pesada y detrás los tanques, cuando llegamos los de infantería está todo barrido.

    Bueno, siempre hay algún enemigo que se esconde en un agujero, pero llegamos nosotros con el lanzallamas y le dejamos como un pollo a la parrilla. Y es que los americanos tienen de todo, bazokas, minas, morteros, misiles con cabeza nuclear, lanzacohetes de bolsillo, submarinos atómicos, galletas, chicles..., bueno, de todo. Es una gloria trabajar con ellos.

    Yo no sé qué opinión tienen ustedes de las guerras, a mí me encantan, porque te hinchas a matar, y la policiía, nada. Un día maté a treinta y tantos, y pasaba la policía y dije: "He sido yo, ¿qué pasa?". Y dijeron: "Nada, nada, perdón". Dejo el tanque aparcado en doble fila, y a ver si tiene pelotas el de la grúa a llevárselo, le meto un cañonazo que lo jodo vivo.

    A mí lo que más me cabrea de las guerras son las broncas que tengo con mi mujer cuando vuelvo. Me abre la puerta y empieza: "Mira cómo me vienes de guarro, que te fuiste hecho un pincel y mira cómo me vienes". Y digo: "Porque nos tenemos que arrastrar por el barro". Y dice: "Pues pon periódicos".



    ¡Periódicos! Me gustaría verla a ella arrastrándose por debajo de las alambradas, a ver qué hacía con el ****, que cuando vamos de excursión, dice la gente: "Que se le cae a su mujer la mochila", y nunca falta el galante de turno, que dice: "Yo se la levanto". Un día se me presentó en las trincheras con los niños, y digo: "¿Qué haces aquí?". Dice: "Que no encuentro las llaves". La que se armó. El pequeño se tragó una bala, le llevamos al médico de urgencias y éste dijo: "No es grave, pero no apunten a nadie con el niño".

    Y por si fuera poco, tengo un teniente bizco que me da una vida... Dice: "Yo, dónde pongo el ojo, pongo la bala". Y yo todo el día pendiente. A ver dónde pone ese cabrón el ojo, porque es lo que yo digo, si pusiera los dos para el mismo lado, pero es que los cruza y te vuelve loco...

    A mi me gusta la guerra por libre, porque trabajar por libre tiene muchas ventajas, em asciendo y me desciendo cuando quiero. Que me levanto de buen humor, me hago coronel; que me levanto con mal sabor de boca, esos días que te despiertas y dices: "Hoy no me encuentro muy fino", me desciendo a sargento.

    La ventaja de trabajar por libre es que te contratas, como yo, con los americanos y no te falta trabajo. Y lo bien que pagan... Yo les cobro a ocho dólares el muerto, y devolviendo el casco, dos dólares más. Los chinos más barátos, porque como hay tantos, yo a los chinos, ni les mato, les hago: "¡Ajjjjjjjj!", y les meto un susto... El susto no lo pagan, pero cómo te diviertes... Lo malo de los chinos es que como son todos iguales, si no te fijas bien, matas seis veces al mismo.

    A mí es que las guerras me encantan, porque no es lo mismo que cuando te toca hacer la mili. Como nunca hay una guerra, te aburres, y si hay una guerra, te dicen: "Estás defendiendo a la patria", que yo no digo que a lo mejor algún día haya una guerra, pero te tienen dos años haciendo la instrucción, y ni guerra ni nada, te pasas dos años pelando patatas, fregando perolas y limpiando los retretes; sin embargo con los americanos tienes la guerra asegurada, cuando no es en un país es en otro, pero tu guerra no te falta. Bueno, con permiso de ustedes voy a seguir matando, porque si se enteran en el Pentágono que no mato, me regañan.


    Extraído del libro: Siempre Gila. Antología de sus mejores monólogos.

  2. #2
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    Predeterminado Re: Gila.

    Buenisimo... la verdad es que era una delicia verlo actuar.

    Mientras leía tenía en mente su voz, y me parecía que lo estaba viendo.

    Muy buena ocurrencia subirlo para que otros también lo puedan disfrutar.

  3. #3
    Forero Experto Avatar de Avicarlos
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    Predeterminado Re: Gila.

    Once, :Ya no tengo el compendio de monólogos de Gila, pero tal como dice Neftis, leyendo le oyes de nuevo cuando actuaba por teatros, o por la tele.
    Además me ha recordado la aventurita de Los Jardines Casablanca en la carretera de Sarriá de Barcelona, por allá los años 70.
    La entrada del día de su actuación nocturna, iba acompañada de un regalo para los espectadores. válido para parejas.
    Entre otras cosas indicaba que aquél billete entraba en una rifa que se realizaría 25 años después y que el ganador podría recorrer Barcelona en un viaje gratis con el tranvía 23, o 66, o el que prefiriera. Otro premio el de entrada gratis en la Sala de fiestas.

    Veinticinco años después no habían tranvías por Barcelona y por supuesto tampoco La Sala de fiestas Jardines Casablanca. jajajaja

    Saludos de Avicarlos.

  4. #4
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    30 jun, 12
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    Predeterminado Re: Gila.

    Creo que Gila, Cantinflas,Tip y Coll hicieron un humor que va más alla´de lo que se ha hecho y mira que hay gente buena,así como Chaplin y Keaton en el cine, no hay comparación, como torean esos tiempos donde la moda era la disciplina, puede que me recuerden demasiado a mis padres y por eso les tenga más aprecio que a Mr bean ,es bueno ,pero a estos señores ,cuanto más los veo o leo ,más me rio,destrozaron todo lo establecido ,arrancando sonrisas.Me gusta lo de ahora ,pero éstos fueron genios,creo que los tendrían que recetar en farmacia ,o poner de aperitivo en los telediarios, o mejor de terapia para las casas presidenciales

    Mi primera guerra:

    Les voy a contar a ustedes por qué fui a la guerra. Yo trabajaba de ascensorista en unos almacenes, y un día, en lugar de apretar el botón del segundo piso, apreté el ombligo de una señora gorda, que era la mujer del gerente, y me despidieron.
    Me fui a mi casa y me senté en una silla que teníamos para cuando nos despedían, y vino mi tío Cecilio con un periódico que traía un anuncio que decía: "Para una guerra importante, se necesita soldado que mate deprisa". Y dijo, mi abuela: "Apúntate tú que eres despabilado". Y dijo mi hermana: "Pero habrá que comprarle un caballo", pero no lo vendían suelto, tenía que ser con carro y con basura, y dijo mi madre: "Vas a llenar la guerrra de moscas, es mejor que la hagas a pie, pero limpio". Entonces mi madre me hizo una tortilla de escabeche y me preparó un termo con caldo y me fui a la guerra.
    Cuando llegué estaba cerrada, pero había en la puerta una señora que vendía bollos y torrijas, y le pregunté: "Señora, ¿es ésta la guerra del catorce?". Y me dijo: "No, ésta es la del veintiséis, la del catorca es más abajo". "Y sabe a qué hora abren?", pregunté otra vez. Y me dijo: "No creo que tarden mucho porque ya han tocado la trompeta".
    Entonces me senté en un banco, con un soldado que no mataba porque estaba de luto, y cuando abrieron la guerra entré, pregunté por el comandante y me dijeron que no estaba porque había ido a comprar tanques y albóndigas para el ejército, así que me esperé, y cuando llegó el comandante le dije: "Que vengo por lo del anuncio del periódico, para matar y atacar a la bayoneta y lo que haga falta". Y me preguntó: "Tú que tal matas?".Y dije: "Yo flojito, pero cuando me entrene voy a matar muy deprisa". Y me preguntó: "Traes cañón?". Dije:" yo creía que la herramienta la ponían ustedes". Y me dijo: " Es mejor que traiga cada uno el suyo, así el que rompe paga". Dije: "Yo lo que traigo es una bala que le sobró a mi abuelo de la guerra de las Filipinas. Está muy usada, pero lavándola un poco...". Y dijo el capitán: "Y cuando se te acabe la bala ¿qué?". Dije: "La ato con un hilo, disparo, tiro del hilo y me la traigo otra vez". Y dijo el comandante: " Y si se te rompe el hilo, pierdes el hilo y la bala". Y dije:"Lo que puedo hacer es disparar, ir a buscar la bala y traerla otra vez". Y dijo el teniente:"Es que no vamos a estar pidiéndole una tregua al enemigo cada vez que tengas que ir a buscar la bala. Además, esta bala es muy gorda para los fusiles nuestros". Y dijo el sargento, que era bajito por parte de padre: "Pero limándola un poco...". Y el teniente le llamó imbécil y le arrestó seis días de calabozo por tonto.
    Entonces me dieron un fusil y seis balas y me dijo el comandante: "Hale, ponte a matar! Aquí se mata de nueve a una y de cuatro a siete, y los sábados por la tarde hacemos semana inglesa".
    Y me fui a la trinchera, y estaba yo matando tan calentito, con mi tortilla de escabeche y mi fusil, y dijo el capitán:"Prepárate, que vas a ir de espía".
    Me pusieron una peluca rubia con tirabuzones, una minifalda, una blusita de seda natural, unos zapatos de tacón alto y me fui hasta el enemigo y dije: "Hola!". Y dijo el centinela enemigo:"Qué quieres?". Dije:"Soy Mari Pili". Y dijo:"Tú hace poco que trabajas de espía ¿no?". Dije: "desde hace dos horas". Y me dijo:"Te lo he notado en los pelos de las piernas, ¿Y qué quieres?". Dije:"Que me ha dicho mi comandante que nos deis el avión". (como nos llevábamos bien con el enemigo, con un avión nos arreglábamos todos: los martes, jueves y sábados lo usábamos nosotros y los lunes, miércoles y viernes lo usaba el enemigo, y los domingos se lo alquilábamos a una agencia de viajes, para cubrir gatos). Y me dijo que no me podía dar el avión porque le estaban poniendo un grifo para que fuera a propulsión de chorro.
    Volví a mi trinchera, le dije al comandante que no me habían querido dar el avión y dijo:"Déjalos, si arrieros somos, y en el camino nos encontraremos!!. Y ahora vas y les bombardeas a pie".
    Así que me pusieron una bomba debajo del brazo y llegué otra vez donde el enemigo, y me dijo el centinela: "Otra vez, Mari Pili? Y ahora qué quieres?". Dije:"Vengo a tirar la bomba". Y me dijo el comandante enemigo: "A ver si vas a dar a alguien, gracioso". Dije:"Yo soy un mandao, y obedezco órdenes". "Pues muy bien, si obedeces órdenes yo te ordeno que tires la bomba en un charco para que se moje y no explote". Y así lo hice. Tiré la bomba en un charco y no explotó y no maté a nadie. Y cuando volví a mis trincheras, dijo el coronel:" A buenas horas vienes!!". Dije: "Qué ha pasado?". Y dijo: "Que se ha terminado la guerra, que ha venido la policía y como no teníamos al día la licencia de armas se nos han llevado los tanques, los cañones y las ametralladoras". Entonces nos repartimos las albóndigas y las patatas y el perejil de Intendencia y nos fuimos cada uno a su casa y ya no maté a nadie.

  5. #5
    Forero Experto Avatar de Avicarlos
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    Predeterminado Re: Gila.

    Pues ya así puestos, Once, ¿porqué no pones el del nacimiento de Gila fuera de su casa y al llegar se da a conocer a su madre?. jajajaja

    Un abrazo de Avicarlos.

    --- Mensaje agregado ---

    Puse una respuesta aquí pero desapareció. Al volver, me doy cuenta que existen dos temas antiguos relativos a Gila que están cerrados. Ignoro el motivo, pero a lo mejor, este tuyo Once, va a seguir el mismo destino. ¡ Lástima!. Siempre resulta jocoso leer sus ocurrencias.

    Un abrazo de Avicarlos.

  6. #6
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    Predeterminado Re: Gila.

    [URL]http://youtu.be/gceujR2aSwI[/URL]

    Yo tenía que nacer en invierno, pero como hacía mucho frío y en mi casa no tenían estufa, me estuve esperando para nacer en verano, con el calorcito. Así que nací por sorpresa. En mi casa, ya ni me esperaban. Mi madre había salido a pedir perejil a una vecina, así que nací solo, y bajé a decírselo a la portera. Dije: “¡Señora Julia. Soy niño!” Y dijo la portera: “Bueno, ¿y qué?” Dije: “¿Cómo que y qué? Que he nacido y no está mi madre en casa, y a ver quién me da de mamar”. Y me dio de mamar la portera, poco porque estaba ya la pobre que ni para un cortado, de joven había sido nodriza y había dado de mamar a once niños y a un sargento de caballería. que luego ni se casó con ella ni nada. Un desagradecido, porque me enteré que era un tragón, que cuando mamaba mojaba bizcochos en la ****. Después de que la portera me dio de mamar, me fui a mi casa y me senté en una silla que teníamos para cuando nacíamos y cuando vino mi mamá con el perejil, salí a abrir la puerta y dije:“¡Mamá, he nacido!” Y dijo mi mamá: “¡Que sea la última vez que naces solo!” Entonces le escribimos una carta a mi papá, que trabajaba de tambor en la Orquesta Sinfónica de Londres, y vino y se puso muy contento porque hacía más de dos años que no venía por casa. Y dijo: “Ahora sí que hay que trabajar”, porque ya éramos muchos en mi casa. éramos siete hermanos, mi papá, mi mamá y un señor de marrón, que no le conocía nadie y que estaba siempre en el pasillo. Le vendimos el tambor a unos vecinos, que no tenían radio ni gramófono, y con el dinero que nos dieron por el tambor, en lugar de gastárnoslo en champaña y en taxis y eso, lo echamos a una tómbola y nos tocó una vaca. Nos dieron a elegir la vaca o doce pastillas de jabón, y dijo mi padre: “La vaca que es más gorda”. Y dijo mi madre: “Tú, con tal de no lavarte, lo que sea”. Y nos quedamos con la vaca. La llevamos a casa y le pusimos de nombre Matilde, en memoria de una tía mía que se había muerto de una tontería. Mi tía se
    murió porque tenía un padrastro en el dedo gordo, empezó a tirar y se peló toda. La vaca la pusimos en el balcón para que tuviera la leche fresca. Se conoce que tenía un cuerno flojo, se le cayó a la calle y se le clavó en la espalda a un señor de luto. Al poco rato llamaron al timbre y cuando salió mi papá a abrir la puerta dijo el señor de luto: “¿Es de usted este cuerno?” Y dijo mi papá: “¡Yo qué sé!” Porque mi padre era muy distraído. Total, que el señor de luto se murió y a mi papá lo metieron preso por cuernicidio. Se escapó un domingo por la tarde que estaba lloviendo y no había taxis y empezó a gritar: “¡Estoy libre! ¡Estoy libre!” ¡En qué hora se le ocurrió gritar que estaba libre! Se le subieron ocho encima. Ahí murió, en el tumulto.
    Entonces, como éramos muy pobres, mi madre hizo lo que se hacía en aquella época con los niños huérfanos. Nos fue abandonando por los portales. A mí me abandonó en el portal de unos marqueses que eran riquísimos, tenían corbatas y sopa y cuando estaban enfermos se hacían las radiografías al óleo, y en la cisterna del retrete ponían agua mineral. Por la mañana salió el marqués, me vio, me levantó y me preguntó cómo me llamaba. Dije: “Como soy pobre, sólo me llamo Pedrito”. Y dijo: “Pues desde hoy te vas a llamar Jorge Javier, Luis Alfredo, Juan Carlos y Sebastián”. Y luego me llamaban Chuchi para abreviar. Los marqueses querían que estudiara el bachillerato, para aprender los ríos y las montañas y todo eso que, cuando somos mayores, nos sirve para hacer crucigramas, pero a mí no me gustaba estudiar, así que me escapé y me metí de ladrón en una banda, pero lo tuve que dejar, porque me puse enfermo del estómago y todo lo que robaba lo devolvía. Luego me puse a trabajar con un
    fotógrafo buenísimo que en las fotos te sacaba muy favorecido. Retrataba a un sargento de Infantería canijo y en la foto le salía un almirante de Marina con los ojos azules que daba gloria, pero un día me equivoqué y en lugar de poner el magnesio para una foto, puse dinamita y maté una boda. Bueno quedó un invitado, pero torcido, ni parecía invitado ni parecía nada, así que me fui a Londres y me coloqué de agente en Scotland Yard. Yo fui el que descubrí lo del asesino ese tan famoso que lo habrán oído nombrar, Jack El Destripador, que nunca lo he contado por modestia, pero se lo voy a contar a ustedes. La cosa fue así. Resulta que apareció un hombre en la calle como dormido, pero como hacía más de un mes que estaba allí, dijo el sargento: “No sé. Mucho sueño para un adulto”. Entonces llamamos al forense, que ni era médico ni nada, pero como tenía un Ford le llamábamos El Forense. Vino corriendo, se acercó al tumbado, le dio seis patadas en los riñones y dijo: “Una de dos, o
    está muerto o lo que aguanta el bestia este”. Y estaba muerto. Entonces llamamos a Sherlock Holmes, vino con la lupa, le echó una mirada al tumbado y dijo: “Ha sido Jack El Destripador, y dijimos: “¿Por qué lo sabe?” Y dijo: “Porque soy Sherlock Holmes y a callar todo el mundo”. Me enteré dónde se hospedaba Jack El Destripador, alquilé una habitación en el mismo hotel y como yo no soy partidario de la violencia, le detuve con indirectas. Nos cruzábamos en el pasillo y decía yo: “Alguien ha matado a alguien”. Al día siguiente nos volvíamos a cruzar y decía yo: “Alguien es un asesino”. Hasta que a los quince días dijo: “He sido yo, lo confieso, no me torture más”, y le detuve. Y lo de Londres lo dejé porque había mucha niebla y tenía que hacer la ronda palpando y me daba cada leñazo en la frente que dije: “Me voy a matar, mejor lo dejo”.
    Y lo dejé y ya me dediqué a esto que hago ahora.

  7. #7
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    Predeterminado Re: Gila.

    Muy bueno, como todos sus monólogos.

    Era una delicia escucharle.

  8. #8
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    Predeterminado Re: Gila.


    Tengo que irme al dentista...a la vuelta lo leo con calma...
    Gracias once......Uyuyuyyyyy ¿¿¿¿¿por qué no me fijé antes?¡?¡?¡?¡?
    Uno de los mejores humoristas, que he escuchado...
    Saluditos...

  9. #9
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    Predeterminado Re: Gila.



    Sus presentaciones en Chile eran desopilantes.
    Gila uno de los mejores humoristas...que nunca olvidaremos...

  10. #10
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    Predeterminado Re: Gila.

    Cita Iniciado por once Ver mensaje
    ¿Está Gila? Que se ponga... - ¿Dígame?
    - Perdone que le molestemos, Maestro, ya sabemos que está Ud. descansando, pero suponemos que estará al corriente de lo que pasa por aquí abajo. Queríamos, si es tan amable, Ud. que ha vivido cosas similares, si nos pudiera contar como lo vivía desde dentro, a ver si alguien aprende algo...
    -Claro, que sí...

    Antes de contarles nada, voy a hacer una llamada muy importante, porque tenemos un follón con la guerra que no nos aclaramos. Y todo lo tengo que hacer yo, el general se pasa el día con los prismáticos oteando los balcones y diciendo: "¡Huy, cómo está ésa!". Nunca mira para las trincheras, siempre a los balcones, pero llega la hora de repartir las medallas y todas para él. Empieza: "Dame ésa, ésa y ésa y la redonda, ésa no, que la tengo repe".

    Yo tengo ésta porque me la dio un cura, le dije. "Padre, deme una medallita", y me la dio, es de San Antonio, y está dedicada por detrás, dice: "A Gila, con un abrazo de su amigo San Antonio".

    Y ésta sí que no la tiene nadie, ni Franco, que tenía el brazo de Santa Teresa, pero sin dedicar. Y no será porque no me las merezco, porque mato yo..., no es por chulearme, pero cómo mato yo. Un día, en un combate, le pegué un tiro a uno, y dijo: "¡Que me has dao!". Y dije: "Pues no seas enemigo. ¿Qué quieres que te dé, un beso en la boca?". Dijo: "Es que me has hecho un agujero". Dije: "Pues ponte un corcho". Y dijo: "¿Y con qué tapo la cantimplora?". Dije: "¡Muérete ya! ¿No ves que estoy avanzando?" Total, que quería conversación, que viene el coronel y me ve hablando con el enemigo y... Tengo un coronel que tiene una mala leche...


    Ahora, también tiene buenos sentimientos. A veces estamos en pleno combate y cruza un ciego o una ancianita y dice: "¡Alto el fuego!", y hasta que no termina de pasar no seguimos. Yo ya no trabajo para la patria porque es muy abuerrido, trabajo como mercenario para los Estados Unidos.

    Da gloria trabajar para Estados Unidos. ¡Cómo hace la guerra esa gente! Primero mandan los porta-aviones, luego la aviación lanza los misiles, después la artillería pesada y detrás los tanques, cuando llegamos los de infantería está todo barrido.

    Bueno, siempre hay algún enemigo que se esconde en un agujero, pero llegamos nosotros con el lanzallamas y le dejamos como un pollo a la parrilla. Y es que los americanos tienen de todo, bazokas, minas, morteros, misiles con cabeza nuclear, lanzacohetes de bolsillo, submarinos atómicos, galletas, chicles..., bueno, de todo. Es una gloria trabajar con ellos.

    Yo no sé qué opinión tienen ustedes de las guerras, a mí me encantan, porque te hinchas a matar, y la policiía, nada. Un día maté a treinta y tantos, y pasaba la policía y dije: "He sido yo, ¿qué pasa?". Y dijeron: "Nada, nada, perdón". Dejo el tanque aparcado en doble fila, y a ver si tiene pelotas el de la grúa a llevárselo, le meto un cañonazo que lo jodo vivo.

    A mí lo que más me cabrea de las guerras son las broncas que tengo con mi mujer cuando vuelvo. Me abre la puerta y empieza: "Mira cómo me vienes de guarro, que te fuiste hecho un pincel y mira cómo me vienes". Y digo: "Porque nos tenemos que arrastrar por el barro". Y dice: "Pues pon periódicos".



    ¡Periódicos! Me gustaría verla a ella arrastrándose por debajo de las alambradas, a ver qué hacía con el ****, que cuando vamos de excursión, dice la gente: "Que se le cae a su mujer la mochila", y nunca falta el galante de turno, que dice: "Yo se la levanto". Un día se me presentó en las trincheras con los niños, y digo: "¿Qué haces aquí?". Dice: "Que no encuentro las llaves". La que se armó. El pequeño se tragó una bala, le llevamos al médico de urgencias y éste dijo: "No es grave, pero no apunten a nadie con el niño".

    Y por si fuera poco, tengo un teniente bizco que me da una vida... Dice: "Yo, dónde pongo el ojo, pongo la bala". Y yo todo el día pendiente. A ver dónde pone ese cabrón el ojo, porque es lo que yo digo, si pusiera los dos para el mismo lado, pero es que los cruza y te vuelve loco...

    A mi me gusta la guerra por libre, porque trabajar por libre tiene muchas ventajas, em asciendo y me desciendo cuando quiero. Que me levanto de buen humor, me hago coronel; que me levanto con mal sabor de boca, esos días que te despiertas y dices: "Hoy no me encuentro muy fino", me desciendo a sargento.

    La ventaja de trabajar por libre es que te contratas, como yo, con los americanos y no te falta trabajo. Y lo bien que pagan... Yo les cobro a ocho dólares el muerto, y devolviendo el casco, dos dólares más. Los chinos más barátos, porque como hay tantos, yo a los chinos, ni les mato, les hago: "¡Ajjjjjjjj!", y les meto un susto... El susto no lo pagan, pero cómo te diviertes... Lo malo de los chinos es que como son todos iguales, si no te fijas bien, matas seis veces al mismo.

    A mí es que las guerras me encantan, porque no es lo mismo que cuando te toca hacer la mili. Como nunca hay una guerra, te aburres, y si hay una guerra, te dicen: "Estás defendiendo a la patria", que yo no digo que a lo mejor algún día haya una guerra, pero te tienen dos años haciendo la instrucción, y ni guerra ni nada, te pasas dos años pelando patatas, fregando perolas y limpiando los retretes; sin embargo con los americanos tienes la guerra asegurada, cuando no es en un país es en otro, pero tu guerra no te falta. Bueno, con permiso de ustedes voy a seguir matando, porque si se enteran en el Pentágono que no mato, me regañan.


    Extraído del libro: Siempre Gila. Antología de sus mejores monólogos.
    ¿ "Actividades artísticas" ?????

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