Hay quienes pretenden que la ICAR debería adaptarse al mundo en muchas de sus doctrinas, especialmente en las que tienen que ver con la vida práctica.
Como sabrán, yo soy un ex-evangélico. Soy ateo con respecto al Dios de la Biblia gracias al Dios de la Biblia. Por lo tanto, nadie puede alegar que yo defiendo a la ICAR, ni a ninguna otra religión. Pero eso no significa que yo no pueda ser objetivo cuando analizo las posturas de las religiones.
En el caso de la ICAR, como en el de otras religiones, considero que no podemos pedirles a las mismas que renuncien a sus enseñanzas, ni que las adapten a la sociedad moderna, porque eso equivaldría a pedirles que renegaran de sí mismas.
Las religiones tienen que asumir sus responsabilidades. Son intransigentes en muchos aspectos, y son coherentes con sí mismas si siguen siendo intransigentes.
Y si hay religiosos, católicos o de otras religiones, que no están de acuerdo con ciertas doctrinas de sus respectivas religiones, opino que deben salirse de las mismas. No deben exigir que dichas religiones cambien sus doctrinas.
Eso fue lo que hice en el 1975 : me largué del pentecostalismo, pues dejé de estar de acuerdo con muchas de las enseñanzas que había recibido. Nunca he pretendido que los pentecostales renieguen de sus doctrinas tan rajatablas ... Me largué, y ya.
Me parece, pues, coherente, el que la ICAR siga reservando el matrimonio a las parejas heterosexofílicas.
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