Una pequeña historia que escribí hace tiempo... Saludos.
Los designios de la vida
De pie, e inmóvil, la observé detalladamente como el niño que observa las velas en un pastel de cumpleaños. La había cancelado hace dos días y aquella tarde, después de regresar de mi trabajo, estaba en la sala de mi casa. Era una poltrona de cuero marrón, grande, reclinable, y esponjosa; totalmente cómoda para descansar, como la que vi diez años antes en un establecimiento comercial.
Me senté en ella suavemente y, con la mirada clavada en el cielo raso, se desprendieron dos grandes lágrimas de mis ojos. Años atrás, mi padre sufría de una grave enfermedad y estaba postrado en una cama. Todas las mañanas, mi madre y yo, lo sacábamos del cuarto cargado y lo llevábamos a una silla de extensión, forrada de trapos viejos, ubicada en el patio trasero de la casa, para apaciguar en él, los grandes calores que hacen en nuestro Caribe. En aquel tiempo no teníamos recursos económicos; y yo era un recién graduado sin empleo.
Una tarde, al pasar por una tienda de muebles, vi una hermosa y bonita poltrona, y desde aquel día, mi ilusión fue regalarle una a mi padre para que estuviese cómodo los últimos años de su vida. Jamás cumplí mi sueño. Hoy tengo la poltrona pero él ya no está para entregársela. Nunca entenderé el porqué los designios de la vida es la de entregarte tus sueños cuando ya no son importante para ti.
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