Hay cosas que por muchos años que transcurran se nos quedan grabadas. Parecen que están escondidas, pero no…están ahí.--Un aroma peculiar me ha traído a la memoria una de esas vivencias de mucho tiempo atrás.
--Al pasar por delante de una pastelería, ese olor mezcla de vainilla, de azúcar caramelizado, todo se ha agrupado para visualizar esas escenas de cuando era niña, y en aquel tiempo se miraban mucho las normas a seguir. Por ejemplo ir a visitar a conocidos.
--Eran tardes verdaderamente tediosas, excepto cuando íbamos a casa de una familia, de lo que hoy podríamos llamar de “alcurnia”. Antes de ir, creo que me hacían repasar todo lo aprendido en “urbanidad” maneras de sentarse, maneras de saludar, con una leve reverencia, y levantando levemente las faldas, por los lados.
--Ahora pienso ¡¡¡QUE DISPARATE!!!--Y a mi, lo que de verdad me entusiasmaba era la opípara merienda que nos servían. Después venía aquel momento mágico en el que mientras los mayores hablaban de sus cosas, me daban un álbum que la dueña de la casa había ido construyendo con los “cromos” que salían dentro de unos afamados dulces caseros.-
-Nada más abrir la primera página, mientras iba leyendo las historietas… mi olfato se deleitaba con el aroma que desprendía aquel álbum, tan celosamente guardado, que por lo que imagino ahora, sólo veía la luz cuando recibían visitas con algún niño. Este era mi caso.
--Y sí, esto me ha venido a la cabeza por el simple hecho de pasar por delante de una pastelería…--¡Cuántos recuerdos, tan sólo por el olor de vainilla y azúcar caramelizado!
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