Margarida, Margarida:
en un valle suspendida.
Bajo la flor del cerezo,
entre el piar de las aves
y el canto del agua limpia,
quisiera quedar dormida.
Margarida, Margarida:
tan linda y desconocida.
Los montes que te contemplan,
la pureza de tu cielo
y el sol de una tarde tibia
no saben que estás herida.
Margarida, Margarida:
tan pequeña y tan florida.
Quizá las altas estrellas,
sobre tus blancas casitas,
cuando la noche te envuelva,
besen tu alma dolorida.
Margarida, Margarida:
primavera detenida.
Alma Ebúrnea
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