El arma de la muerte


Oiga usted, señor agente, esa pistola que lleva en la cadera… ¿sirve para matar?
Sí -replicó el agente-. Es el arma de la muerte.

¿Es usted creyente?
Desde que mi madre me parió.

Y no sabe usted, señor agente, que la vida pertenece solamente a Dios...
Quedó el agente pensativo, y dijo: Y si hubiera dicho que soy ateo?

Entonces, no llevaría arma alguna, porque usted daría toda arma al César,
y no dejaría alguna para Dios.