La Oca de los Vientos


Cuando la noche es tranquila
y duermen los hombres,
se escuchan papeles
de las golosinas.

Las comen las brujas,
vampiros y duendes;
las roen los niños
mientras los padres duermen,
y sueñan con dulces
que en los sueños se comen.

En el juego de la oca,
que es el juego de la vida,
saltamos cuando toca,
y mal decimos por la boca
esperando la vencida.

Ya sea el genio dulce
o sea el más amargo,
todos llegan al empíreo,
portón que se trasluce
de metas y aún letargos;
y en blancos casi níveos,
la miel que nos seduce,
son azúcares que luce
dejando sus embargos.

Con ánimo borroso exijo cientos
diluvios de palabras invencibles,
que me abran los senderos invisibles
de estados candeleros soñolientos.

No tengo ni la pluma de los tientos,
ni la crédula cruz indestructible,
sólo el tránsito en paz indefinible,
y el murmullo en la oca de los vientos.

Cuatro puntos son fin de muchas palmas:
hielo si vas al norte, y puro frío,
calores son del sur contrarrestando;
del este nacerán puras las almas,
y al oeste andarán todo ese río
que incluso al atanor lo está endulzando.

Vientos de oca llevadme
con la rosa perfumada,
y soltad de nuevo el ancla,
rataplán que dominante
es del dolmen mascarada.