DEDICADO A CARACOLAMARINA
Miró el despertador, era muy temprano y estaba completamente desvelada sin poder retomar el sueño.
Pensó que para estar dando vueltas en la cama, lo mejor sería levantarse muy cuidadosamente para no despertar a nadie, por lo que sin encender ninguna luz, fue hasta el balcón.Allí tras los cristales podía contemplar la calle que a aquellas horas tan tempranas, casi estaba desierta.La circulación rodada aún no había empezado a surgir.
Era insólito poder contemplar la capital de aquella manera tan inusual.Parecía una ciudad fantasma.Los semáforos no obstante seguían cumpliendo con su deber, impertérritos ante la falta de vehículos. Verde, amarillo y rojo. Y así repetidamente, verde, amarillo y rojo.
Envueltos en un silencio absoluto.Apoyó la cabeza en los cristales mientras saboreaba la novedad de vivir aquellos momentos, en los que se podía escuchar el silencio, porque ciertamente, el silencio en estos casos, se puede escuchar, parece que tenga incluso densidad.
En el cielo ya aparecían los primeros indicios del nuevo día, estaba clareando, el alba se imponía derrotando a la noche.
Disfrutó de aquel corto momento.
Respiró hondo queriendo acaparar todo aquello que le rodeaba, porque dentro de nada la vorágine del nuevo día, con sus ruidos, con los coches llenando las calles, acabaría por engullir al silencio.
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