Iniciado por
Neftis
La familia tenía un próspero negocio, en el que trabajaban el padre y sus dos hijos.
Al estar ubicada muy cerca de mi casa me cruzaba con ellos muy a menudo. Vestían impecablemente. Sus trajes eran de una buena marca, aunque la verdad sea dicha, si hubieran ido con un taparrabos, seguro que también habrían cautivado a todas las mujeres que se encontraran a su paso.
Tenían un cuerpo atlético, eran muy altos y estaban adorablemente tostados por el sol veraniego, o el de las nieves en invierno.De los tres el más apuesto, el que andaba con más elegancia era sin duda el padre. Tenía el cabello blanco por completo, y su mirada era la más azul que había visto.
Además era educado, no nos conocíamos de nada, pero al habernos cruzado tantas veces en el transcurso de aquellos años, cuando coincidíamos, me saludaba con una suave sonrisa, a la que yo correspondía azorada por completo.Lo observaba casi a hurtadillas, lo encontraba realmente fascinante. Pero descubrí en su mirada una tristeza absoluta. A veces creo que miraba sin ver.
Caminaba por la calle con paso ligero, pero a mí siempre me dio la sensación, que aquel hombre al que no le faltaba el dinero, estaba necesitado de algo. Sus hijos recién casados ya vivían su vida independientes. Imaginé que quizás se sentía solo. Sabía que era viudo. Y todo el barrio decía que su mujer había sido tan llamativa y guapa como él mismo. Pensé que no era de extrañar que sus dos hijos, fueran tan atractivos. Los genes habían cumplido con su cometido.Era el viudo de oro. De eso no cabía dudaY un buen día todo cambió.
Aquel súper hombre, que siempre estaba solitario….apareció acompañado de una joven y bonita hembra.
Se había casado con una guapa mujer joven, tan joven que podía pasar por ser la esposa de sus hijos.
En aquel rostro antes triste, ya no había aquella mirada perdida y ausente, de los que se sienten solos.Al cabo de un tiempo tuvo una hija.Y todos coincidimos que aquel nacimiento, le había quitado unos años de encima. Estaba de más buen ver que sus hijos mayores.
Ahora con su recién nacida hija, había retornado para aquel hombre, toda la dicha de los que se sienten jóvenes, aunque tengan unos añitos.
Y de pronto me dio por pensar en cómo se sentirían sus hijos mayores, al saber que tendrían que repartir la herencia, con aquella niña recién nacida, y los hijos que podrían venir de este segundo matrimonio.
Me mudé de bario y no he vuelto a saber nada más de esta familia. Pero he pensado mucha veces en ellos.La familia guapa, como eran conocidos, más que por sus negocios.
La familia guapa
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