Amar sin fondo



Ofrecer las ramas sus dedos
pidiéndole al sol…
¿Qué inteligencia hay en ellos,
sino el árbol como árbol,
sino el sol como sol.

Absolutamente nada,
el pez,
como nada, yo,
como nada es,
sin la nada, amor.

Antropocéntrico y transhistórico
es el único dios,
cuyo principio y fin…
es karma impermanencia por error.

¡Escuchad altura mayor!
Samadhi extático de vida
en el Dasein superior.

Ser es la deuda
en tanto que para sí mismo
hacer la liquida
y aparece de nuevo.

Por eso, Karma,
nazco y muero al instante
que descubre la utilidad
del ser sin fin.

Algo no cesa en el interior
de impulso infinito,
que no puede renunciar
a su fundamento
por el dinamismo kármico.

Libérame, Samadhi,
con el no yo
que me lleve al yo original,
la orilla lejana
donde el tiempo se deja pasar
y se toman las cosas como vienen.

Por eso te he matado,
amor,
para liberarme emocionalmente
con tu liberación.

Por eso te he matado,
cuerpo,
para liberarme de la carga
y que surja el verdadero,
egocentrismo,
que libera primero al otro,
para dar libertad a sí mismo.

No quise luchar
y te poseí infinitamente,
hasta el alba primera
y hasta el último aliento;
y al probar tu cuerpo
me devolvió el principio.

Que yo pueda decir que te amo
desde el rosa de tus pies
hasta la cumbre,
que horma los bucles
de tus cabellos azul zaino,
es una mínima parte
del porqué de mis sentidos.

Si me hiciera el ignorante
de la belleza cuando miro,
¿podría semejante sutileza
no darse en mí, apercibido?

¿No será que esa grandeza
se llama amor,
y amor esquivo,
que por tenerlo no hay nobleza,
e incluso reyes lo han tenido?

Si me acerco hacia tu brisa
dirán que un viento me llevó,
y me hizo ir con tanta prisa
que por alteza me dejó,
y no hay más noble realeza
que practicar el buen amor.

Así mi buen amor se fundamenta,
y el envoltorio es la razón;
cuando lo bello en sí se desencuentra
llama a la puerta de su interior,
y se abre al fin, y tan dispuesta,
que se conforma el exterior.

Hacerme el loco
ante la hermosura,
el distraído frente al juego,
es desear menos que poco,
todo un dulce de dulzura,
e indiferente decir luego:
“para mí sea el deseo
avatar de mi aventura”

Cuando ella dijo: “ven”
iluminado pasé al Edén,
olvidé la fornitura
y entré a Jerusalén,
la alta temperatura
en termómetros de amén.