A ella, la cucaracha enamorada, la nombraremos Brauni y a él, el grillo imposible, Salti… Pues llegaron un par de amigas a la casa de Brauni, con su cargamento de chismes y una cajita de cigarrillos…que si esto, que si aquello, que si no viste el capítulo de la telenovela de ayer… que no mujer, porque tenia al dueño de casa sentado en un sillón, con tamaño bote de DDT en mano para dejarme patidifusa a penas me viera, y pues ante perspectiva semejante comprenderás que no me iba a exponer... Pero no venimos a hablar de eso, Brauni, sino a contarte que vimos a Salti en el café de la esquina con una rubia, algo pasada de peso, con un suéter a rayas horizontales, hablamos más tarde con él, comentando al respecto, y segun dijo, es la hembra más dulce que ha conocido.
-No!! Grito Brauni, díganme ustedes que no es verdad.
-Ojala lo fuera, hermana, pero tú sabes lo feísimas que somos. Olvídalo, no pongas tu corazón en imposibles, olvida, hermana olvida y piensa mejor en uno de mis hermanos, tengo 128 que aún son solteros. Están a tu entera disposición.
Pero Brauni no tenía cabeza para sus iguales. Ya había entregado su corazón a Salti, que era Simpa, cantautor y un flojonazo de primera. Brauni se sentó en una mecedora y se puso a tejer botitas. Tejió docenas, cientos, miles y cientos de miles de botitas de estambre. Tenía en un rincón, cinco huevecillos, a punto de reventar la tela y salir a la luz. Hijos todos del susodicho Salti.
Brauni se lamentaba a todas horas, día y noche, de lunes a domingo y de 7 AM a 7 PM, eso porque había que dormir…
¿Sera posible que haya huido, el muy canalla? Tan bonito que pintaba nuestro panorama… En dónde andará el desgraciado con esa caja de cuerdas bucales que tiene. Y yo que me desbarato, que me deshielo, que invoco a las sales de la tierra… que tengo el corazón en carne viva, que no se dar ni un paso, que estoy desconsolada, que yo no sé olvidar como él olvida…
Y tejía, tejía, docenas, cientos, miles de botitas de todos colores.
Toc toc. Llamaron a la puerta. Eran otra vez las amigas:
-Brauni del alma, tu Salti vive con su reina, porque has de saber, que pertenece a la realeza. Para que lo sepas y te desengañes. Ella posee una casa con cientos de cuartos, de muy mal gusto, sí, pero inmensa. Tiene miles de obreras, y miles de zánganos a su servicio. Por cierto estos últimos no hacen otra cosa que competir para fecundar a su reina, ella escoge el padre de sus niños y sus obreras son las nanas. Una familia real bastante peculiar, como ves. Y vete tú a saber si la fecundación será al natural o artificial. No sé ese gusto de algunas hembras, de mantener zanganos. (Esto lo dijo como una indirecta para la pobre Brauni)
-Pero mi amado Salti, ¿que tiene que hacer ahí?
-Eso no lo sabemos. Quizá la reina quiere experimentar con híbridos ¿acaso no es eso lo que tu misma has hecho?
-Yo? Por qué dicen eso?
-Ah, no finjas demencia que no te queda. Eres una futura madre. Soltera del todo. Mal correspondida del todo.
Y Brauni se puso muy triste a tejer botitas, cientos, miles de botitas, mientras soñaba con sus cinco hijitos híbridos. Pensaba qué color serian, Salti era blanco, tirando a gris, ella color café sin gota de leche… ¿Y que si la combinación de colores daba un verde vejiga? Se horrorizaba Brauni… Pero por lo menos ambos tenían dos antenas en las cejas… por lo menos en eso coincidían. Se consolaba la infeliz Brauni.
(Continuará en el próximo capítulo. Se piden a los amables lectores, cinco nombres para los pequeños híbridos que esperan nacer muy pronto. Como premio a quienes aporten los mejores nombres se les regalaran una docena de botitas)
Ciao. Uf, creo que estuve desbocada.
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