"Son casi lo mismo", yo diría mas bien que están relacionadas pues al sacrificar un animal un animal, no solo lo estrangulaban sino que también lo degollarían o le sacarían la sangre de algún forma, como aun se sigue viendo en algunos países de áfrica o china.Yo entiendo que cosas sacrificadas a idolos y de sangre, son casi lo mismo. Una cosa sacrificada puede ser un cordero, una vaca, y la sangre se pone por ahi por separado en alguna vasija. Otra cosa tambien podria ser ofrecer el humo, u otras ofrendas de la tierra. El sacrificio a los idolos es por miedo, no tanto por amor. (Los seres humanos siempre hemos vivido aterrados y prisioneros de tantas cosas). Pero te diré una cosa, a las imagenes sagradas se les ofrecen flores y velas. Porque se imagina son retratos de seres que vivieron, como si fuesen muertos en cementerios. En Mexico, hay un dia especial que les ponen comida a sus muertos, es una costumbre sana. No es algo ni maldito ni diabolico.
De cosas estranguladas es lo mismo, le ocasionaban la muerte al animal estrangulandolo. Podrian haberse salido por la tangente y decir... sacrifiquemos entonces por medio de puñal, machete, etc. ¿Por que se es libre para ciertas interpretaciones y para otras no?
El sacrifico a los ídolos, se hace por lo que dices; pero el sacrificio de animales a Dios se hace por AMOR y Deber de los siervos del Dios verdadero en aquella época.
Las primeras ofrendas de las que hay registro son las primicias del suelo que presentó el hijo mayor de Adán, Caín, y los primogénitos del rebaño que ofreció su hijo más joven, Abel. Tanto la actitud como los motivos debieron diferir, pues Dios aprobó la ofrenda de Abel pero miró con desaprobación la de Caín. (Más tarde, el pacto de la Ley reguló tanto las ofrendas de animales como las ofrendas de grano.) Abel debió haber tenido fe en la promesa de liberación de Dios por medio de la Descendencia prometida y seguramente entendía que se debía derramar sangre, es decir, que alguien tendría que ser ‘magullado en el talón’ para que la humanidad pudiese recuperar la perfección que Adán y Eva habían perdido. (Gé 3:15.) Debido a que se reconocía pecador, su fe lo movió a presentar una ofrenda que requería derramar sangre, prefigurando así con exactitud el verdadero sacrificio por los pecados: Jesucristo. (Gé 4:1-4; Heb 11:4.)
En la sociedad patriarcal. Después de salir del arca, el cabeza de familia Noé ofreció a Jehová un sacrificio de acción de gracias que fue “conducente a descanso” (calmante, tranquilizador), y a continuación Jehová celebró el pacto del “arco iris” con Noé y su prole. (Gé 8:18-22; 9:8-16.) Posteriormente leemos que los fieles patriarcas presentaron ofrendas a Jehová. (Gé 8:20; 31:54.) Como cabeza de familia, Job desempeñaba la función de sacerdote para los suyos y sacrificaba ofrendas quemadas a Dios a favor de ellos. (Job 1:5.) El más notable y significativo de los sacrificios antiguos fue el intento de Abrahán de ofrecer a Isaac por mandato de Jehová. Cuando Jehová observó la fe y la obediencia de Abrahán, le proveyó bondadosamente un carnero en sustitución para el sacrificio. Este acto de Abrahán prefiguró la ofrenda que Jehová haría de su Hijo unigénito, Jesucristo. (Gé 22:1-14; Heb 11:17-19.)
El único uso de la sangre que alguna vez ha tenido la aprobación de Dios ha sido para sacrificio
Levítico 17:11, 12: “El alma de la carne está en la sangre, y yo mismo la he puesto sobre el altar para ustedes para hacer expiación por sus almas, porque la sangre es lo que hace expiación por el alma en ella. Es por eso que he dicho a los hijos de Israel: ‘Ninguna alma de ustedes debe comer sangre y ningún residente forastero que esté residiendo como forastero en medio de ustedes debe comer sangre.’” (Todos aquellos sacrificios de animales bajo la Ley de Moisés prefiguraron el sacrificio único de Jesucristo.)
Hebreos 9:11-14, 22: “Cuando Cristo vino como sumo sacerdote [...] entró, no, no con la sangre de machos cabríos y de torillos, sino con su propia sangre, una vez para siempre en el lugar santo y obtuvo liberación eterna para nosotros. Porque si la sangre de machos cabríos y de toros y las cenizas de novilla rociadas sobre los que se han contaminado santifica al grado de limpieza de la carne, ¿cuánto más la sangre del Cristo, que por un espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin tacha a Dios, limpiará nuestra conciencia de obras muertas para que rindamos servicio sagrado al Dios vivo? [...] a menos que se derrame sangre, no se efectúa ningún perdón.”
Efe. 1:7: “Por medio de él [Jesucristo] tenemos la liberación por rescate mediante la sangre de ése, sí, el perdón de nuestras ofensas, según las riquezas de su bondad inmerecida.”
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