25_1.jpg
Sus vengativos captores le arrancan los ojos y lo someten a trabajos forzados. Andando el tiempo, lo sacan de la prisión y lo llevan a un templo pagano para que sirva de diversión a los concurrentes. Una vez allí, lo pasean ante miles de espectadores, que se burlan de él. El prisionero no es un criminal ni tampoco el comandante de ningún ejército enemigo. Se trata de un siervo de Jehová que ha ejercido de juez en Israel durante veinte años.
¿Cómo es que Sansón, el hombre más fuerte de toda la historia, acabó en una situación tan humillante? ¿Podría salvarse usando su extraordinaria fuerza? ¿Cuál era el secreto de su poder? ¿Hay algo que podamos aprender de la vida de Sansón?
“Llevará la delantera en salvar a Israel”
Los hijos de Israel se habían desviado en numerosas ocasiones de la adoración verdadera. Así que, cuando “se dieron de nuevo a hacer lo que era malo a los ojos de Jehová, [...] Jehová los dio en mano de los filisteos por cuarenta años” (Jueces 13:1).
La historia de Sansón comenzó cuando el ángel de Jehová se apareció a la esposa estéril de un israelita llamado Manóah y le informó que tendría un hijo. “No debe venir navaja sobre su cabeza —le advirtió el ángel—, porque nazareo de Dios es lo que el niño llegará a ser desde que salga del vientre; y él es quien llevará la delantera en salvar a Israel de la mano de los filisteos.” (Jueces 13:2-5.) Antes siquiera de que Sansón fuera concebido, Jehová había determinado que desempeñaría una tarea concreta. Desde el momento de su nacimiento tendría que ser nazareo, alguien separado para una clase especial de servicio sagrado.
“A mis ojos es precisamente apropiada”
A medida que Sansón crecía, “Jehová continuó bendiciéndolo” (Jueces 13:24). Cierto día Sansón les dijo a sus padres: “Hay una mujer que he visto en Timnah, de las hijas de los filisteos, y ahora consíganmela por esposa” (Jueces 14:2). Imagínese su sorpresa. En lugar de liberar a Israel del yugo de los opresores, su hijo quería formar una alianza matrimonial con ellos. Tomar esposa de entre los adoradores de dioses paganos iba en contra de la Ley de Dios (Éxodo 34:11-16). De ahí que sus padres objetaran diciendo: “¿No hay entre las hijas de tus hermanos y entre todo mi pueblo una mujer, para que vayas a tomar esposa de los incircuncisos filisteos?”. Pero Sansón le insistió a su padre: “Consígueme sólo a ella, porque ella es la que a mis ojos es precisamente apropiada” (Jueces 14:3).
¿Por qué era “precisamente apropiada” para Sansón esta filistea en particular? No es porque fuera “hermosa, encantadora y atractiva”, apunta la
Cyclopedia de McClintock y Strong, “sino porque era adecuada para la consecución de un fin, propósito u objetivo”. ¿Cuál? Jueces 14:4 explica que Sansón “estaba buscando ocasión contra los filisteos”. Así que ese era el motivo por el que se había interesado en la mujer. Al ir haciéndose adulto, “el espíritu de Jehová comenzó a impelerlo”, es decir, incitarlo a actuar (Jueces 13:25). De modo que el espíritu de Jehová fue la fuerza que impulsó su extraña petición, así como toda su carrera de juez en Israel. ¿Conseguiría Sansón la oportunidad que estaba buscando? Analicemos primero cómo Jehová le garantizó su apoyo.
Sansón se dirigía a Timnah, la ciudad de su futura esposa. “Cuando llegó hasta las viñas de Timnah —dice el relato bíblico—, pues, ¡mire!, un leoncillo crinado que venía rugiendo a su encuentro. Entonces el espíritu de Jehová entró en operación sobre él, de modo que él desgarró al león en dos.” Esta asombrosa manifestación de poder tuvo lugar cuando Sansón se hallaba solo. Nadie más la presenció. ¿Fue este un modo como Jehová le aseguraba a Sansón que podría cumplir con la comisión que él le había dado como nazareo? La Biblia no lo dice, pero Sansón debió de percibir que esa extraordinaria fuerza no provenía de él, sino de Jehová. Podía contar con la ayuda divina en su futura labor. Fortalecido por el incidente con el león, Sansón “continuó bajando y se puso a hablar a la mujer; y todavía era apropiada a [sus] ojos” (Jueces 14:5-7).
Cuando Sansón regresó posteriormente para llevarse a la mujer a su casa, “se desvió para mirar el cadáver del león, y sucedió que había un enjambre de abejas en el cuerpo muerto del león, y miel”. Sansón se inspiró en esta escena para proponer una adivinanza a treinta compañeros de boda filisteos cuando se casó: “Del que come salió algo de comer, y del fuerte salió algo dulce”. Si resolvían este enigma, Sansón les daría treinta prendas de vestir interiores y treinta conjuntos de vestidos. Si no, se los darían ellos a él. Los filisteos pasaron tres días intentando resolver el acertijo. Al cuarto, amenazaron a la mujer, diciéndole: “Embauca a tu esposo para que nos declare el enigma. De otro modo los quemaremos con fuego a ti y a la casa de tu padre”. ¡Qué crueles! Si los filisteos trataban así a su propia gente, es fácil imaginar la opresión que sufrían los israelitas (Jueces 14:8-15).
Aterrada, la mujer presionó a Sansón para que le dijera la respuesta. Con total falta de amor y lealtad a su esposo, comunicó enseguida la solución a sus compañeros de boda, quienes a su vez se la presentaron a Sansón. Este, que sabía cómo habían logrado dar con la respuesta, les dijo: “Si no hubieran arado con mi ternera, no habrían resuelto mi enigma”. A Sansón se le acababa de presentar la oportunidad que había estado esperando. “El espíritu de Jehová entró en operación sobre él, de manera que él bajó a Asquelón y derribó a treinta de los hombres de ellos y tomó lo que despojó de ellos y dio los vestidos a los que habían declarado el enigma.” (Jueces 14:18, 19.)
¿Fue la sed de venganza lo que impulsó las acciones de Sansón en Asquelón? No. Se trató de un acto que Dios llevó a cabo mediante su libertador escogido. Jehová lo usó para comenzar la lucha contra los crueles opresores de su pueblo. La campaña no iba a terminar allí. La siguiente oportunidad se presentó cuando Sansón fue a visitar a su mujer.
Fuente: [URL]http://www.watchtower.org/s/20050315/article_01.htm[/URL]
Marcadores