De Ap. 1A y 1C queda claro que el Tetragrámaton en caracteres hebreos (יהוה) se usó tanto en el texto hebreo como en la Septuaginta griega. Por lo tanto, fuera que Jesús y sus discípulos leyeran las Escrituras en hebreo o en griego, se encontrarían con el nombre divino. En la sinagoga de Nazaret, cuando Jesús se levantó y aceptó el libro de Isaías y leyó 61:1, 2, donde se usa el Tetragrámaton, pronunció el nombre divino. Esto estaba de acuerdo con su resolución de dar a conocer el nombre de Jehová, como se puede ver por su oración a su Padre: “He puesto tu nombre de manifiesto a los hombres que me diste del mundo. [...] Yo les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer”. (Jn 17:6, 26.)
Hay prueba de que los discípulos de Jesús usaron el Tetragrámaton en sus escritos. En la obra De viris inlustribus [Acerca de hombres ilustres], capítulo III, Jerónimo, en el siglo IV, escribió lo siguiente: “Mateo, quien es también Leví, y quien de publicano llegó a ser apóstol, compuso en primer lugar un Evangelio de Cristo en Judea en el lenguaje y caracteres hebreos para beneficio de los de la circuncisión que habían creído. No está suficientemente comprobado quién lo tradujo después de eso al griego. Además, el hebreo mismo se conserva hasta este día en la biblioteca de Cesarea, tan diligentemente formada por el mártir Pánfilo. Los nazarenos que usan este volumen en la ciudad siríaca de Berea también me permitieron copiarlo”. (Traducción del texto latino preparado por E. C. Richardson y publicado en la serie “Texte und Untersuchungen zur Geschichte der altchristlichen Literatur”, tomo 14, Leipzig, 1896, pp. 8, 9.)
Mateo hizo más de cien citas de las Escrituras Hebreas inspiradas. Donde estas citas incluían el nombre divino él se habría visto obligado a incluir fielmente el Tetragrámaton en su relato del Evangelio en hebreo. Cuando el Evangelio de Mateo fue traducido al griego, el Tetragrámaton se dejó sin traducir en el texto griego, según la práctica de aquel tiempo.
No solo Mateo, sino todos los escritores de las Escrituras Griegas Cristianas citaron versículos del texto hebreo o de la Septuaginta donde aparece el nombre divino. Por ejemplo, en el discurso de Pedro en Hch 3:22 se cita de Dt 18:15, donde aparece el Tetragrámaton en un fragmento de papiro de la Septuaginta fechado del primer siglo a.E.C. (Véase Ap. 1C, sec. 1.) Pedro, como seguidor de Cristo, empleó el nombre de Dios, Jehová. Cuando el discurso de Pedro se puso por escrito, el Tetragrámaton se usó en él, conforme a la práctica durante el primer siglo a.E.C. y el primer siglo E.C.
En algún tiempo durante el siglo II o III E.C. los escribas eliminaron el Tetragrámaton tanto de la Septuaginta como de las Escrituras Griegas Cristianas y lo reemplazaron con Ký‧ri‧os, “Señor”, o The‧ós, “Dios”.
Acerca del uso del Tetragrámaton en las Escrituras Griegas Cristianas, George Howard, de la Universidad de Georgia, E.U.A., escribió en Journal of Biblical Literature, vol. 96, 1977, p. 63: “Descubrimientos recientes hechos en Egipto y en el desierto de Judea nos permiten ver de primera mano el empleo del nombre de Dios en los tiempos precristianos. Estos descubrimientos son significativos para los estudios del N[uevo] T[estamento] porque forman una analogía literaria con los documentos cristianos más primitivos y quizás expliquen cómo usaron el nombre divino los autores del NT. En las páginas siguientes presentaremos una teoría de que el nombre divino, יהוה (y posiblemente abreviaturas de él), estaba originalmente escrito en el NT en las citas hechas del A[ntiguo] T[estamento] y en alusiones a él y que, andando el tiempo, fue reemplazado principalmente con el sustitutivo κς [abreviatura para Ký‧ri‧os, “Señor”]. Esta eliminación del Tetragrámaton, según nuestro parecer, creó en la mente de los cristianos gentiles primitivos una confusión en cuanto a la relación entre el ‘Señor Dios’ y el ‘Señor Cristo’ que se reflejó en la tradición de MSS del texto mismo del NT”.
Estamos de acuerdo con lo supracitado, con esta excepción: No consideramos este punto de vista como una “teoría”; más bien, lo vemos como una presentación de los hechos de la historia en cuanto a la transmisión de los manuscritos bíblicos.
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