Descuida valenciana, no me sacrifico por el solo hecho de amar a mi patria. De Federico aprendí que no se debe creer en fronteras políticas, que se debe ser hombre del mundo y sentirse hermano de todos. Fuera otro mi avatar si no sintiera así como te escribo. Decía él que, “el chino bueno estaba más cerca de su España que el español malo”, pues, así lo siento yo de muchos cubanos que años tras años se alimentan de las mismas ideas nacionalistas, sin quitar las vendas de sus ojos y sin reparar en el daño que les causan a toda la nación. Por eso amo a todo aquel que en el mundo tome el nombre de cuba para bien, o que defienda una causa justa, y reniego o aborrezco al que es cubano por ser cubano nada más, al que no le importe el sentir del hermano, si de su propia geografía o de cualquier rincón del mundo. Y no me dedicaré solo a ello, estimada valenciana, hay un mogollón (como se dice allá en la madre patria) de personas esperando de mi amor, a quienes no les pueden faltar este hijo, este hermano, este padre, este amante, este amigo. No ganaran valenciana, somos pocos; pero los traemos cansados y hostigados, y el mundo lo recordará tan cual fue.
Mi eterno abrazo.
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