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Tema: Ideas sociológicas de von Mises

  1. #1
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    Predeterminado Ideas sociológicas de von Mises

    El resentimiento de la ambición frustrada, por Ludwig von Mises

    En una sociedad estamental, el sujeto puede atribuir la adversidad de su destino a circunstancias ajenas a sí mismo. Le hicieron de condición servil y por eso es esclavo. La culpa no es suya; no tiene por qué avergonzarse.

    La mujer, que no se queje, pues si le preguntara: "¿Por qué no eres duque? Si tú fueras duque, yo sería duquesa", el marido le contestaría: "Si mi padre hubiera sido duque, no me habría casado contigo, tan villana como yo, sino con una linda duquesita. ¿Por qué no conseguiste mejores padres?".

    La cosa ya no pinta del mismo modo bajo el capitalismo. La posición de cada uno depende de su respectiva aportación. Quien no alcanza lo ambicionado, dejando pasar oportunidades, sabe que sus semejantes le juzgaron y postergaron. Ahora sí, cuando su esposa le reprocha: "¿Por qué no ganas más que ochenta dólares a la semana? Si fueras tan hábil como tu antiguo amigo Pablo, serías encargado y viviríamos mejor", se percata de la propia humillante inferioridad.

    La tan comentada dureza inhumana del capitalismo estriba precisamente en eso, en que se trata a cada uno según su contribución al bienestar de sus semejantes. El grito marxista "A cada uno según sus merecimientos" se cumple rigurosamente en el mercado, donde no se admiten excusas ni personales lamentaciones. Advierte cada cual que fracasó donde triunfaron otros, quienes, por el contrario, en gran número, arrancaron del mismo punto de donde el interesado partió. Y, lo que es peor, tales realidades constan a los demás. En la mirada familiar lee el tácito reproche: "¿Por qué no fuiste mejor?". La gente admira a quien triunfa, contemplando al fracasado con menosprecio y pena.

    Se le critica al capitalismo, precisamente, por otorgar a todos la oportunidad de alcanzar las posiciones más envidiables, posiciones que, naturalmente, sólo pocos alcanzarán. Lo que en la vida consigamos nunca será más que una mínima fracción de lo originariamente ambicionado.
    Tratamos con gentes que lograron lo que nosotros no pudimos alcanzar. Hay quienes nos aventajaron y frente a ellos alimentamos subconscientes complejos de inferioridad. Tal sucede al vagabundo que mira al trabajador estable; al obrero ante el capataz; al empleado frente al director; al director para con el presidente; a quien tiene trescientos mil dólares cuando contempla al millonario. La confianza en sí mismo, el equilibrio moral, se quebranta al ver pasar a otros de mayor habilidad y superior capacidad para satisfacer los deseos de los demás. La propia ineficacia queda de manifiesto.

    Justus Moser inicia la larga serie de autores alemanes opuestos a las ideas occidentales de la Ilustración, del racionalismo, del utilitarismo y del laissez faire. Irritábanle los nuevos modos de pensar que hacían depender los ascensos, en la milicia y en la administración pública, del mérito, de la capacidad, haciendo caso omiso de la cuna y el linaje, de la edad biológica y de los años de servicio. La vida –decía Moser– sería insoportable en una sociedad donde todo dependiera exclusivamente de la valía individual. Somos proclives a sobreestimar nuestra capacidad y nuestros merecimientos; de ahí que, cuando la posición social viene condicionada por factores ajenos, quienes ocupan lugares inferiores toleran la situación –las cosas son así– conservando intacta la dignidad y la propia estima, convencidos de que valen tanto o más que los otros. En cambio, el planteamiento varía si sólo decide el mérito personal; el fracasado se siente humillado; rezuma odio y animosidad contra quienes le superan.

    Pues bien, esa sociedad en la que el mérito y la propia ejecutoria determinan el éxito o el hundimiento es la que el capitalismo, apelando al funcionamiento del mercado y de los precios, extendió por donde pudo.
    Moser, coincidamos o no con sus ideas, no era, desde luego, tonto; predijo las reacciones psicológicas que el nuevo sistema iba a desencadenar; adivinó la revuelta de quienes, puestos a prueba, flaquearían.

    Y, efectivamente, tales personas, para consolarse y recuperar la confianza propia, buscan siempre un chivo expiatorio. El fracaso –piensan– no les es imputable; son ellos tan brillantes, eficientes y diligentes como quienes les eclipsan. Es el orden social dominante la causa de su desgracia; no premia a los mejores; galardona, en cambio, a los malvados carentes de escrúpulos, a los estafadores, a los explotadores, a los "individualistas sin entrañas". La honradez propia perdió al interesado; era él demasiado honesto; no quería recurrir a las bajas tretas con que los otros se encumbraron. Bajo el capitalismo, hay que optar entre la pobreza honrada o la turbia riqueza; él prefirió la primera. Esa ansiosa búsqueda de una víctima propiciatoria es la reacción propia de quienes viven bajo un orden social que premia a cada uno con arreglo a su propio merecimiento, es decir, según haya podido contribuir al bienestar ajeno. Quien no ve sus ambiciones plenamente satisfechas se convierte, bajo tal orden social, en rebelde resentido. Los zafios se lanzan por la vía de la calumnia y la difamación; los más hábiles, en cambio, procuran enmascarar el odio tras filosóficas lucubraciones anticapitalistas. Lo que, en definitiva, desean tanto aquéllos como éstos es ahogar la denunciadora voz interior; la íntima conciencia de la falsedad de la propia crítica alimenta su fanatismo anticapitalista.

    Tal frustración (...) surge bajo cualquier orden social basado en la igualdad de todos ante la ley. Sin embargo, ésta es sólo indirectamente culpable del resentimiento, pues tal igualdad lo único que hace es poner de manifiesto la innata desigualdad de los mortales en lo que se refiere al respectivo vigor físico e intelectual, fuerza de voluntad y capacidad de trabajo. Resalta, eso sí, despiadadamente el abismo existente entre lo que realmente realiza cada uno y la valoración que el propio sujeto concede a su comportamiento. Sueña despierto quien exagera la propia valía, gustando de refugiarse en un soñado mundo "mejor" en el que cada uno sería recompensado con arreglo a su "verdadero" mérito.

    NOTA: Este texto forma parte de LA MENTALIDAD CAPITALISTA, de LUDWIG VON MISES
    Última edición por ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO; 08/04/2011 a las 06:56

  2. #2
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    Predeterminado Respuesta: Ideas sociológicas de von Mises

    Me considero una persona económicamente liberal, pero, sociológicamente, uno debe tener principios sociales; esto es, ha de ser, en cierto modo, socialista.

    El socialismo es un principio de socialización, con más detalle, socialización de la riqueza que se convierte con facilidad en una tautología social innegable; toda riqueza es objeto social en su continuo; el individuo se falsea socialmente. En mi sociología, el individuo es un mínimo; es el individuo incierto.

    La sociología se hace con densidades psicológicas, y no con psicologías individuales.
    Por supuesto que la principal relación de la sociología es con la psicología, y sólo posteriormente (en relación a su historia) con la economía. En la economía no hay propiedades, contrariamente a la psicología y la sociología; y el conflicto de su propiedad, mejor visto, es el objeto del investigador de tales disciplinas. La economía es un cúmulo de supuestos que falsean su propiedad.

    La reflexión socialista crece de la economía política y la creación de riqueza de las grandes unidades económicas. Tradicionalmente, la unidad eran las naciones; pero, actualmente, se trata de un error metodológico, pues todas las economías son distintas. La globalización, sociológicamente, es una prueba recurrente de que la razón económica no vale por sí sola. Los economistas se equivocan demasiadas veces.

    La desigualdad de las distintas riquezas individuales es, sociológicamente, una incertidumbre histórica que conllevará con seguridad a una relación conflictiva. Si no hay hombres libres, los hombres dependen finalmente de su determinación (¿una economía como física, tal y como la critica el mismo von Mises?); si hubiera hombres libres, los estudiaría la metafísica o la ética, y no la economía o la sociología. La liberalidad, pues, es un prejuicio metafisico, no sociológico. La sociología del conflicto estudia a Hegel y a Marx, que sí deben ser estudiados metafísicamente, no a von Mises.

    Para von Mises, igual que para Marx, la economía es la forma de socialización por excelencia. La relación social se debe estudiar desde la acción conjunta que implica una solidaridad a priori (*). Pero al igual que la reflexión de Marx, en este sentido, es enormemente rica y problemática (por ello se sigue estudiando a Marx y se lo seguirá estudiando, y es raro que un sociólogo exprese algún interés en von Mises), von Mises no tiene ningún interés para la sociología. Si uno estudia sociológicamente a Marx llegará con facilidad a una sociología filosófica; si estudia sociológicamente a von Mises podrá hace poco más que decir simplezas. Dejo claro, pues, que von Mises es un sociólogo para colegiales. Sus teorías tendrán interés económico; sociológicamente, no tienen ninguno.

    La economía es estructural e histórica, con posibilidad, eso sí, de ser histórica a priori, o sea, racional; la economía sólo es segundamente racional. Esta última es la razón por la que es extaño que se encuentre interés filosófico o sociológico a von Mises, pues no piensa radicalmente sino a la altura a la que está su vista. La sociología, por el contario, ha de ser primeramente racional, y de ello se deriva que sea un principio ético que pretenda mejorar al hombre por ser hombre, porque sabe que el hombre en comunidad es el principal conflicto del hombre.

    Von Mises carece de principios éticos. Estudia la acción humana sin aplicar valor alguno a lo que el hombre hace. Para él es lo mismo porque entre sus principios no figura poner objetos problemáticos como principio y fin de su teoría.

    Von Mises es, sin lugar a dudas, un individualista que dice, más menos, “que cada uno se apañe como bien pueda. Si eres afortunado, bien; si no, es tu problema. Actúa como el afortunado”. Todos mis desprecios para ese tipo de cínicos.

    La sociedad de von Mises es una racionalización social que niega el conflicto de una acción libre y que, por tanto, puede ser problemática. La densidad de los problemas, lo que no es en ellos individual sino objeto claro de la sociología, se deja aparte; es una distancia ética y sociológica.

    Desde una perspectiva sociológica, la cuestión es que la sociología es la perspectiva social bajo un principio teórico: su conocimiento. Esto viene a decir que la sociología no conoce individuos sino lo común de éstos, los grados subjetivos que el sociólogo unifica bajo el concepto de su teoría.

    (*) Solidaridad a priori es, evidentemente, un concepto mío sin relación con Marx ni con von Mises; es la forma histórica para el otro.
    Última edición por ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO; 08/04/2011 a las 08:21

  3. #3
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    Predeterminado Respuesta: Ideas sociológicas de von Mises

    Ludwig von Mises

    Un autor para leer...
    Un post para pensar o repensar...
    Excelente.
    ALBERTO RODRIGUEZ -SEDANO
    Sus reflexiones y aprender sobre un autor que desconocíamos.
    Saludos cordiales.

  4. #4
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    Predeterminado Respuesta: Ideas sociológicas de von Mises

    Me interesé por von Mises a partir del tema de Mario Blacutt sobre su gran obra La acción humana. Su lectura, desgraciadamente, me aburrió terriblemente.

    Esta mañana he leído el artículo en un periódico digital, y he abierto el tema, no contra con Mises sino contra la ideología a la que conlleva.
    Última edición por ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO; 09/04/2011 a las 07:44

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