No tienes la culpa,
tú solo hacias
lo que siempre hiciste,
lo que siempre harás
hasta que la piel
deje de quemarte
por dentro,
hasta que las ansias
se ahoguen
en tu propia vanidad,
quizá fue eso
lo que me atrajo,
esa falsa libertad
que otorga
la lujuria con desmán,
que confundí con
aquel libre espíritu
que yo tanto repetía,
tampoco la tuve yo,
me dejé llevar
como siempre
por mis sueños sin sentido,
retándolos una y otra vez
a que se cumplieran,
aún sabiendo
que cada noche
tendría que volver a dormir
para pararlos,
y una vez despierto
incitarlos a vivir de nuevo.
Ahora, desde la distancia
que regala el tiempo,
y sin el fuego quemándome
la espera,
comprendo inultilmente
que no puedo captar aroma
allí donde no hubo flor.
¡HERMOSO POEMA! Muchas veces nos aferramos por la causa equivocada a una persona y sólo, nos damos cuenta de nuestra equivocación cuando dejamos de estar bajo su influjo
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