“El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de Dios mismo. Es, pues, la fuente de todos los otros misterios de la fe; es la luz que los ilumina. Es la enseñanza más fundamental y esencial en la jerarquía de las verdades de fe. Toda la historia de la salvación no es otra cosa que la historia del camino y los medios por los cuales el Dios verdadero y único, Padre, Hijo y Espíritu Santo, se revela, reconcilia consigo a los hombres, apartados por el pecado, y se une con ellos”.
En el Génesis Dios habla en plural (Gn1, 26): “Hagamos al hombre a imagen y semejanza nuestra”; 3, 22: “He aquí que Adán es como uno de nosotros”;Gn11, 7: “Venid, descendamos y confundamos sus lenguas”); tres hombres aparecen a Abraham (Gn18, 1-15).
Profecías mesiánicas: Sal 2, 7 (Heb 1, 5 lo aplica Jesús) y Sal 109 (Jesús lo recoge en Mt 22, 44)
Jesús revela que Dios es su Padre: “Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo”(Mt 11, 27). Jesús se identifica con el Padre: “Pues como el Padre tiene vida en sí mismo, así ha dado al Hijo tener vida en sí mismo” (Jn 5, 26); “Yo y el Padre somos uno” (Jn 10, 30 Los textos vistos, al revelar la paternidad de Dios también están revelando la filiación divina de Jesús. Otras expresiones de Jesús y palabras de sus discípulos que confiesan la divinidad de Jesús... En el Templo, a los 12 años, Jesús manifiesta su divinidad: “¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que es necesario que yo esté en las cosas de mi Padre?” (Lc 2, 49). Jesús se llama “Hijo del Hombre”, título del Mesías en Dan 7, 13-14 que tiene atributos divinos (“A él se le dio dominio, honor y reino. Y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su dominio es un dominio eterno que no pasará; y su reino no será destruido”). Por ejemplo con Nicodemo (Jn 3, 1-21), Zaqueo (Lc 19, 1-10), cuando anuncia su pasión, muerte y resurrección (Mc 8, 31-33), cuando cura un paralítico en Cafarnaún (Mc 2,1-12), ante el tribunal de Caifás (Mc 14, 53-64). Jesús manifiesta su divina preexistencia o eternidad utilizando el nombre “Yo soy” revelado a Moisés en el monte Horeb. Por ejemplo: “Yo soy la luz del mundo” (Jn 8, 12); “Si no creéis que Yo soy, moriréis en vuestros pecados” (Jn 8, 24); “Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que Yo soy” (Jn 8, 28 ); “Antes de que Abraham naciese, Yo soy” (Jn 8, 58 ); “Os lo digo desde ahora, antes de que suceda, para que cuando ocurra creáis que Yo soy” (Jn 15, 19). Sus oyentes entendieron que afirmaba de sí mismo que era Dios (ej.: Jn 5, 18 ).
Los discípulos proclaman la divinidad de Jesús. Por ejemplo cuando camina sobre las aguas dicen: “Realmente eres Hijo de Dios” (Mt 14, 33); o la confesión de San Pedro: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo” (Mt 16,16); o la de Santo Tomás: “¡Señor mío y Dios mío!” (Jn 20, 28 ). La filiación divina de Jesús está al comienzo y en el centro de la predicación apostólica postpascual: proclaman a Jesús como Hijo de Dios. Ejemplos: “El Verbo era Dios” (Jn 1, 1); San Juan precisa que escribió su Evangelio “para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios” (Jn 20, 31); Cristo es “Dios bendito por los siglos” (Rom 3, 5); “En Él habita toda la plenitud de la divinidad corporalmente” (Col 2, 9).
Y sobre el Espíritu Santo; ya en Gn 1, 2 aparece la palabra “espíritu” (“el Espíritu de Dios se cernía sobre la superficie de las aguas”). En el NT aparecen varios nombres concretos. Ej.: “el Espíritu del Padre” (Mt 10, 20;1 Cor 2, 11; Jn 15, 26); “el Espíritu del Hijo” (Gal 4, 6); “el Espíritu de Jesús” (Hch 16, 7). Indican que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo. Numerosos textos indicando que el Espíritu Santo es Persona divina. Ej: “Yo rogaré al Padre y os dará otro Paráclito... El Espíritu de la Verdad” (Jn 14, 16);“El Paráclito, el Espíritu Santo que el Padre enviará en mi nombre, El os lo enseñará todo” (Jn 14, 26); “Cuando venga el Paráclito que yo os enviaré de parte del Padre, el Espíritu de la Verdad que procede del Padre, El dará testimonio de mí” (Jn 15, 26).
Y en los escritos apostólicos… (2 Cor 13, 13) “La gracia del Señor Jesucristo y el amor de Dios y la comunicación del Espíritu Santo estén con todos vosotros”.(Ef 1, 3-13) “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda bendición espiritual en los cielos (...). Por Él también vosotros (...) fuisteis sellados con el Espíritu Santo prometido”. (Gal 4, 6) “Y puesto que sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: ‘¡Abba, Padre!’”2 P 1, 1-2: “Elegidos según la presciencia de Dios Padre, mediante la santificación del Espíritu, para obedecer a Jesucristo”.
Si bien, no se encuentra el término “persona” para hablar de la Trinidad; pero a falta de otro más adecuado, los teólogos y el Magisterio de la Iglesia lo utilizan para designar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo en su distinción real entre sí (cfr. CCE 252).
Para Boecio, la persona es una “sustancia individual de naturaleza racional”. Se debe aplicar en Dios el nombre de persona depurándolo de las imperfecciones que adquiere en las criaturas.
En Dios la palabra persona designa no a la esencia divina, sino a las tres relaciones reales intratrinitarias subsistentes y opuestas entre sí; La esencia divina es numéricamente una.
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