“Sus lágrimas eran cristales
que se clavaban en las profundidades,
quería aliviar sus males
pero sólo conseguía ponerle retales.
Ante la gente, las falsas caricias,
en casa, eternas palizas,
y allí, acostada,
su mente volaba.
Al día siguiente,
creyéndose valiente,
la deja convaleciente.
La mano alarga,
el teléfono alcanza,
aparece la voz de la esperanza.
Al llegar, la encuentro inconsciente.
Mírame, niña hermosa
quiero entregarte esta rosa.
De sus labios una sonrisa arranqué
aunque poco me alegré
pues de su corazón el daño nunca sacaré.”
A todas las personas que están siendo maltratadas.
Siempre hay una esperanza, otro camino, una mano que se brinda a ayudarnos, cogedla, no tengáis miedo, seguid adelante, no os dejéis humillar por nadie y no permitáis que alguien os levante la mano.
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