La cosa fue desagradable ante los ojos de Dios. David no debió hacer lo que hizo. No estuvo bien. Pero cuando fue reprendido por ello, David no se endureció, sino que se arrepintió y se humilló y pagó un alto precio por ello. El salmo 51 deja claro los sentimientos y la actitud de David al respecto.
David fue ungido Rey por mandato de Dios, y por lo tanto David era siervo de Dios para lo bueno y para lo no bueno. David estaba en las manos de Dios, y Dios decidió el castigo a su pecado como a él le pareció adecuado, y nadie podrá juzgar nunca a Dios ni a ninguno de sus siervos. A sus siervos no los juzga la Ley; los juzga él mismo, porque para éso son sus siervos. De todas maneras David pagó un alto precio para expiar su pecado.
PUNZÓN
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