Página 1 de 2 12 ÚltimoÚltimo
Resultados 1 al 10 de 17

Tema: Una tarde sin ocaso

  1. #1
    Banned
    Fecha de ingreso
    27 dic, 10
    Ubicación
    Argentina
    Mensajes
    427

    Predeterminado Una tarde sin ocaso CAPITULO I

    CAPITULO I


    Era una fría mañana de invierno y Edgar miraba la nieve caer, absorto en sus pensamientos. Parecía extraído del natural ajetreo diario de en una clínica. Cuando de pronto, una voz animada lo volvió de aquél estado en el que se encontraba imaginando justamente lo que ahora era realidad.
    ¡Es una niña!-Dijo la vos, y Edgar, sobresaltado y resplandeciendo en felicidad se dirigió atontadamente al cuarto donde su esposa y su recién nacida hija lo esperaban… Nada podía expresar su alegría al ver a la pequeña emitir sus primeros llantos, era algo increíble, impagable… y embriagado de felicidad, la cual compartía con su esposa, tomó a su hija en brazos y la abrazó tan tierna y delicadamente cómo cuanto puedo su corazón en relación a sus actos… Lo que nunca imaginaría que ese llanto, sería la característica de esta pequeña, una característica ahogada.
    Última edición por AnaLauraM; 30/12/2010 a las 17:55

  2. #2
    Banned
    Fecha de ingreso
    27 dic, 10
    Ubicación
    Argentina
    Mensajes
    427

    Predeterminado Una tarde sin ocaso CAPITULO II

    CAPITULO II


    _Edgar murió- Dijo una fría vos, tanto cómo esa mañana de invierno, mientras Lauren trataba de abrir sus ojos cerrados por una larga noche de sueño… Ella, sin emitir una sola palabra se levantó de su cama y se vistió mientras trataba de recordar a su padre… Él, era lo más cercano que tenía, a pesar de tener aún a su madre, su padre significaba algo especial, era su doble, su clon, era la persona con la que más se identificaba y le agradaba estar. Pero ahora, después de una larga y extraña agonía, su padre estaba muerto…
    Mientras se vestía escuchaba las vos de dos mujeres fuera de su habitación_ ¿Cómo está?- _Murió con una sonrisa; Lauren tendría que haber ido a verlo anoche, pero su tío dijo que no era conveniente, que quizá más adelante. Pero bueno, no se pudo- Respondió la otra.
    Lauren sabía de lo que hablaban, ella había esperado ansiosa que llegara la tarde del viernes para poder visitar a su padre, pero a última hora su tío llamó y canceló la visita… Nadie imaginaba que él moriría esa misma noche…
    _Lauren! Vamos, ¡apúrate!- Dijo la misma vos que le había dado la atroz noticia… _ ¡Ya voy mamá!- Se limitó a decir la niña y colocándose su calzado salió disparada a la galería donde la esperaban su madre y su abuela. _Hola-Dijo Lauren con un tono de voz apagado. _Hola hija- le respondió su abuela; Mientras su madre dirigiéndose a su automóvil seguía apurándola.
    No se dio cuenta en qué momento llegó a la funeraria, todo el camino se la había pasando mirando por la ventanilla del automóvil, pero absorta en sus pensamientos. Recordando a aquél hombre, que era su padre y que había querido y quería tanto. Era la persona con la que más había compartido. Había una especie de código entre ellos, sólo una mirada bastaba para que se entendieran… Pero esa persona, ya no estaba, se había ido o se la habían llevado; No estaba segura, sólo sabía que estaba sola…
    Al entrar a la funeraria, vio un lujoso ataúd del que sobresalían los típicos linos con el que se suelen cubrir los cadáveres, y más adelante, una nariz que reconoció al instante, la nariz de su padre…
    ¡Cómo no reconocerla, si ella tenía la misma nariz! No sólo se identificaba con su padre, se asemejaba a él en lo interno y también en lo físico. Había heredado de él la cabellera oscura, los ojos marrones que miraban tranquilos, la voz pausada y el paso calmado. ¡Eran idénticos!
    Lauren, sin acercarse al cadáver y con expresión dura y de poco interés, se sentó en un sillón mullido que se encontraba en un extremo de la sala, el extremo más lejano al cuerpo inerte de su padre y allí se quedó todo el tiempo, sin moverse; Sin hablar con nadie y recibiendo fríamente las consolaciones de extraños y conocidos.
    Y a pesar de que sólo era una niña de casi 10 años, se limitó a observar y analizar las actitudes de cada uno de los presentes… Le impactó que todos tuvieran los ojos rojos, cómo una falso intento por llorar, o por no hacerlo… _Hipócritas!- Se dijo a sí misma, mientras continuaba con su observación. Odiaba el hecho de que aquellas personas, que quizás no conocían tanto a su padre como ella, ¡Que no amaban a su padre como ella! Se mostrasen tan dolidos y conmovidos, mientras ella, quizás la más afectaba se encontraba inmóvil, sin derramar una sola lágrima y sin dejar asomar a la ventana de sus ojos el más mínimo cristalino resplandor de alguna de ellas. Por alguna razón, consideraba aquello una falta de respeto, le parecía un circo, digna de ser la función suspendida. Era un alboroto ese lugar, odiaba escuchar el lloriqueo exagerado de las mujeres mayores. Antes, los había escuchado y aún con más ahínco… realmente le parecía algo fuera de lugar y quizás una psicosis colectiva, una forma de llamar la atención, esa intención escondida de ser recordados a costillas del muerto. A ella, todas estas expresiones no le parecían para nada, sentimientos sinceros…

    Era lunes, y Lauren se encontraba en su clase de literatura, a pesar del luto debía cumplir con su obligación; Así se lo había dejado en claro su madre. Ella, era una mujer trabajadora, simpática con sus amigos y familiares, muy diferente a Lauren. A su madre le encantaba hablar, es más casi no dejaba de hacerlo y Lauren no se podía imaginarla callada durante largo tiempo. Era una mujer bastante materialista y apasionada por su trabajo, por no decir obsesionada… Parecía poner su vida en el trabajo y Lauren así lo creía, varias veces había escuchado discutir a sus padres, y no le resultó extraña ni mal ubicada la frase de su padre…_ ¡Te importa más el trabajo que tu familia!-
    De pronto, la puerta del salón de clases se abrió y la figura de una joven religiosa que todas las alumnas reconocieron apareció tras ella... Y una voz suave y cálida, susurró prácticamente, el nombre de Lauren Matthius y tras la autorización de la maestra, Lauren se puso de pié y se acerco a la joven monja. Sin decir una palabra, la joven y la niña se sentaron en un banco que estaba cerca y la religiosa, mirando a los ojos tristes de Lauren la tomó de la mano y le expresó cuanto lo sentía… Luego, saco de su bolsillo una pequeña imagen de una advocación mariana, que aseguró, significaba mucho para ella y se la entregó a la niña; Diciéndole que rece mucho, que Dios la estaba acompañando. Lauren, recibió el cumplido sin expresión alguna y no dijo ni una palabra durante el encuentro… _Dios… ¿quién es Dios?… ¡Dios no existe!... y si existe es un ser malvado…- Pensaba para sí misma cuando finalmente la monja se despidió y la acompaño nuevamente a su salón de clases. Al llegar a su asiento, sin mirar y sin dar importancia arrojó la imagen de la virgen a su bolso, cual arrojara basura en un recipiente con esa utilidad.
    Lauren, no consideraba a Dios un ser bondadoso. A pesar de que llevaba años en un colegio católico y de “profesar” esta fe, no se consideraba creyente. Tenía apenas 10 años y ese tal Dios le había quitado lo más preciado… Hace un año le había quitado a su mamá sustituta, la mujer que se había encargado realmente de su crianza; y ahora le quitaba a su padre… Ese Dios, no valía la pena, resultaba un ser repugnante para ella… Y así lo creyó por mucho tiempo…
    Última edición por AnaLauraM; 30/12/2010 a las 17:56

  3. #3
    Banned
    Fecha de ingreso
    27 dic, 10
    Ubicación
    Argentina
    Mensajes
    427

    Predeterminado Una tarde sin ocaso CAPITULO III

    CAPITULO III




    Caía la noche, y Lauren se encontraba en su habitación, encerrada, escuchando música punk a todo volumen. Ya no era la niña observadora, callada y tímida que había sido alguna vez; Ahora era una adolescente rebelde, resentida consigo misma, enfurecida con la vida y sedienta de venganza, sin un sentido por el cual vivir…
    Vestía ropas desagradables para el resto de la sociedad, su color habitual era el negro… expresaba así el luto de su vida, y quizá el tono de su alma… Que así se encontraba, totalmente obscurecida por el pecado, por el odio, por el rencor, por el instinto asesino que crecía dentro de ella… Se estaba transformando o se había transformado en una persona totalmente insensible, cuya capacidad de amar había anulado voluntariamente de su vida.

    _Baja el volumen de la música- Interrumpió su madre. Pero Lauren no hizo nada al respecto. _ ¿Por qué no te pones a estudiar? ¡Estas todo el día ahí sin hacer nada!- Siguió su madre. Lauren, había sido una chica muy aplicada en sus estudios, pero ya no lo era, había decaído mucho en el ámbito escolar y no le interesaba progresar. Vivía sumida en una tiniebla y nada la sacaría de ella por más que quisiese salir, estaba condenada a permanecer en esa oscura cueva el resto de su vida, que esperaba, no durara demasiado porque ya no podía soportarla.
    Odiaba su vida, odiaba lo que hacía y también lo que no hacía, pero sobre todo se odiaba a sí misma… Se había convertido en un monstruo ¡Y por su propia voluntad! Sólo ella era responsable de su mutación. Tenía apenas trece años y ya no le apetecía vivir, no veía en la vida nada interesante; Al contrario, la veía dolorosa, temible, oscura y extensa, demasiado extensa… Su vida era como una lenta tortura, que preferiría acabar…
    Los días pasaban y Lauren se preguntaba para qué había nacido, no entendía por qué alguien debía sufrir tanto… Cada día pesaba demasiado para ella… estaba agotada, rendida, sin fuerzas y sobretodo sin esperanza…
    Pasaba las noches sin dormir, llorando sobre su almohada, tratando de desahogar la frustración, el rencor y la falta de amor que sentía… Hasta que una noche, ya demasiado cansada de la vida, comenzó a pensar en cómo acabarla.

    Se desvelaba noches íntegras calculando todo, pensando en el modo, en la manera, en la ocasión, hasta pensó en las opciones por si fallaba su autoexterimnación. Consideró que al colgarse de una soga había probabilidades de que sobreviviera, la soga podía cortarse o podían encontrarla antes de que se asfixiase. Si bebía veneno… no sabía que veneno beber, quizás bebía alguno que le hiciera mucho daño pero no el suficiente como para acabar con su vida… Concluyó que la forma más adecuada sería atacar con el filo a las venas, para esto calculó un horario, tenía que tener el suficiente tiempo para desangrarse antes que la encontraran.
    Al fin, su plan malévolo encontró día de ejecución. Y se dispuso, como lo había organizado a acabar con su vida.
    Se sentó, tomo un enorme cuchillo y marco levemente cómo sería el tajo que infligiría… Alejó la mano siniestra contenedora del arma, cerró los ojos y dio vuelta la cara para no mirar cuando ella misma se cortase, frunció el seño y salvaje y enérgicamente hizo el amague para atacar a su muñeca que permanecía inmóvil y esperando… Pero, algo detuvo la fuerza de su brazo… Algo contrarió su fuerza, era algo que iba contra las leyes de la gravedad… ¡No podía ser posible! Era incoherente, pero había sucedido… Ella había puesto todas sus fuerzas, pero éstas se debilitaron por una fuerza contraria que no había permitido que se hiciese más que un leve rasguño…

    Dejó el cuchillo a un costado y recapacitó lo que estaba haciendo, lo que había estado a punto de hacer… ¡Era una locura! Y se estaba haciendo consiente de ello… En ese momento tocó fondo… Y al tocar fondo, no queda más que rebotar y regresar a la superficie… Así pasó, meditó sus acciones, sus pensamientos obscuros… Fue como un rayo de luz celestial en medio de las tinieblas infernales.

    Pasaba el tiempo y Lauren seguía sin encontrarle un sentido a su vida, seguía sumida en la depresión y no podía salir de ella… Tenía claro que no volvería a intentar arrebatarse la vida, pero nada podía hacer ni cambiar para darse ánimo de vivir, no había nada que la alentase. Se sentía horriblemente sola, incomprendida y seguía odiándose.
    Una mala combinación, que la mantuvo sumergida en ese caos espiritual durante bastante tiempo más…
    Los días se le hacían eternos y las noches eran cómo la última agonía, el único problema era que nunca acababan.
    Pasó estos años de su vida encerrada en su habitación, sin amigos, lamiendose sus heridas y mascuñando rencores. Tratando de sobrevir, tratando de encontrar un sentido para vivir…

    Se sentía completamente sola, nadie, absolutamente nadie recurría en su ayuda, ni le preguntaba sobre su estado. En cambio, todo el mundo la criticaba por sus vestimentas y gustos musicales, por pasar todo el día encerrada y no perseverar en los estudios… Pero nadie le preguntaba cuál era la raíz de sus males, aunque ella tampoco lo sabía, sólo sabía que se sentía vacia, inutil y sin vida…
    Última edición por AnaLauraM; 30/12/2010 a las 17:57

  4. #4
    Banned
    Fecha de ingreso
    27 dic, 10
    Ubicación
    Argentina
    Mensajes
    427

    Predeterminado Una tarde sin ocaso CAPITULO IV

    CAPITULO IV

    Ella no se lo hubiera imaginado antes, pero sentía una cierta atracción hacia los deportes, especialmente hacia el basketball, le encataba observar el juego y un día, decidió jugarlo. Acudía a un club casi diariamente, y sin pensarlo se estaba convirtiendo en una muy buena jugadora, aprendía rapido, era veloz y creativa para las jugadas, el adversario caía derrotado ante ella.
    Pero ésta no era la única evolución en su vida, sino que tambien en el club comenzó a hacer amigos, comenzó a abrirse a la vida y a disfrutarla, así como disfrutaba el partido.
    _Este fin de semana, viajaremos, tenemos un partido contra el equpo femenino más importante de nuestro estado- Dijo el entrenador, y las chicas entusiasmadas dieron un alarído
    _ ¡Ganaremos!, somos las mejores- _Para eso, será necesarió que entrenemos arduamente- concluyó el hombre. El era un tipo jóven, atractivo, naturalmente de buen porte, de ojos azules y cabello rizado. Pero a pesar de su apariencia, las chicas no se fijaron en él, sólo lo consideraban su entrenador y ni los sentimientos ni los cambios hormonales interrumpian en el juego. Y eso resultó bueno, sería dificil imaginar, aunque no tanto en los tiempos actuales, un enriedo espóradico entre las jóvenes o más bien adolescentes o niñas y el entrenador que prácticamente les doblaba la edad…

    Era una mañana soleada y de mucho calor, las jóvenes esperaban ansiosas la llegada del bus que las llevaría al punto de encuentro, al lugar del juego… Para ellas, significaba el camino a la gloria. No temían ni los nervios les atacaban, estaban felices y así lo demostraban enérgicamente.
    El reloj marcabas las 10.08 am cuando el bus llegó, era el momento de dar el paso hacia la victoria. Tomaron sus pertenencias y subieron al vehículo, charlaban divertidamente entre ellas _ ¡Cuidado, no te vallas a enredar en tus propios cordones!- Dijo una, y lauren dirijiendo su mirada a sus zapatos rió _No queremos que una de nuestras mejores jugadoras se lesione antes del partido- Concluyó la jóven, y todas rieron al descubrir que por poco Lauren habría quedado totalmente enredada entre sus cordones y la correa de su bolso… ¡La caída hubiera sido brutal! Y de pronto ella recordó la vez que se lesionó en medio de una jugada que hubiera sido fantastica, pero que no pudo concretar por doblarse el tobillo… Esa vez le había costado más de una semana recuperarse totalmente y poder volver a caminar con normalidad, claro que para correr y saltar tuvo que esperar un tiempo más… Recordó que en ese tiempo se había sentido muy mal… extrañaba demasiado lo que se había convertido en el centro de su vida… el basketball…[/SIZE]
    Pero este no era momento para añejos recuerdos, era el momento de la gloria… _No será tan facil esta vez, ¡mi tobillo se ha fortalecido a precio de golpes!- Dijo lauren con una sonrisa pícara y todas rieron recordando todas las veces que Lauren se había lesionado pero que no les había dado importancia y había seguido el partido como si nada…
    Sin duda era una jugadora extraordinaria, y sus lesiones se debían indudablemente a lo brusco de sus jugadas, a la creatividad para ellas, una vez había convertido un punto tras una bandeja impecable lograda luego de un delicado embión y una vuelta sobre sí misma en el aire, colocando el balón dentro del aro y quedando colgada por unos segundos de él, esa vez el público había enloquesido al ver semejante jugada y ella se sintió bien. Soñaba con jugar en la WNBA… y estaba enamorada de un basketbollista profesional que había tomado prestigio y comenzado a jugar en la NBA tras un descubrimiento en el estado al que ella pertenecía… Obviamente era un amor imposible, pero formaba parte de los típicos sueños de una adolescente.
    Se sentó en el asiento que le asiganaron y suspiró, cada vez que se sentaba en un automovil o en un bus y contemplaba por la ventanilla una cierta melancolía se apoderaba de ella, pero no sabía a que se debía y apartando la vista de la ventana miró a sus compañeras… _ ¡Este es nuestro gran día!- Dijo entusiasmada y todas asintieron. _ ¿Que hay si algún entrenador de prestigio nos descubre y cumplimos nuestro sueño?- Dijo una de ellas _No alusines!- Respondió otra. _ ¿Están diciendo que yo no tengo prestigió?- comentó dinámicamente el entrenador. _ ¡Claro que no Adrian! Pero sabes cuál es nuestro sueño.- Dijo una de ellas mientras lo sacudía por sus hombros. El hombre rió y todas con él. Era realmente un grupo genial, y el lazo que los unía a todos era muy fuerte. Se sentían más que un equipo, quizá una familia…
    El viaje había comenzado, y las chicas no pararon de hablar en todo el camino, y al entrenador le fasinaba el hecho de haber contratado un bus especialmente para su traslado, de otro modo hubiera sido casi imposible que otra gente soportara el parloteo animado de las chicas. El asentó la cabeza en el asiento y se durmió con una sonrisa, más allá de que las chicas ganaran o perdieran le importaba su bienestar, las quería como si fueran sus hermanas menores. Las hermanas que siempre soñó tener. Era un tipo jóven, no pasaba de los treinta años, y las chicas tenían entre 14 y 16… de ellas, Lauren era la menor, aunque no lo parecía. Él tenía un cariño particular hacia ella, la primera vez que la vió parecia un pajarillo asustado, ahora era otra persona… Pero más allá de ello había algo en su mirada que lo atrapaba… algo místico, enigmático… un no se qué, que lo llevaba a la reflexión y se daba cuenta que no conocía demasiado de su vida, ni de su pasado… Sólo sabía que era hija única y que venía de una familia bien posicionada. Y cáda vez que recordaba ello se sentía un poco mal y se prometía conocer un poco más de ella, aunque ella siempre evadía el tema de su familia y de su pasado. “Esto es lo que me hace felíz” decía y todo el mundo pasaba a otro tema. Era evidente que Lauren amaba el basketball y lo consideraba su vocación.

    _ ¡Llegamos!- Anunció el conductor y las chicas festejaron, mientras que el entrenado despertaba de su profundo sueño. Había tenido una pesadilla, que irresolublemente su novia lo abandonaba… Lo cuál en la vida real hubiera sido un golpe muy duro, el la amaba y pronto se casarían, llevaban muchos años de novios… y consternado el se preguntó si ese sueño significaría algo y poco después telefoneó a su amada y se alegró al descubrir que todo estaba bien. Le dijo lo mucho que la quería y que la llamaría despues del partido, ella sonrió y se despidió cariñosamente. Sin duda conformaban una hermosa pareja… Las muchachas se burlaron al descubrirlo hablando tiernamente y le envieron un saludo a su chica…
    Ellas la conocían, la muchacha también trabajaba en el club, era la entrenadora del equipo de boleyball, una buena mujer. Por lo menos a ellas, les caía muy bien.
    _Bueno, basta de charlas, ¡que se aproxima el gran juego!- Dijo el entrenador mientras golpeaba las manos. Ellas rieron típicamente mientras se encaminaba hacia donde suponían que se encontraba la cancha.
    Llegaron y conocieron a sus rivales. Luego, se tomaron un tiempo para descanzar por el viaje, y entrenar un poco, el partido sería durante la tarde.
    El almuerzo, se dió en un ambiente muy alegre, a pesar de que el aire acondicionado del restaurant había dejado de funcionar por un rato y el calor era casi insoportable. _Les recomiendo que ordenen pastas- dijo el entrenador con una expresión de extasiado. _ ¡Claro, los carbohidratos!- Respondió una de ellas, mientras otra añadía que casi ordenaba ensalada. _ ¡Te morirías, no tendrías fuerzas para el partido!- Añadió Lauren, le gustaba opinar de vez en cuando sobre algunos temas, pero solo aquellos que les parecían serios…
    A pesar del tiempo, y del ambiente en el que se movía, seguía siendo una persona meditabunda, silenciosa. Y se limitaba a hacer bromas a veces, y a opinar de vez en cuando. En las cosas sin un sentido profundo y serió se mantenía al margen.
    Y muy de vez en cuando, casi tan atípico como la muerte de un jugador en la cancha, se le soltaba la lengua y hablaba sin parar… Pero a todos les parecía extraño cuando sucedía…
    Las muchachas descanzaron un rato y cuando se sintieron en condiciones de entrenar se dirigieron a la cancha; Era una cancha maravillosa, impecable, ¡Ya quisieran gozar ellas de una cancha así en su cub!
    Practicaron unas cuántas paces, unas jugadas, unas bandejas y unos triples. Lauren era fantástica para los triples y ni hablar para los trucos… Mareaba a sus adversarios y luego iba directo al aro. Casi nunca fallaba.

    Se anució el partido y el juego comenzó, las visitantes tardaron menos de dos minutos en convertir su primer punto. Pero se sorprendieron que las anfitrionas fueran bastante buenas. Le llegó un pace a Lauren y ella intentó con una jugada sencilla, que para sorpresa de todos, no logró terminar porque el balón le fue quitado y las anfitrionas conviertieron un triple. Lauren, sintió una rabia profunda, no había sido abochornada asi en mucho tiempo. A partir de ese momento comenzó a jugar con el corazón, dejaría todo en la cancha, costara lo que costara. Su orgullo era alto.

    Continuará...
    Última edición por AnaLauraM; 30/12/2010 a las 17:58

  5. #5
    Banned
    Fecha de ingreso
    27 dic, 10
    Ubicación
    Argentina
    Mensajes
    427

    Predeterminado CAPITULO IV (continuación)

    De pronto, se elevo bruscamente del suelo, tomando el balón antes de que se conviertiera otro punto en su contra y salvajemente corrió por la cancha, realizando una serie de trucos a cada oponente que se le cruzaba y casi a mitad de la cancha se ariesgó a lanzar convirtiendo un impecable triple que dejó con la boca abierta a sus adversarias y provocó el aplauso de su entrenador. Las anfitrionas, comprendieron al instante que estaban frente a una gran potencia que no podían dejar sin marcar ni un solo segundo, pero era dificil, Lauren era veloz y escabillidiza.
    La chicharra sonó indicando el fin del juego, y las muchachas del equipo visitante expresaron una mueca de satisfacción, ¡Habian ganado! El partido había sido dificil, más de lo que habían podido suponer, y eso les daba más orgullo… Eran muy buenas…
    Y Si bien, su puntaje no había resultado un bombardeo para sus adversarias, porque se mantenía parejo, ellas degustaban la dulce sensación de la victoria, y se fortalecian con cada una de ellas…

    Durante la noche, senaron libremente, y sus adversarias las acompañaron, no había ribalidad entre las jugadoras, sólo instinto de competencia dentro de la cancha, fuera de ella algunas se hicieron muy amigas… Y esa noche, decidieron ir a bailar. Con la condición de que su entrenador las acompañaría.
    Entraron al boliche, aún no había demasiada gente y se podían apreciar los efectos de luces y humo, al cruzar la puerta fue cómo si entraran en otra dimensión y automaticamente sus cuerpos comenzaron a moverse al ritmo de la música. No pasó demasiado antes de que el lugar esté abarrotado de gente… _ Vamos a la barra, me estoy deshidratando.– Dijo una de ellas, mientras un par de sus compañeras la seguían. _Nosotras nos quedaremos aquí.- Mencionó Lauren, aunque inutilmente, porque el sonido ensordecedor no permitió que el mensaje llegara a la otra.
    Lauren y un puñado de chicas más se quedaron en el centro de la pista, bailando entre ellas. Pronto regresaron las demás con algunos refrescos, los cuáles compartieron. _Adrian está en la barra, nos está observando. – Dijo una. _ ¿cuál es el problema? ¡No estamos haciendo nada malo!- _Lo sé, pero sólo las prevengo… por las dudas…- Agregó y todas rieron. Realmente ninguna había pensado en descontrolarse esa noche, estaban cansadas pero felices, y el compartir entre ellas le bastaba.
    Sonó el tema del momento y todas bailaron más anímicamente, cuando Lauren sintió que alguien la tomaba de la mano y la sacaba del círculo que habían formado entre ellas. Era un muchacho, que le pareció bastante atractivo… _ ¿Querés bailar?- Le preguntó el. Y ella con una mueca le dio a entender que no le disgustaba la idea.
    _ ¿Cómo es tu nombre?- Le susurró él al oído. _Lauren, ¿el tuyo?- _Nick.- _Pues, mucho gusto Nick…- _Igualmente, Lauren.- Le dijo mientras le sonreía.
    Párecía estar interesado en algo más que sólo bailar con ella unas cuantas piezas, y al pensarlo, ella se sonrojó.
    _Te vi jugar esta tarde, ¡eres sensacional!- _Lo sé.- dijo hironicamente ella mientras reía, contagiando a su compañero.
    _En verdad, no sé mucho de basketball, yo juego football, pero lo que hiciste hoy fue espectacular… y eres muy hermosa además… - Agregó con una sonrisa pícara. Y Lauren se limitó sólo a devolverle la sonrisa, mientras se ponía tan roja como un tomate. Dio gracias que por los efectos de las luces sus colores no se notarían, de lo contrario parecería una estupida.
    _ ¿Quieres que vallamos fuera? Aquí es dificil oirte.- Dijo él, y ella le encontró razón en ese aspecto. La aferró fuerte de la mano para no perderla entre la multitud y caminó hacia la terraza, tenían que subir por unas escaleras que espacio ya no tenían de la cantidad de gente que había en el lugar. _Buena suerte.- Le dijo una de sus compañeras al verla irse con el muchacho y ella se rió _No pasará nada.- Agregó, aunque no estaba segura, el muchacho le atraía mucho.
    Llegaron a la terraza y ella se percató de que era una noche hermosa después de que él se lo hiciera notar. _Es verdad, es una noche hermosa.- Dijo ella… _Tan hermosa como tú.- Continuó el y ella no supo que hacer y disimulando su nerviosismo siguió observando el firmamento.
    _Cuentame de ti, ¿Qué haces?- Preguntó nick. _Pues… no mucho, juego y voy al colegio. El basketball es mi vida.- _Que interesante, nunca conocía a nadie que amara tanto al deporte.- _Siempre hay una primera vez para todo.- Dijo ella mirandolo a los ojos y sintiendose extraña…
    _ ¿Tu que haces?- _Pues, estudio y juego football, me encanta el football, aunque creo que no tanto como a ti el basketball y también trabajo.- _Pareces ser un chico ocupado.- _No lo creas, no tanto…- Dijo él mientras esbosaba una sonrisa tímida.
    Continuaron hablando largo rato, de sus intereses, gustos, de sus respectivas familias y amigos. Se llevaron muy bien desde primer momento, había una química que los atraía… y ambos lo sabían.
    _ ¿Tienes novio?- Le preguntó él y ella le respondió que no. _ Y… ¿que hace una chica tan linda como vos sin novio?- _Pues… creo que disfrutar la vida…- Dijo ella riendo. _ ¿Tu tienes novia?- _Tampoco.- Respondió el y agregó _Aunque sueño tenerla, y creo que he encontrado a la chica de mis sueños… Lo dijo tiernamente mientras la tomaba de la mano. Y ella le sonrió. El aprobechó para acariciar su mejilla e inclinandose suavemente la besó. Y sin darse cuenta, estaban abrazados, acariciandose, enredados en un beso apasionado que ambos disfrutaban.
    _Me gustas mucho.- Susurró él en su oído. _Y tú a mí.- Se animó a responderle ella.
    Sentían que la pasión los consumía, ella nunca había sentido eso, y por eso le deseaba. Continuaron besandose y acariciandose por un rato, cuando una de las chicas los interrumpió. _ ¡Adrian te está buscando! ¡Rapido, ven!- _Está furioso porque te desapareciste.- Continuó la chica.
    _Dile que estabas en el baño y ya…- _Pero, ¿tanto tiempo en el baño?- _Estamos en un boliche Lauren, entrar al baño es dificil y salir tambien.- Y Lauren rió al escuchar la conclusión de su compañera.
    De pronto, Lauren recordó y miró a tras… Allí vió a ese chico que la había hecho sentir maravillosa, le sonrió y el la saludó con la mano. De pronto se dio cuenta que no tenía ni su número de celular, ni su e-mail, quizo regresar y pedirselos pero su compañera la arrastraba escaleras abajo.
    _ ¿Donde estabas?- Dijo Adrian con un tono poco amigable. _En el baño…- Contestó Lauren. _ ¡No me mientas!- _No te miente Adrian, estaba en el baño, allí la encontré. Entiende que en estos lugares es dificil poder entrar al baño y más dificil salir si esta lleno de gente fuera…- Respondió su amiga por ella, y la mirada de Adrian se tranquilozó. _Bueno, pero traten de mantenerse juntas, no quiero que a ninguna les pase nada malo…- Las intenciones del entrenador eran las mejores, el no soportaría que a alguna de las chicas le pasara algo malo.

  6. #6
    Banned
    Fecha de ingreso
    27 dic, 10
    Ubicación
    Argentina
    Mensajes
    427

    Predeterminado Una tarde sin ocaso CAPITULO V

    CAPITULO V



    Habían pasado meses desde el viaje y Lauren no podía quitarse de la cabeza a aquél muchacho… Nick, repetía en silencio. Y se dejaba llevar por la imaginación, soñaba volver a estar con él, volver a besarlo y a sentir su abrazo… Estaba enamorada de él…
    Sin embargo, esos sentimientos no empañaban su desempeño a la hora de jugar, seguía siendo tan buena como siempre, incluso mejor…
    Ella no se había dado cuenta, nadie en realidad, que desde que había estado con nick algo había cambiado… Las noches de Lauren ya no eran una agonía, eran una fantasía… soñaba con el, lo deseaba… Pero la realidad era que no había forma de comunicarse con él. Sin embargo, ella soñaba con que algún día, por alguna extraña razón y casualmente se encontrarian nuevamente…
    Un día, cómo de costumbre abrió su correo electronico y el mail de un extraño le llamó la atención, lo abrió y leyo… ¡Era nick! No podia creerlo. Su sueño se hacía realidad.
    El le contaba que había tenido que pedir su correo a una de sus contrincantes, pero que le había costado mucho conseguirlo… Que durante estos meses no había dejado de pensar en ella, que deseaba volver a verla y que si ella aceptaba, podrían encontrarse en algún lugar la proxima semana, ya que él viajaría a la ciudad de ella, porque allí vivía su hermano…
    Ella estaba entusiasmadísima, flotaba de la felicidad que la embriagaba… De inmediato le contestó que ella también queria verlo, le pasó su numero de celular para más facil comunicación y le pidió que le avisara cuando llegaría… para quedar de acuerdo cuando, donde y a qué hora se encontrarian…
    Horas más tarde, le llegó un texto a su celular… Era nick, pasaron horas hablando por medio de textos. Nick era muy dulce y eso le encataba a Lauren, nunca se había dejado querer así y tampoco ella había sido tan sentimentalemente expresiva antes… Pero Nick tenía algo que la cautivaba, y que no podía esconder, por lo menos a él no podía ocultarselo.

    El reloj marcaba las seis quince de la tarde, y Lauren se aproximaba al lugar donde habían quedado con Nick encontrarse, el tránsito era espantoso y aún para un peatón como ella se complicaba… Llegó al lugar indicado a las seis trinta y subió las escaleras prácticamente corriendo… Allí estaba Nick… _Pensé que no vendrías.- Le dijó el. _Perdon, es que el transito…- _No importa.- La tranquilizó él y atrayendola a sí la beso tiernamente. Lauren se sintió volar nuevamente. ¡Había extrañado tanto sus besos!
    Salieron del lugar y tomados de la mano decidieron recorrer la ciudad, hablando de sus vidas, de qué habian hecho durante ese tiempo, de cuánto se habían extrañado y del sueño que les parecía volver a estar juntos.
    _Temí que te hubieras olvidado de mí.- Dijo Nick timidamente… _Aunque lo intenté, no pude.- Dijo ella con una sonrisa; Mientras se perdía en su abrazo.
    Llegaron a una plaza hermosa, que durante la noche se convertía en un espectáculo, el cuál hubieran gustado de observar, pero aún era temprano y Lauren tenía permiso de permanecer fuera sólo una hora más. Ella había dicho que se reuniría con sus amigas y que darían unas vueltas por el centro comercial.
    Buscaron un banco y se sentaron, la hierba verde y bien cuidada parecía una alfombra bajo sus pies y acondicionaba el ambiente… Parecía una tarde primaveral, a pesar de encontrarse en verano. Y el verano solía ser muy rigurosa en esa ciudad…
    Permaneciron largos ratos tomados de las manos y mirandose a los ojos, de vez en cuando se besaban… Ya no sabían de qué más hablar… Les bastaba estar juntos.
    Ella recordó que tenía tiempo límite y miró el reloj… _Tengo que irme.- Lamentó. _Está bien cariño, no quiero que te regañen por mi culpa.- Siguió el y ella se sintió profundamente conmovida.
    _Quizá podrimos encontrarnos otro día, yo me quedaré aquí una semana más.- Dijo Nick. _Los martes y los jueves yo hago natación, quizá podría ausentarme a una clase… - _Es una opción.-
    Ella recordó que ya debía marcharse y lo besó y abrazó una última vez…
    _ ¿Quieres que te acompañe?- _No, esta bien, gracias por ofrecerte. Pero temo que me regañen si me ven contigo…- _Está bien, entiendo.-
    El la miró alejarse, y sintió algo que no había sentido antes… Parecía que realmente se estaba enamorando…

    Ya se ocultaban los últimos rayos del sol cuando Lauren llegó a su casa. _ ¿cómo te fue?- Preguntó su madre. _Pues, bien.- respondió la jóven sin agregar nada… Y cómo de costumbre se dirigió a su habitación y se encerró.
    Ultimamente había tomado la costumbre de escribir… Escribía poemas y dibujaba; El dibujo era un don nato, mientras que la escritura, con un poco de orientación podría mejorar, pero tenía talento…
    Más tarde le llegó un texto de Nick y organizaron para encontrarse al día siguiente, era martes. El iría a donde ella practicaba natación, pero ella no entraría a la clase.
    Se acercaba la hora en la que ella acostumbraba ir al club de nado, entonces buscó su bicicleta y poniendose en marcha se dirigió al lugar, que no quedaba demasiado lejos de su casa…
    Llegó y no vió a Nick, de repente tomó conciencia de que el lugar era enorme y él podía encontrarse en cualquier sitio… Mientras pensaba eso le llegó un texto. “Quedate donde estás” decía… Y ella miró a su alrededor; De pronto vió a Nick que se acercaba riendo. _Olvidé decirte que este lugar es enorme.- Dijo ella. _Lo sé, por eso apenas te ví decidí escribirte… Si seguias caminando quizá ya no podría encontrarte….- Agregó el, mientras seguía riendo.
    Parecía divertido con la situación. Y no tardaron en buscar y encontrar un lugar para sentarce y hablar, mirarse, y darse todo el cariño que sentía el uno por el otro.
    Sin embargo, el tiempo pasó volando, lo mismo que las semanas que Nick había pasado en la ciudad de ella… Y ahora tenían que despedirse, una vez más… Para no saber cuando volverían a verse.
    Era una tarde calurosa y la mano de Lauren sotenía firmemente la de Nick. _Te extrañaré. - _Yo tambien cariño… Dijo él entre los dientes, como no queriendo soltar que le dolía dejarla…
    Se despiedieron y no tardaron demasiado. Los horarios de los dos eran apretados y su relación era aún escondida. Hubiera sido mucho mejor que fuera conocida, quiza les permitirian estar juntos, o quizá no…

    El reloj marcaba las 17:15, y Nick revisandolo suspiró mientras pensaba en ella, las semanas se habian hecho muy breves y él sólo podía pensar en que quería volver a verla…
    Ella, mientras tanto, había regresado a su hábito de escritura y permanecía sentada en su escritorio, sumida en las fraces y oraciones colmadas de romanticismo volcadas en un papel, que jamás llegaría a las monos de él, pero que a ella le bastaba el sólo hecho de poder expresarlo. Pues no sabía cuando volvería a compartir un momento con aquél principe que la había rescatado de la prisión oscura de su egocentrismo.[/SIZE]
    Estaba dispuesta a entregarle su corazón, su tiempo, su vida… Quizá estuviese acelerandose con esta desición, sin embargo, son comunes estas expresiones durante el enamoramiento del adolescente.

    El enamoramiento en esa edad es tan exreaño y singular como una estrella fugaz, de lo que el nombre comparte. Podría definisrse como una ilusión de un ser maravilloso que cambia la vida, pero esa ilusión termina pronto, y tan facilmente como se construyó.

  7. #7
    Registrado Avatar de Caracolamarina
    Fecha de ingreso
    13 nov, 09
    Ubicación
    Buenos Aires Cap Federal. Cerca de la placita del barrio
    Mensajes
    24,399

    Predeterminado Respuesta: Una tarde sin ocaso

    Bienvenida

    AnaLauraM

    Excelentes escritos y relatos.
    Saluditos cordiales.

  8. #8
    Banned
    Fecha de ingreso
    27 dic, 10
    Ubicación
    Argentina
    Mensajes
    427

    Predeterminado Una tarde sin ocaso CAPITULO VI

    CAPITULO VI


    _No sé que me pasa, pero creo que deberíamos darnos un tiempo… No estoy segura de continuar con esto.- Explicaba ella mediante un texto, a lo que él acepto con un silencio abrupto, tan denso que parecía poder cortarlo con una navaja.
    _ ¿Qué te sucede?- Preguntó una de sus amigas. _Corté con Nick- _ ¿En serio?... ¿Por qué?- _Pues, no lo se. Creo que me cansé…

    _ ¡Adivinen qué!- _ ¿Qué?- _Me fue genial en retiro, no se imaginan lo lindo que fue… y el lugar… ¡Sorprendente! Había unas monjitas, y después nos contaron… y a la noche hicimos una comunión espiritual… y…- _Tranquila, tienes todo el día para contarnos… respira…- Interrumpió Lauren a su amiga Debh que había entrado como torbellino al salón de clases, después de haber pasado el fin de semana entero en un retiro espiritual en una ciudad vecina.

    Lauren, meses antes había comenzado a frecuentar la Iglesia gracias a su amiga, ella la había invitado a un grupo juvenil y después de mucha insistencia Lauren decidió asistir, pero sólo para conformar a su amiga…

    Cuando llegó, le impactó la cantidad de jóvenes, su alegría y la unidad entre ellos… En definitiva, le encantó como se manejaban. Pensó que se encontraría con un montón de imbéciles que se la pasaban rezando… Pero no fue así, al contrario… Por asistir a la Iglesia ninguno perdía la “onda” y eso le sorprendió.
    _ ¡Ahora te toca a ti!- Dijo Debh mientas interrumpía los lejanos pensamientos de Lauren. _ ¿Qué?- _ ¡SI! No será el único retiro que habrá; al próximo seguro que vas!- .Y así fue…

    El reloj casi marcaba el medio día y Lauren estaba entusiasmadísima, nunca había ido a un retiro; Nunca había querido ir a uno hasta ahora. Contaba las horas, faltaba poco, sólo tenía que llegar a su casa, almorzar, terminar de preparar su bolso y se iría…

    A eso de las tres de la tarde tocaron el timbre de su casa, era una de las chicas que también viajaría, la mamá de Lauren las llevaría en el auto a las dos hasta la parroquia, de donde saldrían camino a aquel esperado lugar…
    _ ¡Quizá regrese una monjita!- Dijo la madre de Lauren bromeando. _ ¡No! ¡Jamás, monja jamás!- Replicó ella con un tono poco abrupto. Y se subieron al automóvil para iniciar la marcha. Cuando llegaron a la parroquia se entusiasmaron aún más al ver a sus compañeras.

    La coordinadora las dividió en los respectivos automóviles que viajarían y en cada uno de ellas sus debidas pertenencias. Y salieron por fin, en viaje a ese lugar con el que tanto habían soñado y esperado las últimas semanas.
    Habían pasado dos semanas desde que su amiga le contó su experiencia en el retiro, ella había regresado muy cambiada y eso le impactaba de sobremanera a Lauren; No sabía con qué se encontraría y lo que le generaba una mezcla polarizada de emociones, miedo, ansias, alegría, entre otras…

    _ ¿Aquí es?- Dijo una voz mientras el auto se adentraba en lo que parecía un bosque. Ya había caído la noche, de modo que el lugar parecía más tenebroso que hermoso. Al fondo vieron una casita, o una cabaña, mientras se acercaban iban distinguiendo las formas.
    Descendieron del auto, la noche era fría y había empezado a llover. Les impactó un canto melodioso, hermoso, angelical que escucharon y se preguntaron que era sin decir palabra tan sólo con las miradas de asustadas y sorprendidas a la vez. _Son las hermanas, están haciendo oración.- Se adelantó la voz de su coordinadora. _Entremos, pero en silencio.- Continúo, y las chicas sin perder más tiempo obedecieron.

    Al abrir la puerta de la capilla las voces angelicales salieron como estruendo, parecían estar en el mismísimo cielo y sus ojos que mucho no comprendían se esmeraban por guardar íntegra aquella imagen hermosa y extraña.

    La escena estaba conformada por un grupo de diez monjas, vestidas de blanco, y con sublimes velos negros, tenían unos libros en sus manos del cuál seguían los cantos. Apenas ellas entraron, una de las monjas se apresuró a buscar unos cuantos de los mismos libros para entregarles a las muchachas, ya estaban señalados, las estaban esperando. Pero eso no quitó que las chicas no supieran usarlo. Se preguntaron que eran, no era ni un cancionero ni una Biblia, tenía salmos, lecturas e himnos intercalados y mencionaba nombres raros, como laudes, vísperas. Luego supieron que se llamaba breviario.
    Las monjas los utilizaban para rezar el oficio divino o la liturgia de las horas, en ese momento se hallaban rezando vísperas, la oración de la tarde.

    Al terminar las oraciones, salieron de la capilla y se dirigieron a la casita que estaba al lado. Era pequeña pero muy acogedora, sus paredes se cubrían de ladrillo visto, había cuchetas y una pequeña cocina siguiendo un estrecho pasillito en el que encontraron un cartel o un aviso hecho de madera y en él talladas unas inscripciones, eran unos nombres, no precisamente de personas, sino de… quizá eran oraciones, pero masomenos entendían porque cada una estaba marcada con un horario.
    Tenían que levantarse muy temprano, harían unas oraciones, después misa, después más oraciones cerca del medio día, ¡se la pasarían rezando!, aunque les había agradado el cantos de las monjas. Un nombre del que leyeron les llamó la atención, no sonaba a una oración y su horario coincidía con la hora de la siesta _ ¿Tenemos que dormir siesta también?.- Preguntó una mientras escucharon abrirse la ventanita de la puerta que estaba junto a ellas.

    El rostro pálido pero alegre de una monja anciana apareció, risueña y charlatana _ Veo que ya están revisando los horarios… No se asusten, no tiene que hacer todas las oraciones, sino solo aquellas que quieran o que su coordinadora quiera que hagan.- _¡Hola madre!.- Dijo la coordinadora apareciendo de una de las habitaciones _Hola Gabbie, ¿como has estado?.- Respondió la monja. _Muy bien, aquí de nuevo con las niñas.- Y ambas rieron mientras las chicas se miraban unas a otras.
    _Madre, ¿Qué son las nonas?- Preguntó una de ellas imitando el trato de la coordinadora. _Son unas oraciones, que se hacen a esa hora porque las tres de la tarde es la hora en que jesús muere en la cruz.- _Ahhhh.- Emitieron tonadas al unísono y riendo luego, habían creído que era la hora de dormir la siesta y así se lo contaron a la monja y ella también rió.

    Esa noche, después de cenar regresaron a la capilla, a rezar las últimas oraciones del día, las completas.
    Ya casi habían terminado cuando vieron que las monjas se arrodillaron y ellas las imitaron, su coordinadora les hizo seña para que se acercaran a la reja que dividía su espacio con la clausura de las monjas y allí se arrodillaron… Pronto, mientras las hermanas entonaban un canto, el Salve Regina, otra se acercó a ellas y les roció con agua bendita, lo mismo había hecho con las monjas, que tras recibir el agua se pusieron de pie y en una bella y armónica organización enfilada regresaron a sus lugares.

    _ ¡Bendigamos al señor!- _Demos gracias a Dios.- Fue la última oración entonada que escucharon ese día y se dirigieron a la casa. Aún era temprano, la noche era joven, pero habían recibido la orden de ir a acostarse temprano, el día siguiente sería largo… Y sin reprochar demasiado las muchachas obedecieron.

  9. #9
    Banned
    Fecha de ingreso
    27 dic, 10
    Ubicación
    Argentina
    Mensajes
    427

    Predeterminado Una tarde sin ocaso CAPITULO VII

    CAPITULO VII


    La mañana del sábado, como estaba estipulado madrugaron, comenzaron con las oraciones de la mañana, las laudes, luego la misa de ocho y siguieron así el día.

    Su coordinadora el había prevenido el día antes que quizá ese sábado marque un antes y un después en su vida, que lo disfrutaran; Y Lauren se mantuvo expectante, toda la jornada aguardó ese cambio, pero parecía que no llegaría…

    Durante la tarde se había organizado una charla con la madre superiora, aquella simpática monjas que las había recibido la noche antes.
    La mujer entró en el locutorio, un salón pequeño y acogedor, con unas cuantas sillas de ambas partes, digo ambas parte porque el salón se encontraba dividido a la mitad por unas finas rejas que no llegaban al techo pero que recordaban la clausura de las monjas.

    La madre comenzó a hablarles, las chicas se sorprendieron que la edad de la monja fuera mucho mas avanzada de la que aparentaba, estaba cercana al centenario y ellas adivinaban solo hasta la mitad. Les contó la dulce mujer sobre su experiencia, sobre como descubrió su vocación y cómo había llegado a ese país, ya que su lugar de origen es África, aunque de padres españoles, lo que explicaba sus rasgos, su tez blanca y sus ojos turquesa junto con ese acento gallego que dejaba escapar a veces.
    _Sentía un vacío que nada podía llenar; No lo llenaban ni los libros, ni la escritura, ni siquiera poniéndome de novia pude llenar eso que sentía.- Fue una de las cosas que explicó la monja y dejó a Lauren un poco inquieta.

    Durante la noche, después de las oraciones se reunieron todas las muchachas, harían una comunión de alma, un momento para compartir, para expresar lo que sentían, sus heridas, deseos, inquietudes, lo que las había llevado allí, sus expectativas y demás…

    Para esta actividad la coordinadora había organizado una dinámica; Cada una de las chicas tendría que sacar un papel que se encontraba doblado en un recipiente, colocado justo en el centro de la ronda que habían formado; Cada papel contenía una simple palabra pero con mucho significado y tenían que expresar lo que ella les generaba, las palabras eran mamá, papá, hermanos, amigos…

    Empezarían por una de las chicas al azar y a partir de allí todas expresarían lo que le generó la palabra que su compañera o que ella misma había sacado.
    Lauren no había llorado tanto en su vida, sin duda el compartir las cargas ayudaba a sanar las heridas, como también expresar aquello que dolía, ella nunca había hablado hasta ahora del dolor que le había causado la muerte de su padre, la ausencia que sentía de su madre y que no podía aún perdonarla por haber sido tan fría cuando a ella le estremecía la defunción de su progenitor.

    Cómo nunca su lengua se había soltado, y en buena hora, habló de cada una de sus heridas, aunque el tema de la perdida del sentido de la vida lo dejó aún escondido… Sintió que de alguna forma esa herida ya estaba sanando y que no era momento de expresar algo tan drástico.

    Esa noche, al apoyar su cabeza en la almohada, recordó cada una de las palabras de la superiora, algo le inquietaba, le resonaba lo que les había contado, era como un martillo que golpeaba su mente y su corazón sin permitirle descansar, pasó la mayor parte de la noche dando vueltas en la cama, pensando en aquellas palabras, no sabía que significaban, temía que Dios quisiera decirle que la llamaba también a ella a ese estilo de vida, y eso no podía ser posible, no se veía como monja, ni lo quería. La idea había empezado a asustarle y finalmente pensando en ello, volando en un recuerdo se fusionó con el sueño y se durmió.

    _¡A levantarse chicas; Vamos despierten!- Repetía la coordinadora en la fría mañana que aún era noche del día domingo, era agosto el frío calaba los huesos y las chicas se abrigaron y bebieron unos sorbos de café antes de dirigirse a la capilla a rezar las primeras oraciones. Entonaban salmos, intentando seguir a las monjas de melodioso canto, mientras fuera amanecía y se veía la vislumbre a través de unos vitrales ubicados en lo más alto de la capilla. La escena resultaba hermosa, muy armónica, pacífica y consoladora.

    Eran cerca de las nueve de la mañana, ya había desayunado y Lauren se había adentrado en esa especie de bosque para reflexionar un rato, se sentó a la vera de un árbol inmenso, entre las hojas que el había soltado y le servían de colchón a la niña.

    De pronto recordó aquello que la había perturbado durante toda la noche, y tuvo miedo de preguntárselo, pero algo cansada y con desánimo esperando que la respuesta sea de su agrado oró a Dios. _ ¡Señor! ¿Qué quieres de mí?-. Y escuchó en su corazón que Él le respondía _Te quiero a ti, te quiero mi sierva, mi esposa.- La jovencita no sintió miedo, más creyó estar volviéndose loca así que tomó la Biblia pensando que ésta no le mentiría y la abrió… Leyó entonces algo que le impactó… “Quien deja su padre, su madre, sus hermanos, su tierra, sus bienes por mí, ese recibirá el ciento por uno”. Asustada la cerró e intentó nuevamente esta vez leyó “Quien quiera seguirme que cargue con su cruz y me siga”. Era demasiada coincidencia y pensó que la tercera sería la vencida, entonces probó una última vez “Desde el vientre materno te conocí, desde el ceno de tu madre te consagré”. Las frases resonaban fuertemente en su corazón, el cuál latía con suma fuerza como queriendo abandonar su lugar, su respiración se había acelerado y sintió deseos de correr, las lágrimas corrían por su rostro, no lo entendía pero estaba demasiado claro quería largarse de aquél lugar, más aún de aquella situación pero comprendió que aunque corriera lo que sentía estaba dentro de ella y lo que había vivido permanecería…

    _ ¡Lau, vamos, es hora de la misa!- Interrumpió una voz alzada a los lejos, entonces ella se limpió los ojos y se dirigió a paso lento a la casa, dejó sus pertenencias sobre su cama, se sentía muy turbada, como borracha y se notaba al verla caminar, el mareo de su alma se exteriorizaba. _¿Qué te sucede; Estás bien?- Preguntó una de sus compañeras. _Si, estoy bien. No es nada.- Dijo con mirada extasiada mientras se dirigía como sonámbula a la capilla.

    Durante la misa y todo el día permaneció como en otra dimensión, le resonaban profundamente esas palabras, no podía creerlo, le daba miedo, no lo comprendía, pero no le angustiaba. Logró entonces separarse de ese pensamiento, no duró demasiado el intento, sólo hasta la tarde que al volver a encontrarse con la superiora para charlar una última vez y al recibir una mirada especial de ésta mientras repetía _ Nada cubría mi vacío.- recordó lo que había vivido, todo se renovó y cobró inimaginable fuerza, Dios le había hablado a ella, y le seguía hablando a través de personas concretas, y aunque no entendía por qué la había elegido a ella si era tan imperfecta, guardó en su corazón lo que sentía y cuando ya todas habían subido a los automóviles, incluso ella y se preparaban para pegar la vuelta a sus hogares, sintió desgarrante tener que dejar aquél lugar, aquella escena, era como una catarata lo que había vivido y tan sólo en escasos días, realmente se veía situada entre un antes y un después en su vida.

  10. #10
    Banned
    Fecha de ingreso
    27 dic, 10
    Ubicación
    Argentina
    Mensajes
    427

    Predeterminado Una tarde sin ocaso CAPITULO VIII

    CAPITULO VIII


    La fila se iba acortando poco a poco y en la espera el rostro de Lauren había tomado una expresión dura y fría, demasiado seria, buscando esconder aquellos nervios que le asaltaban en su interior.

    Repasaba lo que diría, como empezaría, era algo nuevo para ella, aún no lo aceptaba pero no podía mantenerlo oculto, además los remordimientos que había sentido por tratar de ignorar tal cosa la habían hecho reflexionar.
    De pronto, la joven alzó la mirada y vio la mano del sacerdote que le invitaba a ocupar el lugar del confesionario que se había desocupado, era su turno…
    Poco conocía al sacerdote de su parroquia, no tenía un trato muy fluido con él aún, pero le pareció correcto empezar a hablar de éste asunto con él, antes que buscar un sacerdote desconocido…

    Tal cómo lo había ensayado comenzó a relatarle lo que había vivido semanas antes en aquél retiro tan esperado y que ahora tomaba una resonancia singular en su vida. El sacerdote escuchó atento, serio, analizando y rezando cada una de las palabras que la niña expresaba, detectaba sus miedos, sus ansias, sus inseguridades, las típicas confusiones y esos sentimientos contrapuestos de querer y no querer aceptar aquello que se sentía en el fondo del corazón, ese intentar evadir la situación. Le recordó a él; Él tenía la misma edad cuando había sentido la llamada al sacerdocio, y son típicos aquellos sentimientos que rondan la mente y el corazón cuando Dios llama a algo concreto.
    _No te apures, iremos paso a paso.- Calmó él a Lauren, percibiendo que ella creía que debía responder inmediatamente e ingresar casi instantáneamente a algún convento. _En esto se requiere mucha paciencia. Pídele a Dios que te alcance mucha de ella, éste camino suele ser largo, un poco difícil, y uno tiende a querer apurarse a intentar conocer el “final de la historia” antes de tiempo. Pero Dios tiene sus tiempos, nuestros tiempos no son los de Dios. Ánimo y tranquila, siempre que necesites hablar, ya sabes donde encontrarme.- Terminó de decir el mientras le daba una palmadita en los hombros a la niña. Y luego de darle la absolución la despidió.

    Lauren se dirigió al centro de la capilla, buscó un banco vacío para sentarse y meditar lo que había oído, pronto encontró uno casi al principio de la fila y al fin, se arrodilló con la mirada clavada en el sagrario.

    El tiempo pasaba y la inquietud no se iba, al contrario, crecía. Lauren se había hecho asidua a las santas lecturas y así llegó a sus manos la autobiografía de Santa Teresa de Lisieux, patrona de las misiones, y con gusto y encanto comenzó a leerla. Degustaba sus páginas cuál alimento nutritivo, enriquecedor, le llenaba el alma aquello que describía la joven monja, aquello que vivía bajo el cielo del Carmelo…
    Y sin darse cuenta, terminó enamorada de aquél carisma que en concreto no conocía, pero que le bastaba con lo que su “amiga” Teresa le había compartido a lo largo de las páginas cargadas de su vida y de vida, porque no en cualquier “personalidad” se percibe aquel exquisito perfume de santidad, y no en cualquier condición se podría vivir, le parecía a ella, tal perfección.

    La santa había conquistado su corazón y quería imitarla en santidad, quería volar también a los brazos del divino maestro, como una pequeña, sin demasiados complejos, sino como un alma sencilla y pura, un alma entregada totalmente, un alma adherente por la Eternidad a la santísima voluntad de aquél rey de reyes, del Eterno, del Excelso, del sumo bien, del amor en estado puro…

    Y en el mismo tiempo, llegó a sus manos la biografía de un fraile, de un pobrecillo, de un juglar de Dios, San Francisco de Asís, leyó también su vida, con tantas ansias como leyó sobre la vida de Teresita.
    Le atrajo del poverello di assisi la “altísima pobreza” la humildad, la confianza plena en el Dios de las misericordias, esa confianza de hijo con su amado padre… ¡Que bellas historias, que exquisitos aromas, que riqueza en virtudes, que espléndidas formas de “gastar la vida!
    Le quedó resonando aquella imagen del frailecillo, de aquel pobre hombre que habiendo sido rico lo abandonó todo para vivir en la perfección del santo Evangelio, en servicio a Dios y a sus hermanos.

    Se dio cuenta que también le atraía demasiado, que le había impactado en lo profundo la historia del “pobre de Asís”, pero pensó que si en su discernimiento abría un abanico de posibilidades, esto se haría más extenso y que en vez de ir desenrollando el ovillo, lo anudaría cada vez más en una indecisión de carismas, que podrían irse sumándose, y quizá sólo por el simple hecho de haberse atrevido a la aventura de vivir…

    Y así descartó el carisma del frailecillo, quedándose con el de Teresa. Y entre “teresas” se pasó degustando nuevos conocimientos, porque habiendo terminado de “saborear” en su corazón y en su mente la vida de la jovencita se dio el lujo de atreverse a escudriñar la vida de la “gran” influencia; la reformadora del Carmelo. La mística española y doctora de la Iglesia, Santa Teresa de Ávila.
    Con las complejas letras de ésta, más bien, tratando de descifrar el español antiguo, que también le comenzó a parecer atractivo, se informó un poco más sobre la esencia del carisma… Aunque no se puede comparar la forma de vida en plena edad media a los tiempos por los que transcurrimos, digamos que si Teresa de Ávila regresara en vida en éstos momentos y viera la realidad de las órdenes y congregaciones, armaría un gran alboroto exigiendo y animándose nuevamente a la espectacular pero peligrosa, arriesgada y quizá necesaria “aventura” de la reforma…

    Lauren ya había cumplido quince años, y sentía tan fuerte, tan evidente, tan constante y perseverante ese llamado en su corazón y que encontraba determinada identificación con aquél carisma que le seducía y del que se instruía, que se animó a llegar a un convento de carmelitas que ya antes había pisado para cruzar palabras del asunto con las monjas, pero esta vez el asunto era más profundo y concreto.

    Había relatado una larga carta a la priora, contándole sobre sus inquietudes y expresándoles sus deseos de ingresar al Carmelo, sabía que sería difícil, aún más por su corta edad. Pero sentía tan ardiente la llamada de Dios que no podía detenerlo, ya quería entregarse por completo…

    Antes de llegar al convento, el sacerdote, su guía espiritual, se había acercado a ella, buscando el modo de prevenirla de las posibles repuestas de las monjas. _Quizá no te permitan el ingreso ¿Eres conciente de ello?- _ Si.- _Pero, no tienes que desanimarte… Si te permiten el ingreso sería hermoso. Pero si no lo hacen, no te entristezcas, ya llegará el momento, Dios sabe por qué hace las cosas… Él está preparando ese momento, y cuando tenga todo listo, te llamará y te abrirá las puertas…- _Espero que así sea padre.-

    Lauren continuaba siendo persona de pocas palabras, y sobre todo ahora que se había dedicado a la oración y a las santas lecturas. Llevaba una vida casi de ermitaña, interrumpida su soledad sólo para ir al colegio y los sábados a la parroquia, sin contar las misas… Fuera de eso, permanecía en su casa, no quería salir con amigos… Se preparaba para su “boda” y le parecían incorrectas ciertas exhibiciones y actitudes de algunos que la rodeaban, al ver el ambiente pecaminoso se abstenía de él y se limitaba a la santidad fluida en la oración, en la contemplación, en el dejarse estar en su amado Señor…
    Última edición por AnaLauraM; 10/01/2011 a las 03:25

Página 1 de 2 12 ÚltimoÚltimo

Temas similares

  1. Cabrillea la tarde
    Por Rodolfo Carmona en el foro Café Literario
    Respuestas: 0
    Último mensaje: 29/11/2007, 18:44
  2. La Tarde....
    Por DiegoMas en el foro Poesia
    Respuestas: 0
    Último mensaje: 18/11/2005, 16:49
  3. MAÑANA PUEDE SER MUY TARDE
    Por juanerick en el foro Amor y Pareja
    Respuestas: 0
    Último mensaje: 23/07/2004, 19:20
  4. Al caer la tarde
    Por reymundo en el foro Café Literario
    Respuestas: 4
    Último mensaje: 27/03/2004, 12:34
  5. Tarde
    Por San nicolas en el foro De todo un poco
    Respuestas: 0
    Último mensaje: 24/03/2003, 01:32

Permisos de publicación

  • No puedes crear nuevos temas
  • No puedes responder temas
  • No puedes subir archivos adjuntos
  • No puedes editar tus mensajes
  •