Pasaron los años, Lauren crecía y mientras crecía física, mental y psicológicamente, también lo hacía espiritualmente; Tanto fue su crecimiento espiritual que con dieciséis años ya era “animadora” de grupo y la habían puesto a cargo de un grupo de niños de diez a doce años; Es decir que ella estaba encargada de la formación espiritual de esos niños y de animar el espíritu misionero en ellos.
Se acercaba la navidad, y como todos los años se estaba preparando con todos los niños y adolescentes de los grupos abiertos en la diócesis un pesebre viviente. Lauren estaba en los preparativos; era el día de la presentación y un fuerte viento corría derrumbando parte de la escenografía y Lauren corría también para evitar que los daños sean mayores y lograr salvar algunos de los ranchos que habían armado, les había costado trabajo levantarlos, habían estado toda la mañana al rayo del sol preparando todo para lograr una escena maravillosa con numerosas casas o ranchos, el infaltable establo del pesebre y simulaciones de pozos de agua o aljibes; Habían logrado la impresión de una ciudad de esa época y zona se tratase, y cómo la obra se realizaría a horas de la noche, las sombras que traía ésta contrastada con el especial alumbramiento organizado de los reflectores daría un toque alucinante.
De pronto, una voz interrumpió el paso acelerado, casi vertiginoso de Lauren; Era la voz de su guía espiritual. Ella dudo si prestarle atención o ir al salvar las construcciones que se desestabilizaban y tras el amague de seguir su paso retrocedió y se dispuso a oír al sacerdote.
_Laurita, hablé con monseñor, él me dijo que le parece mejor que viajes a su diócesis, allí hay clarisas y cree que podrías hacer una experiencia con ellas.- _ ¿Clarisas? ¿Son de clausura?- _Si también lo son.- Lauren dudó un momento y sin saber exactamente por qué aceptó la propuesta del sacerdote. _Bueno, mira. Me pondré en contacto con las hermanas y organizaremos tu viaje. ¿Te parece?- _Si padre. Bueno, lo dejo porque se cae todo, después hablaremos mejor.- Se despidió Lauren un tanto apurada y salió como un rayo logrando evitar que se cayera el tronco principal de un rancho que estaba a metros de ella.
Al final el pesebre resultó hermoso, las escenas bien marcadas ordenadas cada una en su ambiente escenográfico y a la vez el desplazamiento de los personajes por todo el predio ayudaba a que los espectadores se sintieran también parte de la obra. Ya no parecía una representación, sino una cadena de hechos que estaban sucediendo en ese momento o más bien que la historia volvía a repetirse en lo concreto para deleitar a quienes eligieron verlo.
La obra se llevó el aplauso de todos, bien merecido estaba el aplauso por el trabajo realizado, distribuido en equipo y logrado así en conjunto, en un mano a mano en un hombro a hombro, en una comunión fraterna, el compartir misionero.
_Muy bien Laurita, ¡te felicito!- Dijo el sacerdote, de la misma forma cariñosa y simpática que lo había hecho con los demás jóvenes, adolescentes y niños que participaron o que trabajaron para poder realizar la escenificación. _Gracias padre… Ahora, que estoy más tranquila quisiera que continuemos el tema de la tarde…- _Si, mira, hablé con monseñor para pedirle que se conectara con las carmelitas e interceda para que realizaras tu experiencia allí, pero él me dijo que le gustaría y que le parece muy factible que conozcas a las clarisas de su diócesis… Pero aclaro, sólo si tu quieres, no te sientas presionada… _Las clarisas… no sé nada de ellas… - _Creo que son tanto o más austeras que las carmelitas.- y al escuchar esto los ojos de Lauren adoptaron un brillo que hablaba de alegría, de lo que sentía su corazón… _ ¡Entonces si! ¡Si quiero ir!- _Bueno Laurita, me comunicaré nuevamente con monseñor para informarle de tu decisión y para pedirle los datos de donde se encuentra el convento de las hermanas exactamente… Seguramente antes de que viajes tendremos que comunicarnos con ellas, aunque sea por teléfono…- _Si padre. ¡Gracias!-
Continuará...
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