Nada tiene sentido.
Pasaste la mano por tu pelo y suspiraste profundamente. Ella habría sabido darte un consejo, siempre había sido más sabia, más inteligente, siempre tomaba con mucha calma las cosas, por más complicadas que fueran.
Una risa ostentosa, estentórea, escapó de entre tus dientes, ¿qué te causaba tanta gracia? ¿Acaso te reías de tu propia inutilidad, de tu estupidez, de tu falta de hombría? No tenías idea, sólo te limitabas a reírte como el más grande de los idiotas... los idiotas de "La gallina degollada"... ¿pero qué carajo...? No tiene sentido que piense en esas cosas...
Una sirena comenzó a taladrar tus oídos, lentamente se hacía más fuerte. ¿Qué hacer? Ella lo hubiera sabido ¿pero vos? ¡Vos qué ibas a saber! Ella era la inteligente, ella era la que siempre lo planeaba todo, ella tenía todas las respuestas, ella sabía cómo actuar, cuándo moverse; ¿pero vos?, ¿vos qué podías hacer? Lo único que atinaste ante las burlas de su intelecto y sus palabras hirientes fue cortarle el cuello.
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