María Ofelia
La pobre damita de barro,
de agua sucia y tierra,
tiene pavor de quedarse sola,
cubierta por el cuero del tiempo;
la pobre damita
necesita ojos sobre su cara,
necesita oídos en sus palabras
desesperadamente.
Todas las sombras le parecen Parcas,
cada dedo apuntando al cielo
le suena a amenaza;
la pobre damita
tiene un mundo cubierto de espejos
y quiere que reflejen mil rostros sonrientes.
María Ofelia es una niña tonta
cansada de buscar súbditos idiotas:
la niña se cree reina,
dueña de un mundo de fantasía,
la niña se cree genio
y se encierra en un cuarto
con poemas robados a grandes autores
y a cada uno de ellos les pone su nombre.
María Ofelia es asechada por crueles brujos
que la persiguen día y noche;
la pobre niña
lucha sola contra los fantasmas
paridos por sus neuronas.
Hay algo que necesita María Ofelia
y no puede expresarlo con palabras:
María Ofelia necesita un trono de oro
en la cima del monte más alto
desde donde combatir sus enemigos de ensueño.
María Ofelia necesita un corazón nuevo,
un alma que vuele,
unos ojos que vean.
Pero María Ofelia está sola,
no tiene súbditos ni enemigos,
la pobre niña es una ameba,
María Ofelia es un reflejo
de su propio patetismo.
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