Juan Florencio, amigo, esos detalles de los que me habla serían convenientes; más preferible, aún, sería caer en ideas problemáticas que en nominalismos. Esto no es una idea trampa sino un realismo fenomenológico, o, dicho de otra forma, pensar las cosas de manea limitada.
Hace, al menos, cosa de un año, prefiero hablar de ideas para la experiencia a hablar de tiempo. El tiempo me suena a parche, a comodín para la falta de idea. No obstante, quiero dejar claro que me inclino más hacia la epistemología que hacia la ontología. No sé si es uno de los sentidos que usted querría definir, pero creo que agradecerá que le indique por qué camino voy a ir, y por cuál no.
Como he dicho, rara vez me sirvo del “tiempo” sin una idea a la que una experiencia esté asociada; menos aún, me sirvo del “devenir”, un movimiento interno que, en tanto que sea interno, cae con facilidad en dogmatismos que dificultan mucho la reflexión y la limitan a una especulación desmedida.
Querría insistir en que participé en este tema no por el tema mismo sino para matizar la relación de la experiencia de la conciencia, el mínimo a partir del que algo se conoce. No tengo ningún interés en criticar a un filósofo como Hume al que, por otro lado, admiro mucho. Es más, hace poco indiqué a partir de qué idea había retomado alguna de sus ideas; paradójicamente, esto me ha llevado a unificar algunas ideas de Hume y Kant desde un lugar menos acostumbrado que está íntimamente relacionado con una de mis actuales inquietudes.
Saludos
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