Los sueños se esfuman
tal como vienen, sin avisar,
te llegan como humo
y se alejan como nubes,
los ves confundiéndose
con el horizonte,
trazando curvas
como borrachos,
y tan inasibles como
cuando en tu mente
se resbalaban entre
los torpes dedos
de la ansiedad.
Y así de la pérdida
nace el cambio,
y del cambio,
el motivo
para no seguir de piedra.
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