El Teniente Coronel del Ejército Paraguayo, el ingeniero inglés George Thompson, indica:
<A fines de octubre (de 1865: nota mía) levanté un plano trigonométrico del terreno que media entre el Paraná y Humaitá, teatro probable de las futuras operaciones. Éste es el primer reconocimiento topográfico que se haya hecho hasta el día en aquel terreno.
<El Ejército que volvía de Corrientes parecía extremadamente fatigado, pero todos sus hombres se regocijaban de haber vuelto a Paraguay. Sólo volvieron sanos como 14.000 hombres y 5.000 enfermos. Estos últimos habían llegado en diferentes ocasiones durante la campaña. Cerca de 8.500 hombres habían perecido en Corrientes, lo que incluyendo la columna de Estigarribia daba una pérdida total de 21.000 hombres.
<En Paraguay habían muerto desde el principio del reclutamiento unos 30.000 hombres, haciendo un total de 40.000 hombres muertos y 10.000 rendidos, cuando la guerra recién empezaba. Los que morían eran generalmente los reclutas, pues los veteranos resistían mejor. Desde el principio del reclutamiento la diarrea y la disentería no habían cesado de hacer grandes estragos. Estas enfermedades eran causadas principalmente por el cambio de alimentos, y reinaron durante toda la guerra con mayor o menor intensidad. Hubo también epidemias de viruela y sarampión, tanto en Paraguay como en Corrientes, que arrebataron millares de hombres, dejando a otros tantos en un estado completo de extenuación. Por dos o tres meses después de la llegada de López a Humaitá los hospitales eran perfectamente atendidos, porque aun cuando las drogas escaseaban, había abundancia de vino y azúcar, traídos de los pueblos de Corrientes.> [citado por Ruiz Moreno, I.J.: op.cit., págs. 98-99].
A mi criterio, tales pérdidas empalidecen hasta las sufridas por los aliados en Curupaytí.
Además, el cirujano del Ejército Paraguayo, el también ingles George Masterman, aclara:
<Los enfermos eran mandados a Cerro León, donde morían casi todos. No faltaban las medicnas sino la dieta y el alimento apropiado; pues no era probable que sanasen personas atacadas de disentería cuando su único alimento era la carne cocida. Hice presente esto a López, pero me contestó sardónicamente: -Si como médico no puede ofrecerme otra idea que ésta, no venga a verme más.- Había también terribles epidemias de sarampión, neumonías, viruelas y cólera asiática. La lista de mortalidad espantaba; ante que hubiese tenido lugar ninguna batalla seria en tierra, los paraguayos habían perdido 50.000 hombres en los hospitales!> [citado en ibídem, pág. 99].
Del lado de los aliados, las pérdidas tanto militares como civiles fueron en conjunto semejantes. Recuérdese por ejemplo, que cerca de 20.000 personas murieron solo en Buenos Aires, a causa de la fiebre amarilla, transferida desde el Paraguay donde es endémica. Hasta el vicepresidente argentino, el Dr. Marcos Paz, murió de cólera contagiada por combatientes de la guerra, lo que obligó a Mitre a dejar el mando de la alianza para hacerse cargo del gobierno.
Me parece que los datos disponibles son claros e incontrovertibles. Los que haz propuesto son -hasta ahora- meras aseveraciones carentes de sustento fáctico. Te invito a que presentes argumentos verificables.
Ludoviko
Ninguno debe pensar
Que vengo en son de revancha
No es mi culpa si en la cancha
Tengo con qué galopiar.
El que me quiera ganar
Ha'i tener buen parejero.
Yo me sacaré el sombrero
Porque así me han enseñao
Y me doy por bien pagao
Dentrando atrás del primero.
Milonga del solitario.
Atahualpa Yupanqui, pseudónimo de Héctor José Chavero,
poeta y folklorista argentino.
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