Paul Craig Roberts


La Casa Blanca chilla como un desaforado. La publicación por Wikileaks de documentos de la Guerra Afgana “pone en peligro las vidas de nuestros soldados y asociados de la coalición”.

¡Qué estupidez! La guerra de Obama pone en peligro las vidas de soldados estadounidenses y la cobarde conducta de Estados títeres de “nuestros asociados” al servir como mercenarios de EE.UU. es lo que pone en peligro a sus soldados.

Hay que recordar que alguien en las fuerzas armadas de EE.UU. filtró los documentos a Wikileaks. Esto significa que existe una chispa de rebelión dentro del propio Imperio.

Y está bien que sea así. Los documentos filtrados muestran que EE.UU. ha cometido numerosos crímenes de guerra y que el Gobierno y el ejército de EE.UU. han mentido descaradamente a fin de encubrir el fracaso de sus políticas. Ésas son las revelaciones que Washington quiere guardar secretas.

Si a Obama le preocuparan las vidas de nuestros soldados, no los hubiera enviado a una guerra cuyo propósito no puede identificar. Antes Obama admitió que no sabía cuál era la misión en Afganistán. Prometió descubrir cuál era e informarnos, pero nunca lo hizo. Después de la reprimenda por el complejo militar/de seguridad, que recicla los beneficios de la guerra hacia contribuciones a las campañas políticas, Obama declaró simplemente que es “necesaria”. Nadie ha explicado nunca por qué la guerra debe ser necesaria.

El Gobierno no puede explicar por qué la guerra es necesaria porque no es necesaria para el pueblo estadounidense. Cualquiera razón necesaria para la guerra tiene que ver con el enriquecimiento de mezquinos intereses y planes ocultos. Si los planes se declarasen y se identificaran los intereses privados que se sirven, hasta las ovejas estadounidenses podrían rebelarse.

El régimen ha convertido la guerra en la tarea de EE.UU. La escalada en Afganistán ha ido a la par con ataques de drones contra Pakistán y el uso de terceros interpuestos para realizar guerras en Pakistán y en el norte de África. Actualmente, EE.UU. realiza ejercicios navales provocadores frente a las costas de China y Corea del Norte e instiga la guerra entre Colombia y Venezuela en Suramérica. El ex director de la CIA Michael Hayden, declaró el 25 de julio que parece inevitable un ataque contra Irán.

Con los medios cautivos de la prensa y la televisión, ¿por qué Washington no nos dice simplemente que el país está en guerra sin tener que librar una guerra? De esa manera la industria de municiones podría despedir a sus trabajadores y convertir directamente en beneficios las asignaciones militares. Podríamos evitar los crímenes de guerra y las vidas desperdiciadas de nuestros soldados.

La economía de EE.UU. y el bienestar de los estadounidenses se sacrifican en las guerras del régimen. Los Estados están en bancarrota y despiden a los maestros. Incluso la “rica” California, reputada anteriormente como “la séptima economía más grande del mundo”, tiene que seguir el guión establecidoy reducir la paga de los empleados del Estado al salario mínimo.

Las asignaciones complementarias para la guerra se han convertido en un asunto de rutina, pero se invoca el déficit presupuestario para bloquear cualquier ayuda a los estadounidenses –pero no a Israel-. El 25 de julio, el periódico israelí Haaretz informó de que EE.UU. había firmado un negocio multimillonario en dólares para que Boeing suministre a Israel un sistema de misiles.

Los estadounidenses no pueden conseguir ayuda de Washington, pero la embajadora ante la ONU, Susan Rice, declaró que el compromiso de Washington con la seguridad de Israel “no es negociable”. El compromiso de Washington con California y con la seguridad del resto de nosotros sí es negociable. Los gastos de la guerra han aumentado el déficit presupuestario, y el déficit excluye toda ayuda para los estadounidenses.

Como EE.UU. va hacia la bancarrota con sus guerras, el mayor acreedor de EE.UU., China, discrepa de la calificación crediticia de EE.UU. El jefe de la principal agencia de calificación crediticia de China declaró: “EE.UU. es insolvente y enfrenta la bancarrota como una nación puramente deudora”.

El 12 de julio Niall Ferguson, historiador del imperio, advirtió de que el imperio estadounidense podría colapsar repentinamente por la debilidad provocada por sus masivas deudas y que un colapso semejante podría tener lugar antes de lo que pensamos.

Ciegos, sordos y mudos, los responsables políticos de Washington parlotean sobre “treinta años más de guerra”. Paul Craig Roberts fue editor del Wall Street Journal y secretario adjunto del Tesoro en el gobierno de Ronald Reagan. Su último libro, How the Economy Was Lost, ha sido publicado recientemente por CounterPunch/AK Press.