Tengo mis labios corroídos
desquitándose por bocas ajenas.
A mis versos le llegó la viudez
y no hay nadie que los cobije.
En mi piel ahora hay arena blanca
donde ayer crecían primaveras.
Hay ángeles de alas caídas
que van tragando la noche de mis brazos.
Tengo en conserva perpetua
las caricias que antes me traías.
¡Que belleza de poema, de principio a fin! ¡Y más bello, es leerte de nuevo, sentir tu presencia por estos lugares!
El fragmento que cito líneas arriba, es la parte que más me gustó, me identifico con él, porque muchas veces me he sentido asì.
¡Gracias por pasar y dejarte sentir!
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