Al atardecer suelo verte,
eso no ha cambiado,
caminas a mi lado
acompañándome...
Pero tu voz se ha
perdido en los
vericuetos de mi
imaginación,
ya no me cuentas
los sueños de aquel
que te cantaba,
ni me das a conocer
más su voz...
Y todos los días que
te veo susurro
una despedida
que se queda suspendia
en mis labios,
como si no
quisiera dejarlos.
Pero cada vez me
convenzo que tengo
que dejar de
susurrarla,
debo gritarla
al viento...
pero temo
que entonces el
encanto se pierda
por completo
y en su lugar
quede la nada,
el vacío y la
ausencia como
reino.
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