Te conocí, allá, en el extremo del mundo
Casi en el vacío oscuro de la existencia,
En el que las almas de los mortales
Suelen divagar con sed de vida.
Te conocí, muy lejos de mi parcela,
-Donde tengo todo lo que necesito-
Y me dejé llevar por tu luz falsa,
Esa luz que es sólo ornato,
Que no alumbra, sólo brilla.
Te conocí, te ví llorar, reir, gritar...
Estuve ahí para alentar tu pasión de escribir,
De fantasear, de hablar, de amar.
Y hoy, vuelves atrás, a tus tristezas
A vivir cegada entre tinieblas...
Muchas veces, sucede que cuidas, cultivas, das lo mejor de ti a esa persona amada sin esperar nada a cambio, sòlo verla feliz, completa y realizada y sin embargo, no deja de dolor, que luego te abandonen como trasto viejo e inùtil. Pero la vida sigue, guardamos luto y proseguimos.
¿Sabes? Me da envidia, la musa que te inspira todos esos hermosos poemas. ¡Quièn pudierà ser fuente inspiradora!
ya me desvìe del asunto: Felicidades y no dejes de escribir.
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