Los hindúes sostienen que el atman, es decir, el alma, fue creada al principio del tiempo, que queda aprisionada en el cuerpo al nacer y que en la muerte pasa a otro cuerpo en un ciclo continuo de reencarnaciones.
La Biblia no coincide con esa enseñanza hindú, pues afirma que después que el hombre muere mueren sus pensamientos.
(Salmo 146:4) Sale su espíritu, él vuelve a su suelo; en ese día de veras perecen sus pensamientos.
Un error en la doctrina de la reencarnación consiste en lo siguiente: si nosotros no podemos estar conscientes de nuestros supuestos errores de vidas pasadas para poderlos rectificar ¿cuán justo en realidad sería el Dios creador de los hindúes que supuestamente puso en marcha ese mecanismo? Es por ello que pienso que aunque las personas tiendan a creer que el Dios de todas las religiones es el mismo, el Dios de la Biblia, Jehová, no es el mismo de los hindúes, pues entre sus características fundamentales están la justicia y el amor.
(Deuteronomio 32:4) La Roca, perfecta es su actividad, porque todos sus caminos son justicia. Dios de fidelidad, con quien no hay injusticia; justo y recto es él.
(1 Juan 4:
El que no ama no ha llegado a conocer a Dios, porque Dios es amor.
Marcadores