Viajera con capuz dorado
escondida entre algodones blancos,
corres tenazmente por los cielos
como tratando de alcanzar un lucero.
Versátil y aventurera,
destilas el soplo de la mañana
exhalando tus lágrimas nocturnas.
Aveces lloras… aveces ríes...
por el sol te desvives.
Das asilo a la alborada,
en ti descansa una efímera mirada.
¡Tú que recorres fronteras
ven a buscarme
y llévame contigo al confín del mundo!
¡Qué belleza de poema, tan colmado de paz interior y de una alegría de vida que contagia! ¡Llévame contigo al confin del mundo!
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