Podría escribirte en la arena que te echo de menos y dibujar en ella tu nombre y mis ganas de quererte, pero siempre viene una ráfaga de aire que me vuela los planes, que me gira la vida.
Podría guardarte un huequito en mi cama y tropezar con tu espalda en mis sueños.
Podría contar las constelaciones que separan tu boca de la mía.
Podría estrujar mi almohada en busca de tu rostro y recorrer fotografías con los ojos ya secos de buscarte.
Podría hacer tantas cosas que no me decido por ninguna, así que, de momento, me he vestido de primavera y he salido al mundo.
Para susurrarte a gritos que no quiero ni uno más de tus inviernos obtusos.
Besos;
Idem
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