La psicología no tiene por sí misma con qué mantenerse en la continuidad de un tiempo; la identidad de la psicología es primeramente incierta; no es primera con su proposición, consigo misma; es, pues, incierta. La psicología no puede reducirse a ser psicología. Lo psicológico sólo significa en tanto tenga algo no propio con lo que hacerse continua. La psique de uno sólo es de uno en la condición abstracta que le es más próxima, como ser uno mismo, o el sentimiento de ser uno mismo, que lo hace aún más incierto, pues ningún sentimiento se puede reducir a una figura abstracta sino que se reduce a ser sentimiento.
La lógica del sentimiento se hace continua en una conciencia que no tiene categorías para recrearlo; las categorías que lo recrean orgánicamente no son las mismas que producen su conciencia, son anteriores e inferiores a la misma, su esquema temporal es distinto; no puede recrear sino su distancia, y no el sentimiento mismo. La continuidad referencial del sentimiento no tiene ni el tiempo primero del sentimiento (I), su primera causación, ni la recreación del mismo en su falta (II), cuando ya no está presente el sentimiento mismo sino que se lo toma por la identidad con su efecto. La primeridad del sentimiento es ser simismo (I); su segundidad ser en algo (II; {I>II}), la forma de la posibilidad de conciencia, conciencia formal, conciencia de algo; y su terceridad es algo en relación a algo distinto que los englobe (III; {I>II>III}), conciencia no formal sino con intencionalidad, su contenido. Esto fue anteriormente aclarado con los márgenes de inmediación y mediación. En la inmediación no hay conceptos, sólo formas de la inmediación (su irracionalidad estética; sentir: ver, oír, etc.); son una especie de conceptos orgánicos, predispuestos, y los conceptos son los que cumplen la labor de mediación, su formalización. La terceridad, podríamos decir, es el desensimismamiento de la relación mediática, su acción fuera de sí.
El principio de la psicología social es confuso en su ser psicosocial. La sociología es estructural; y la psicología es individual con su representación propia. La conciencia singular es una estructura no sólo menor sino insignificante frente a la social; la social sí tiene un contenido objetivo que significar sin psiques individuales, y la psique individual no significa sin la objetividad social. En un tiempo continuo (un minuto que comprende sus segundos, f (m, s), una hora que comprende sus minutos f (h, m), un día con sus horas f (d, h) , un año con sus días f (a, d), etc.; o una conversación, un programa televisivo, una jornada laboral, un acto sexual, etc..), la conciencia singular no significa sino una incertidumbre insignificante por sí sola; sólo se significa a otros, y no hay qué significar sino una individualidad incierta por sí misma que sólo se desarrolla (trasciende) en lo que no es sí misma (simismo).
La conciencia es más una acción lógica que psicológica, y el contenido de la psicológica es abstraída por la lógica; se la adhiere como proposición de su verdad, que diga verdad como lo que ha de decir, su acción analítica. Se crea un problema de distancia en el desarrollo de sus conceptos, pues lo que motivó el decir se sustrae en lo dicho, como si la comprensión de su decir se redujese a su analítica, su vacío.
La psicología sin lógica es conceptualmente incierta; y la lógica sin psicología es vacía. Y las hago necesarias desde su unidad temporal, que no pueda haber una sin la otra por su comunidad representacional; son distintas, con distintas representaciones individuales, pero tienen un mismo objeto a representar.
La fenomenología que uso es muy particular; es, principalmente, una interpretación que hago de Kant, Arthur Schopenhauer y Peirce. En mi opinión, la fenomenología no está clara ni para los filósofos, pero no es psicología sino en lo que esta tiene de lógica del fenómeno, el noúmeno. El sentido de la crítica de Kant, y el de Edmund Husserl, quien popularizó la fenomenología, es ya una declaración de intenciones teoréticas. Si conjugo a Kant con Peirce, y no con Husserl, es por el sentido externo de la cosa en sí. La cosa en sí no es nada en sí, para adentro, sino la relación teorética de la posible conciencia de su intencionalidad, aquello a lo que está dirigido, como cuando uno mira un objeto y hace conciencia de las condiciones de su mirar: veo un objeto, hay un objeto en mi mirar; lo he apercibido, y encuentro sus posibilidades formales en una lógica necesaria que hace que sea lógica por la forma de su conciencia; hace idénticos los objetos a los que su forma se dirige en su posible discurso; hay una adaptación objetiva como acción de su síntesis, mayormente, una expectativa irracional, sin crítica en su principio.
La ciencia primera consiste en una definición de posibilidad, una ontología de principio; no se hace psicológica, ni acaso, lógica; es una posibilidad discursiva con arreglo a sí misma, su forma necesaria de acción. No se pliega hacia lo otro que no es su conciencia, pues no es mera desapropiación; hay un continuo de conciencia en la identidad de uno, la identidad psíquica, pero hace síntesis con lo diverso, lo distinto a uno, y con lo que se amplía.
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